Educaci¨®n
Han tenido que morir muchas mujeres a manos de sus compa?eros, novios, maridos... para que la sensibilidad nacional y el poder p¨²blico se preocupen por la magnitud de estas muertes anunciadas y por la violencia familiar que muchas de ellas sufren diariamente entre las paredes de sus casas, presenciadas por unos testigos silenciosos e igual de asustados que ellas, sus hijos. No obstante, a la realidad social que se trasluce detr¨¢s de la mayor¨ªa de estos asesinatos no se le ha dado mucha importancia: el alcoholismo. En efecto, el alcohol est¨¢ presente como elemento perturbador, productor de violencia, agresividad y p¨¦rdida de control sobre los actos. He escuchado muchas veces c¨®mo estos hombres de la calle son unas ?bell¨ªsimas personas, alegres y dicharacheros? y cuando entran en sus casas son unas bestias, porque sus rasgos humanos los han dejado fuera y la emprenden con aqu¨¦llas con las que viven. Por tal motivo, he asistido at¨®nita al debate de la hora de cierre de los bares de copas y pubs de Madrid. Es gracioso escuchar el inter¨¦s tur¨ªstico de Madrid por su amplitud de horarios, el da?o a los j¨®venes que ir¨¢n al paro y el efecto frontera, pues los consumidores madrile?os se ir¨¢n a otras provincias con mayor horario. Escuch¨¦ al due?o de un bar de M¨®stoles que ¨¦l nunca se ir¨ªa fuera de Espa?a a vivir, pues es el pa¨ªs donde se puede ir de juerga, es decir, a beber, las 24 horas del d¨ªa. Por desgracia es as¨ª, y creo que con estas medidas tan permisivas s¨®lo estamos formando una juventud alcoholizada, futuros asesinos e instrumentos de tortura para sus mujeres, porque muchos de nuestros j¨®venes salen a emborracharse el fin de semana. La soluci¨®n no es f¨¢cil, pero desde luego tiene que pasar por la educaci¨®n, en las casas y en los institutos, siempre educaci¨®n.- .
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