?Hacia d¨®nde?
El euro es ya casi una realidad; el Banco Central Europeo (BCE) ha empezado a serlo. Tomada esta decisi¨®n, se re¨²ne en Cardiff el pr¨®ximo lunes el grupo de l¨ªderes europeos que ha llevado a buen puerto este plan heredado de sus predecesores, pues de la quinta de Maastricht s¨®lo queda Helmut Kohl. A ellos les corresponde ahora dise?ar una nueva hoja de ruta. Kohl ha pedido una discusi¨®n informal, como la que hubo en Mallorca durante la presidencia espa?ola en 1995, sobre los futuribles de la Uni¨®n Europea (UE), y especialmente la pendiente reforma de las instituciones: ?c¨®mo?, ?qu¨¦? y ?cu¨¢ndo? Es el principio de lo que ser¨¢ inevitablemente un largo debate, hoy por hoy, contaminado por las elecciones alemanas del 27 de septiembre.Kohl y Chirac, en una carta conjunta, lanzar¨¢n hoy una iniciativa sobre la defensa del Estado-naci¨®n y la subsidiariedad. Respecto a lo primero, la nacionalizaci¨®n del debate europeo es evidente, de Bonn a Par¨ªs, pasando por Londres o Madrid, donde el actual Ejecutivo tiende a ver a la UE como poco m¨¢s que una ?uni¨®n de Estados?; parad¨®jicamente, cuando se va a dar ese salto tan fundamental hacia la supranacionalidad, como es el paso al euro, al menos para 11. En cuanto a lo segundo, ¨¦sa es una palabreja fundamental en la integraci¨®n europea, pues se trata de definir qui¨¦n hace qu¨¦, pero que se presta a todo tipo de interpretaciones: en el Tratado de Amsterdam hay una; en la iniciativa franco-alemana hay mucho de preservaci¨®n de las competencias de los L?nder alemanes.
Tales circunstancias no favorecen un debate en profundidad sobre la necesidad o no de una mayor integraci¨®n pol¨ªtica y econ¨®mica, que acompa?e al euro y llene el vac¨ªo de la pol¨ªtica exterior europea. El ambiente no est¨¢ maduro para hablar del d¨¦ficit democr¨¢tico o de un cambio en los tratados cuando el de Amsterdam est¨¢ a¨²n sometido a proceso de ratificaci¨®n . Esta falta de madurez es reconocida incluso por la iniciativa de Delors y de su Fundaci¨®n Nuestra Europa para que en las elecciones europeas de junio de 1999 cada familia pol¨ªtica presente un candidato a la presidencia de la Comisi¨®n Europea; una iniciativa que se pretende llevar a cabo no contra, pero s¨ª al margen de los tratados, e incluso de los Gobiernos, para dinamizar la pol¨ªtica europea.
No parece haber grandes ideas que confrontar en ese almuerzo en Cardiff. La iniciativa de poner en pie un comit¨¦ de sabios independientes para preparar una nueva reforma institucional no parece demasiado del agrado del Ejecutivo espa?ol, al considerarse que deben ser los Gobiernos los que han de dirigir tal proceso, y que antes de dar nuevos pasos hay que cumplir con lo que qued¨® aplazado, pero planteado, en Amsterdam, es decir, una nueva ponderaci¨®n de los votos en el Consejo, junto al nuevo dise?o de la Comisi¨®n Europea.
La actual presidencia brit¨¢nica de la UE no es la m¨¢s ardiente defensora de fomentar la uni¨®n pol¨ªtica, menos a¨²n cuando Londres se ha quedado, por voluntad propia, fuera del euro, al menos de momento. En tal contexto -y aunque siempre es positivo que Londres y Madrid mantengan las mejores relaciones posibles-, hacer de la relaci¨®n con Blair una opci¨®n estrat¨¦gica no parece el camino m¨¢s indicado para Espa?a, si quiere defender una mayor integraci¨®n pol¨ªtica y econ¨®mica y un mayor peso para ella en el seno de la UE. A Europa no es conveniente ir de la mano de un brit¨¢nico , pues siempre se ver¨¢ detr¨¢s la mano de Washington. Pero quiz¨¢s en esa relaci¨®n que personalmente parece funcionar bien entre Aznar y Blair haya que leer algo m¨¢s: la b¨²squeda de un marchamo centrista para el propio Aznar.
Con Blair o sin Blair, una vez llegada al euro, ante el proceso de ampliaci¨®n al Este -aunque se retrase- y ante la crisis de legitimidad que sufre la construcci¨®n europea, la UE requiere esa reflexi¨®n en profundidad sobre su propio destino. Desde 1988, su objetivo estaba claro: el mercado ¨²nico y, despu¨¦s, llegar al euro. M¨¢s all¨¢ de la creencia en la din¨¢mica que puede poner el euro en marcha es necesario ir pensando hacia d¨®nde va Europa. Desde ahora, en Cardiff.
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