Los mediadores de Chiapas fracasan en su intento de tomar contacto con el alto mando zapatista
??Pendejo!, ?Hijo de la chingada!, ??Por qu¨¦ nos mata el mal gobierno!??. La patada en el trasero, el bofet¨®n y las mentadas de madre a un visitador de la Comisi¨®n Nacional de Derechos Humanos (CNDH), y el desaire sufrido por la comisi¨®n parlamentaria encargada de proponer un di¨¢logo directo entre el Gobierno y el subcomandante Marcos son dos muestras de la nueva crispaci¨®n en Chiapas. Los congresistas que viajaron a La Realidad, comunidad pr¨®xima al cuartel general del Ej¨¦rcito Zapatista de Liberaci¨®n Nacional (EZLN), no pudieron establecer contacto con mandos de la guerrilla, cuyo jefe guarda silencio pese a las convocatorias al di¨¢logo para resolver las diferencias pendientes.
Nadie recibi¨® al grupo, y a la espera de que alguien lo haga, entregaron un sobre lacrado a un ind¨ªgena de nombre Miguel, que nada garantiz¨®. ?Si quieren dejar el sobre es cosa de ustedes, pero nosotros no tenemos contacto con la comandancia (del EZLN). Si bajan de las monta?as se lo daremos?, dijo.Evidentemente, Miguel trasladar¨¢ a los zapatistas la oferta parlamentaria, pero la frialdad y distanciamiento del enlace, la ausencia en La Realidad de un mensajero de Marcos identificado como tal para entrevistarse con una comisi¨®n que representa a las principales fuerzas pol¨ªticas mexicanas y el calvario padecido en Uni¨®n Progreso por el visitador Rodolfo Hern¨¢ndez poco espacio dejan al optimismo.
?No s¨¦ a qu¨¦ vienen, ni cual es el motivo de su viaje?, minti¨® probablemente Miguel. ?Somos miembros de la Cocopa. Venimos a tender un puente?, respondieron los legisladores de la Comisi¨®n de Concordia y Pacificaci¨®n (Cocopa), protagonista otra vez despu¨¦s de que el Gobierno forzara el abandono del obispo de San Crist¨®bal, Samuel Ruiz, presidente de la autodisuelta Comisi¨®n Nacional de Intermediaci¨®n (Conai).
La salida de Ruiz coincidi¨® con el desmantelamiento de otros dos ilegales municipios auton¨®mos zapatistas y la muerte a tiros de ocho ind¨ªgenas que, seg¨²n la versi¨®n oficial, hab¨ªan atacado con rifles al destacamento de polic¨ªas y soldados despachado a la demarcaci¨®n rebelde provisto de ¨®rdenes de demolici¨®n y arresto.
Como era de esperar, la sangre encanall¨® la zona. Nadie mejor que el visitador para certificarlo. A pedido de los deudos, Adolfo Hern¨¢ndez acudi¨® a la aldea para entregar los cad¨¢veres. Minutos despu¨¦s fue rodeado por cientos de vecinos prozapatistas, y llevado al pat¨ªbulo, la trasera descubierta de una camioneta. El ilustrativo interrogatorio, de hora y media, se desarroll¨® en estos t¨¦rminos. ?A la Comisi¨®n Nacional de Derechos Humanos le corresponde investigar cu¨¢les fueron las causas de los hechos violentos y qui¨¦nes fueron los asesinos?, respondi¨® Hern¨¢ndez. Los zapatistas acotaron a gritos: ??El Gobierno es el asesino, no hay que investigar nada! T¨² tambi¨¦n eres c¨®mplice del mal gobierno, por eso te subimos aqu¨ª (la camioneta) para que todos te conozcan y vean tambi¨¦n que t¨² eres asesino?.
El visitador se defendi¨®: ?Como les dije en un principio, mi coraz¨®n est¨¢ limpio. Por eso estoy aqu¨ª. El que nada debe nada teme (...) Un asesino no se presenta al lugar donde cometi¨® el il¨ªcito, ni da la cara?.
- Pero el Gobierno es quien te paga, por eso eres c¨®mplice.
- Por favor, yo no soy del Gobierno, de ning¨²n gobierno. Representamos al organismo nacional de derechos humanos. Es posible que hayamos cometido errores que hay que aclarar. Tengo estudios, soy egresado (licenciado) de la Universidad Aut¨®noma Metropolitana.
- ??sa es de los rateros, de los corruptos! ?Si es verdad que tienes estudios, tienes que traducir al tzotzil: ?qui¨¦n los mat¨®??.
- Yo no s¨¦ hablar tzotzil.
- Pues aqu¨ª te vamos a ense?ar, pinche pendejo.
??Los polic¨ªas, los soldados, el Gobierno son los asesinos!?, sentenci¨® de nuevo la concentraci¨®n junto a los ata¨²des.
Daniel Sarmiento, periodista del diario mexicano Reforma, asisti¨® al interrogatorio: ?Nervioso, temeroso, con una voz casi inaudible, Hern¨¢ndez Figueroa admiti¨®: "S¨ª, entonces s¨ª, quienes ten¨ªan las armas son los asesinos?.
?Pero si el Gobierno es tu jefe, ?c¨®mo vas meter en la c¨¢rcel a los jefes del Ej¨¦rcito??, insist¨ªan los vecinos, que negaban la independencia de actuaci¨®n de la CNDH. Finalmente, entre insultos, empujones y varios golpes, el visitador baj¨® de la camioneta, abri¨® los f¨¦retros y procedi¨® a la identificaci¨®n de las v¨ªctimas. Despu¨¦s, habr¨ªa de permanecer varias horas m¨¢s en la aldea. ?Aprende a decir en tzotzil: ?qui¨¦n los mat¨®??, le increpaban a coro.
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