V¨ªctimas y verdugos
Segundo Marey declar¨® ayer ante el Supremo como testigo sobre su propio secuestro, perpetrado en diciembre de 1983 en el sur de Francia por mercenarios reclutados por agentes de seguridad espa?oles y pagados con fondos reservados. Los raptores hab¨ªan confundido a este viajante de comercio cincuent¨®n con un dirigente de ETA; aunque la polic¨ªa advirti¨® el error cuando los mercenarios llegaron con su v¨ªctima a territorio espa?ol, el infortunado Marey fue encerrado durante diez d¨ªas en una caba?a cercana a la localidad c¨¢ntabra de Colindres. La vista oral ante la Sala Segunda intenta esclarecer si las responsabilidades penales por ese comportamiento delictivo se limitan a los diez acusados que han confesado ya su participaci¨®n en los hechos (ocho polic¨ªas, el ex gobernador civil de Vizcaya y el ex secretario general de los socialistas vizca¨ªnos) o se extienden tambi¨¦n al ex ministro Barrionuevo y al ex secretario de Estado Vera, que niegan haber ordenado, autorizado o encubierto la operaci¨®n.Con sus concretas referencias al miedo, al fr¨ªo y a las penosas condiciones de su secuestro, el testimonio de Segundo Marey sobre los diez traum¨¢ticos d¨ªas que marcaron para siempre el curso de su existencia (como les sucede igualmente a los secuestrados por ETA que han tenido la fortuna de sobrevivir a su cautiverio) despej¨® ayer con la fuerza de una galerna la abstracta calima formada en la sala durante semanas anteriores por la abundante utilizaci¨®n de conceptos jur¨ªdicos tales como la apreciaci¨®n de las pruebas, la nulidad de actuaciones o la prescripci¨®n de los delitos. Los promotores period¨ªsticos de los juicios paralelos dise?ados para forzar la condena de Barrionuevo y Vera suelen comparar el caso Marey con el affaire Dreyfus. Las diferencias entre ambos procesos, sin embargo, son demasiado visibles e importantes como para dar por bueno cualquier paralelismo significativo.
Zola y otros intelectuales movilizados para conseguir la anulaci¨®n de la injusta sentencia dictada en 1894 contra el capit¨¢n Dreyfus, condenado por espionaje sobre la base de pruebas burdamente ama?adas, luchaban para liberar de su confinamiento en la Isla del Diablo a un falso culpable, a un inocente convertido en el chivo expiatorio de un siniestro conglomerado formado por militares revanchistas, demagogos antisemitas, cat¨®licos ultramontanos y legitimistas reaccionarios. Los inquisidores medi¨¢ticos del caso Marey, en cambio, no pretenden absolver inocentes sino castigar culpables, con independencia de que sus hip¨®tesis extrasumariales sean veros¨ªmiles y de que su celo justiciero no est¨¦ guiado s¨®lo por el af¨¢n de venganza.
La comparaci¨®n tampoco funciona en sus aspectos e implicaciones pol¨ªticos: mientras los defensores de la inocencia de Dreyfus recibieron el apoyo de la izquierda francesa, los promotores de la condena de Barrionuevo y Vera tienen el apoyo de representantes tan destacados de la derecha autoritaria como Cascos (vicepresidente del Gobierno del PP), Mario Conde y Juan Alberto Perote. Las denuncias de Zola contra la "prensa inmunda" que trataba de impedir en 1898 la revisi¨®n del affaire Dreyfus resuenan, sin embargo, en el proceso espa?ol: sobre todo si se recuerda que algunos periodistas que denuncian airadamente en 1998 los 28 muertos de la guerra sucia contra ETA durante el periodo socialista (como Pedro J.Ram¨ªrez) elogiaban ad nauseam en 1983 al ministro Barrionuevo, se mostraban entonces comprensivos con los cr¨ªmenes de los GAL y guardan ahora silencio acerca de los casi 30 asesinatos del terrorismo de Estado en la ¨¦poca de UCD.
Pero las comparaciones con el affaire Dreyfus tambi¨¦n tientan a los socialistas. La presentaci¨®n de Barrionuevo como candidato del PSOE a la alcald¨ªa de Almer¨ªa ha quedado suspendida hasta que el Supremo pronuncie su veredicto. Dado que si la sentencia fuese condenatoria esa proclamaci¨®n ser¨ªa jur¨ªdicamente inviable (el ex ministro quedar¨ªa inhabilitado para el desempe?o de funciones p¨²blicas), cabe temer que esa prudente medida de aplazamiento se proponga utilizar un eventual fallo absolutorio como trampol¨ªn para la carrera de Barrionuevo, nuevo capit¨¢n Dreyfus regresado de la Isla del Diablo y dispuesto a utilizar en su provecho pol¨ªtico el veredicto de inocencia.
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