Tortosa

Zaplana busca la pr¨®rroga. En los m¨ªtines del tercer aniversario de su victoria electoral, ha repetido que su gobierno necesita otra legislatura. Esa petici¨®n de una segunda oportunidad se impone al triunfalismo con el que est¨¢ tejida la defensa de su gesti¨®n. Sin embargo, la voracidad de poder no se detiene en ninguno de los frentes emblem¨¢ticos. Las cajas de ahorros quedaron perfiladas muy pronto, en cuanto los populares llegaron a la Generalitat, como un ¨¢mbito sacudido por esa l¨®gica implacable. La reforma de la ley que regula los ¨®rganos de esas entidades levant¨® una de las primeras y m¨¢s intensas pol¨¦micas. El pacto con los socialistas al aplicar la nueva normativa, descaradamente redactada para garantizar el control de las cajas desde los medios gubernamentales, deb¨ªa apuntalar una estabilidad que ha empezado a temblar muy pronto, con la crisis que ha supuesto la dimisi¨®n de Emili Tortosa en la direcci¨®n general de Bancaixa y su relevo por Fernando Garc¨ªa Checa. Profesional con una trayectoria de m¨¢s de 40 a?os en la caja creada a finales del siglo XIX por iniciativa de Navarro Reverter, Tortosa ha liderado la modernizaci¨®n de la entidad durante los a?os noventa. Su apuesta, en un contexto de concentraci¨®n y adaptaci¨®n generalizada de las entidades de ahorro, ha dado frutos que nadie discute. Hombre independiente, progresista, de ins¨®lita sensibilidad cultural y a¨²n m¨¢s ins¨®lito compromiso valencianista, este ciudadano nacido en La Ribera del X¨²quer era un obst¨¢culo para el completo desembarco popular en Bancaixa. Su quiebro, al lograr colocar a una persona de su equipo como Garc¨ªa Checa en la sucesi¨®n, y unas declaraciones de guante blanco apenas logran amortiguar el ruido que produce el intenso movimiento de tropas del PP en los pasillos de la casa. Puede parecer leg¨ªtimo que las nuevas hegemon¨ªas pol¨ªticas y sociales se traduzcan en cambios de los equipos ejecutivos de las cajas, pero ser¨ªa un error olvidar que detr¨¢s hay concepciones opuestas sobre la funci¨®n de esas instituciones. Tortosa, por ejemplo, defend¨ªa una actuaci¨®n de Bancaixa centrada en el negocio bancario y la reversi¨®n de beneficios en la sociedad. La l¨ªnea auspiciada ahora desde la Generalitat es mucho m¨¢s instrumental, introduce a la entidad en la pol¨ªtica de privatizaciones y la convierte decididamente en soporte de proyectos impulsados por el poder. Bajo la bandera de una curiosa liberalizaci¨®n contradictoriamente intervencionista, gestionada por empresarios de diverso pelaje, esa concepci¨®n recuerda vagamente a la que, a finales de los ochenta, tambi¨¦n con un gran protagonismo de pol¨ªticos ambiciosos y hombres de negocios muy emprendedores, condujo al desastre a las cajas de ahorros en Estados Unidos. Claro que tal vez se trata de una aprensi¨®n excesiva.