Insulso microcosmos
No es dif¨ªcil entender por qu¨¦ el mundo que retrata Manuel Toledano, un universo marginal y ex¨®tico, le impact¨® tanto como para trabajar tres a?os hasta retratarlo. Compuesto por drag queens, homosexuales, lesbianas, drogadictos y traficantes, en ¨¦l se dan cita personajes que repiten en el filme los mismos gestos que en la calle, hasta construir una simulaci¨®n de su propia existencia, adem¨¢s de elaborar pacientemente una visi¨®n del mundo en el que mistificaci¨®n y escapismo son la ¨²nica v¨ªa de realizaci¨®n personal.Que Toledano se haya quedado colgado de estos personajes no extra?a; pero s¨ª que haya tardado tanto en darse cuenta de que detr¨¢s de ellos no hay nada. Dijo el realizador que las criaturas que lo pueblan son desertores de una forma de vida patriarcal, conservadora y rural, y que en cuanto se instalan en Nueva York realizan una transformaci¨®n que les convierte literalmente en otra cosa.
Cuernos de espuma
Direcci¨®n y gui¨®n: Manuel Toledano.Fotograf¨ªa: Alfredo Mayo. Espa?a-EE UU, 1997. Int¨¦rpretes: Jason Reeves, Cheyenne Besch, Jonathan Lawrence. Madrid: Vaguada, Minicines, UGC Cine Cit¨¦, Lido.
Lo que el filme no aclara es si esa otra cosa tiene inter¨¦s. Toledano se acerca a estos personajes con una c¨¢mara que oscila entre el realismo documental y el reportaje televisivo, sin desde?ar la construcci¨®n dram¨¢tica, y aunque de su montaje resulta un revoltillo, no deja de tener ¨¦ste, aunque s¨®lo en aislados momentos, una cierta fuerza.
Pero lo que resulta es abrumadoramente banal. Aparentemente rompedores, en realidad ninguno de ellos parece ir m¨¢s all¨¢ que cualquier hijo de vecino. Para algunos, la realizaci¨®n personal reside en el triunfo televisivo; para otros, la felicidad hogare?a es su obsesi¨®n. Pero ninguno posee algo parecido a un punto de vista cr¨ªtico, y si no fuera por lo desinhibidos que son para meterse drogas, la pel¨ªcula podr¨ªa pasar en una fiesta de colegio de ursulinas.
Lo que queda en pie del filme es el retrato de un grupo de j¨®venes residentes en Nueva York ferozmente aburridos e inusualmente vac¨ªos. Ni un personaje distanciador -la drag queen que escapa a Atlantic City-, ni alg¨²n momento dram¨¢tico, alcanzan para alejar el filme de lo rampl¨®n y lo trillado. Y es que no basta retratar un trozo de realidad: hace falta que ese trozo tenga sustancia, algo aqu¨ª ausente.
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