La conmoci¨®n
Algunas veces el f¨²tbol es una met¨¢fora de la vida. Tras la derrota frente a Nigeria se han reproducido fuera del campo los mismos errores que dentro. La misma disfunci¨®n que llev¨® a jugar fuera de su posici¨®n a varios de nuestros futbolistas, se repite ahora en el manejo de la crisis de la selecci¨®n. Nadie est¨¢ en su puesto, se env¨ªan mensajes equivocados y se mantiene un estado de shock pernicioso.En su empe?o por negar la realidad, Clemente considera que no cometi¨® ning¨²n error ante Nigeria. Dice que no ve lo que todo el mundo vio. Est¨¢ en su derecho, aunque su resistencia tenga poca cordura. El problema nace del abismo entre lo que dice y lo que siente. En v¨ªsperas del encuentro con Paraguay, el equipo todav¨ªa est¨¢ rumiando la derrota de Nantes.
Lo peor es que no hay un mensaje claro. Clemente debi¨® apagar el fuego con rapidez y no lo hizo. Debi¨® salir a explicar p¨²blicamente su postura, a lanzar una consigna, la que fuera, y terminar con esta especie de melancol¨ªa disparatada que se ha generado alrededor de la selecci¨®n. Pero Clemente no ha aparecido. Desde su posici¨®n de francotirador ha disparado contra ¨¦ste y contra ¨¢quel, ha provocado ruido pero no ha generado un discurso, no ha salido de la conmoci¨®n que le produjo el resultado. La situaci¨®n le ha sobrepasado porque le ha faltado eso que se podr¨ªa definir como calidad de estadista. Ah¨ª se a?ade otro problema considerable.
Uno de los aspectos que distinguen la personalidad de Clemente es su vocaci¨®n para ocupar espacios que no le corresponden. Comienza como entrenador, suplanta despu¨¦s la voz de los jugadores, avanza hacia el terreno directivo, ejerce de portavoz institucional y termina por autorizarse y ejercer como presidente. Para que eso ocurra se necesitan dirigentes d¨¦biles, capaces de consentir la usurpaci¨®n del poder. Sucedi¨® en el Athletic con Pedro Aurtenetxe -con consecuencias funestas- y vuelve a reproducirse la situaci¨®n con Villar, del que no hay noticias.
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