Inc¨®gnitas fiscales
EL DEBATE pol¨ªtico en torno a la reforma del impuesto sobre la renta (IRPF) result¨® poco provechoso para los contribuyentes durante el Pleno del Congreso del pasado jueves, en el que se discut¨ªan las enmiendas a la totalidad. El vicepresidente Rato sabe que en este terreno navega a favor de corriente y evita explicar si la reforma podr¨¢ sostenerse en periodos de menos crecimiento sin correcciones insoportables para la sociedad. La oposici¨®n est¨¢ encastillada en su defensa de la progresividad y de lo inadecuado que resulta bajar los impuestos cuando la integraci¨®n europea redobla las exigencias de reducci¨®n del d¨¦ficit; pero no plantea una l¨ªnea fiscal firme y articulada que pueda competir con el proyecto del Gobierno. Tras este debate inmovilista, no es dif¨ªcil pronosticar que los ciudadanos recibir¨¢n muchos mensajes gen¨¦ricos y pocas explicaciones sobre el nuevo IRPF.Los argumentos que avalan la reducci¨®n de los tipos marginales del IRPF m¨¢ximo -del 56% al 48%- y m¨ªnimo -del 20% al 18%- son poderosos. No se deben mantener tipos marginales mucho m¨¢s elevados que los que se aplican en los pa¨ªses europeos con los que se formar¨¢ una uni¨®n monetaria. La estructura del nuevo impuesto beneficia m¨¢s a las rentas m¨¢s altas, por muchos malabarismos que haga Hacienda con las cifras porcentuales para sostener lo contrario.
No pod¨ªa ser de otra manera. El efecto principal de reducci¨®n tributaria se consigue mediante el recorte de los tipos marginales m¨¢ximos. El traslado de las deducciones desde la cuota a la base del impuesto, la creaci¨®n del llamado m¨ªnimo vital o las nuevas deducciones lineales por vivienda, aunque son aportaciones para perfilar un nuevo modelo de impuesto, m¨¢s sencillo de declarar y de controlar, no son factores decisivos que expliquen la rebaja de lo que pagar¨¢n los contribuyentes, y que supondr¨¢ una reducci¨®n de ingresos del Tesoro de entre 300.000 y 500.000 millones de pesetas.
El Gobierno conecta con tendencias muy marcadas en la opini¨®n p¨²blica: la presi¨®n fiscal efectiva no ha dejado de aumentar desde la implantaci¨®n de este impuesto. El tipo m¨¢ximo se aplica hoy para rentas a partir de 10,7 millones de pesetas, cuando en el primer a?o de vigencia del IRPF, en 1979, se aplicaba a rentas equivalentes a 39 millones de pesetas de hoy; con el a?adido de que el tipo m¨¢ximo era entonces del 40%. A finales de los setenta, la distancia entre ese tipo m¨¢ximo y el impuesto de sociedades (35%) era de cinco puntos; ahora es de 21 puntos, lo que objetivamente incentiva la transferencia de rentas a las sociedades. El resultado es que el IRPF no grava la totalidad de la renta, con lo que el criterio de progresividad -y de equidad- se ha visto deteriorado.
El IRPF es el principal pero no el ¨²nico cauce de progresividad recaudatoria; tambi¨¦n puede serlo el IVA, por ejemplo, mediante discriminaciones positivas para determinados consumos, con la novedad, comprobada en muchos pa¨ªses, de que una parte de la poblaci¨®n prefiere, por razones psicol¨®gicas, pagar m¨¢s impuestos en relaci¨®n al consumo -sobre el que puede decidir- que ver descontados sus ingresos de manera forzosa. De ah¨ª la popularidad de la reforma.
Sin embargo, el compromiso de lealtad con los ciudadanos exige al Gobierno explicar con claridad las consecuencias de la aplicaci¨®n del nuevo IRPF. Y las inc¨®gnitas son muchas. La primera, saber c¨®mo se compensar¨¢ el coste de la rebaja del IRPF, es decir, si obligar¨¢ a subir otros impuestos o forzar¨¢ a recortes m¨¢s acusados en los gastos sociales o de inversi¨®n. Las escasas respuestas oficiales a esta cuesti¨®n son muy sumarias y poco convincentes. Tampoco se conoce cu¨¢l es el esquema fiscal que se pretende para el Estado, es decir, qu¨¦ papel desempe?ar¨¢ el resto de los tributos en el delicado conjunto fiscal, o c¨®mo se coordinar¨¢ la financiaci¨®n auton¨®mica para mantener un sistema coherente. Tambi¨¦n es evidente que el impuesto sobre sociedades requiere una reforma y una simplificaci¨®n, por m¨¢s que su impacto sobre la opini¨®n p¨²blica produzca menos dividendos pol¨ªticos.
Los debates parlamentarios de las enmiendas parciales deber¨ªan servir para que el equipo econ¨®mico del Gobierno demuestre que, adem¨¢s de sentido de la oportunidad para remar a favor del viento, tiene una pol¨ªtica tributaria definida y consistente, y para que la oposici¨®n intente probar que dispone de una alternativa viable.
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