Barbaridades
Escribo para manifestar mi indignaci¨®n por las barbaridades vertidas por don Carlos Rodr¨ªguez Braun en su art¨ªculo Pobres pobres (EL PAIS, 6 de junio de 1998). Desde su caliente y bien alimentada barriga del Primer Mundo obvia que hoy la deuda externa es m¨¢s que nada, un problema ¨¦tico. Siendo de origen latinoamericano, resulta incomprensible que cierre los ojos a la necesidad inminente que all¨ª se vive y justifique las estrategias de los pa¨ªses ricos. Es muy sencillo hablar de las excelencias del sistema como profesor de una universidad p¨²blica: el mercado es bueno, pero para los otros.Quisiera a?adir al debate el argumento de la deuda ecol¨®gica. Como bien ha estudiado el economista ecol¨®gico Joan Mart¨ªnez Alier, aparte de generar pobreza y exclusi¨®n, las exigencias de los acreedores internaionales encierran a los pa¨ªses deudores en un c¨ªrculo de insostenibilidad ecol¨®gica alarmate. El pago de intereses obliga a un destrozo de los recursos naturales en muchas ocasiones irreversible; los casos latinoamericanos son paradigm¨¢ticos, al apoyarse en lo ¨²nico que despierta inter¨¦s para el Primer Mundo: las exportaciones de petr¨®leo, gas, hierro, cobre, esta?o, madera, etc, que adem¨¢s empeoran sus t¨¦rminos de intercambio. La mayor amenaza del Sur viene del sobreconsumo del Norte, que se beneficia de un comercio ecol¨®gicamente desigual y del uso gratuito de servicios ambientales de los que se apropia unilateralmente; esto es lo que se ha llamado deuda ecol¨®gica. EL Norte no paga los da?os locales derivados de las exportaciones que van a pagar el servicio de la deuda (contaminaci¨®n de r¨ªos para obtener minerales, empleo de monocultivos de exportaci¨®n, etc¨¦tera), no paga los costes actualizados de la no disponibilidad futura de los recuros no renovables destruidos y no disfrutados por los deudores (aniquilaci¨®n de biodiversidad) no paga el importe de la informaci¨®n y conocimiento sobre recursos gen¨¦ticos cedidos gratuitamente apropia
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ci¨®n de las semillas desarrolladas durante siglos por las grandes multinacionales, v¨ªa patentes, etc¨¦tera.
La soluci¨®n al problema de la deuda es admitir de una vez la imposibilidad de pago de la misma. ?nicamente tenemos que ir a la historia: la deuda est¨¢ ya m¨¢s que pagada por el sufrimiento de la esclavitud africana, el robo de riquezas naturales, la destrucci¨®n de culturas ind¨ªgenas, etc. Nosotros, que vivimos en el Primer Mundo, no podemos permanecer impasibles, de lo contrario condenados a priori las vidas de millones de personas a la miseria.- -
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