Un jurado timorato
El fallo del jurado del festival malague?o tiene una inequ¨ªvoca lectura: junto a su acierto a la hora de conceder el primer premio a la excelente La primera noche de mi vida, de Miguel Albaladejo, se debe consignar su cobard¨ªa a la hora de apostar por el segundo, Subjudice, un filme tan correcto como previsible. Y, m¨¢s grave a¨²n, por haberse dejado enga?ar por el vacuo estruendo de Cuernos de espuma: considerar que Manuel Toledano, un director tan obnubilado por sus criaturas como para ser incapaz de distanciarse de su mundo est¨²pido y sin rumbo, ha realizado la mejor labor de direcci¨®n de cuantas hemos visto en estos ocho d¨ªas de competici¨®n es, cuanto menos, faltarle al respeto al resto de los directores del concurso.Bien es cierto que el palmar¨¦s incluye otros aciertos, por ejemplo el premio a Kiti Manver, espl¨¦ndida en su dif¨ªcil papel de sufrida ama de casa en La pareja perfecta. Pero tambi¨¦n alguna sonora equivocaci¨®n, como darle a Emilio Guti¨¦rrez Caba el premio al mejor actor por su breve, aunque notable, aparici¨®n en el filme coral de Albaladejo -?por qu¨¦ a ¨¦l y no a cualquier otro?-, en detrimento de la mejor composici¨®n aqu¨ª vista, la de Ferm¨ª Reixach en Bert, un prodigio de interiorizaci¨®n con el personaje m¨¢s complejo. Pero tal vez el mayor desacierto de los cinco jurados haya sido olvidar ol¨ªmpicamente la contribuci¨®n m¨¢s personal, arriesgada y dif¨ªcil, la de Lluis Casasayas con Bert , la ¨²nica pel¨ªcula propiamente de autor del concurso. Considerar que un filme de g¨¦nero como Subjudice, que cuenta ya con distribuci¨®n, que tiene un p¨²blico claro y que cuenta, adem¨¢s, con el aval en la direcci¨®n de un cineasta respetado como Josep M. Forn, tiene mayores m¨¦ritos que el del joven Casasayas, que adem¨¢s ha tenido todas las dificultades del mundo para ultimarlo y que, por si fuera poco, tiene dif¨ªcil su camino hacia las pantallas, es un defecto de miop¨ªa impropio de lo que deber¨ªa ser un jurado en un festival de estas caracter¨ªsticas.
A pesar del fallo, la primera edici¨®n del certamen de M¨¢laga se cierra con un balance altamente positivo. Han funcionado sus retrospectivas, en especial la dedicada al cine documental, uno de los hallazgos que deber¨ªa tener continuidad. Y aunque la selecci¨®n a concurso haya sido floja, lo cierto es que los organizadores han sabido, por una parte, aportar con sus publicaciones y ciclos una dimensi¨®n de seriedad que para s¨ª quisieran muchos de los festivales espa?oles, y por la otra, arropar el evento con una serie de actos que, como los homenajes a Montxo Armend¨¢riz, Fernando Fern¨¢n-G¨®mez y las realizadoras de los noventa, se ha traducido en una masiva afluencia a las salas y la conversi¨®n del certamen en un acontecimiento social que le augura una vida larga.
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