Cosas del paro
Desde que en 1962 Ana Mariscal adapt¨® por vez primera en la pantalla la narrativa de Miguel Delibes -en El camino, su mejor pel¨ªcula-, el encuentro entre el escritor vallisoletano y el cine espa?ol ha sido constante. Gim¨¦nez Rico, un aut¨¦ntico especialista; Mercero, Camus -autor de la adaptaci¨®n m¨¢s famosa, Los santos inocentes- o Luis Alcoriza han rivalizado por volcar el mundo de Delibes en pel¨ªculas por lo general discretas, por no decir completamente erradas.Le ha tocado ahora el turno a un buen adaptador, Paco Betriu, autor de filmes como La plaza del Diamante, seg¨²n Merc¨¨ Rodoreda; R¨¦quiem por un campesino espa?ol, seg¨²n S¨¦nder, o Sinatra, basada en una novela de Ra¨²l N¨²?ez. Y lo ha hecho con la ayuda de nuestro m¨¢s ilustre guionista, Rafael Azcona, y modificando considerablemente el adulcorado punto de arranque. Pero los resultados siguen sin ser satisfactorios.
Una pareja perfecta
Direcci¨®n: Francesc Betriu. Gui¨®n: Rafael Azcona. Fotograf¨ªa: Carlos Su¨¢rez. Producci¨®n: Lola Films, Cartel y V¨ªa Digital. Espa?a, 1997. Int¨¦rpretes: Antonio Resines, Jos¨¦ Sazatornil Saza , Kiti M¨¢nver, Chus Lampreave. Estreno en Madrid: Ideal, Callao, Ciudad Lineal, Liceo, Lido, Canciller, Vaguada, Ode¨®n, Bristol, UGC cine Cit¨¦.
Conste que las modificaciones han sido inteligentes: ya no son dos jubilados los protagonistas, sino un parado y su lud¨®pata esposa -Resines y M¨¢nver, sencillamente espl¨¦ndida-; se ha ganado, pues, en capacidad para abarcar temas y ambientes diferentes, y en concreto, Betriu ha logrado imponer un punto de vista muy suyo, el del an¨¢lisis de las clases subalternas y su entorno.
Pero hay en el filme un tono exageradamente antiguo, una contenci¨®n excesiva en la descripci¨®n de algunos de los personajes principales, sobre todo del arcaico coprotagonista, el naftal¨ªtico poeta lector del Abc, homosexual e impedido f¨ªsico -con quien, no obstante, Saza borda uno de sus mejores trabajos- que no ayudan precisamente a penetrar en la trama. Hay ah¨ª, en uno de los grandes nudos dram¨¢ticos de la funci¨®n, un exceso de caricatura, como lo hay igualmente en la construcci¨®n de algunos de los secundarios: la hermana del poeta (Lampreave), los dos vendedores de la joyer¨ªa.
Pero hay tambi¨¦n algunos ramalazos inteligentes. Sin ir m¨¢s lejos, la buena direcci¨®n de actores; la observaci¨®n de la cotidianidad en provincias, uno de los grandes logros del filme. Ese ojo atento es el de Betriu, un cineasta miserablemente infrautilizado por nuestro cine durante a?os. Esperemos que ahora, en su nuevo giro profesional de regreso a Madrid, se le abra la posibilidad de seguir demostrando la agudeza de su visi¨®n cr¨ªtica y la sagacidad de su oficio.
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