El orden de los factores
Ni el orden de los factores altera el producto ni el orden de los sumandos altera la suma. As¨ª lo garantiza la propiedad conmutativa de la que gozan las operaciones aritm¨¦ticas de multiplicaci¨®n y de adici¨®n, seg¨²n recuerdo imborrable de las aulas elementales. Pero experiencias posteriores permiten comprobar que esa propiedad conmutativa es inaplicable a otros ¨¢mbitos. As¨ª, por ejemplo, al futbol¨ªstico, en el que una alineaci¨®n compuesta por los mismos hombres pero ordenada de dos maneras diferentes ofrece resultados de juego muy distintos. Tampoco en pol¨ªtica est¨¢ vigente la propiedad conmutativa, y puede observarse c¨®mo del orden o del desorden de los mismos factores o sumandos resulta un producto o una suma muy distinta. Por eso, la llegada de un nuevo m¨ªster puede cambiar las posibilidades de un equipo aun antes de modificar la plantilla con fichajes -?remember Daucik!-. De ah¨ª tambi¨¦n que, con los mismos mimbres, un partido pol¨ªtico pueda, seg¨²n c¨®mo se ordene el liderazgo, seg¨²n a qui¨¦n se ponga en el cartel, ganar o perder probabilidades de victoria electoral.Francisco Cerecedo, en su Sociolog¨ªa insolente del f¨²tbol espa?ol, un trabajo excepcional que deber¨ªa ser reeditado con urgencia, aclara c¨®mo "mucho antes que los pol¨ªticos y los economistas, el primero que proclam¨® la inviabilidad de la autarqu¨ªa, el hombre inicial que insinu¨® veladamente -con el obligado lenguaje metaf¨®rico a que forzaban las circunstancias- la necesidad de la implantaci¨®n de la tecnocracia fue el seleccionador nacional Eduardo Teus. Y lo hizo, para asombro del pa¨ªs, el 12 de junio de 1942, en unas declaraciones a Mundo Deportivo donde subrayaba que "los encuentros de Copa me afirman en un criterio: la necesidad de una t¨¢ctica en el terreno de juego. En Espa?a se juega a la buena de Dios". A la fina percepci¨®n de Cuco Cerecedo no se le escap¨® entonces que ese mismo mes de junio del 42 terminaba brillantemente su carrera de Derecho en la Universidad de Barcelona un joven llamado Laureano L¨®pez Rod¨®, que se dispon¨ªa a preparar una tesis doctoral con nombre muy adecuado al de una t¨¢ctica de f¨²tbol: El coadyuvante en lo contencioso. A?os despu¨¦s, la t¨¢ctica del coadyuvante Laureano llevar¨ªa al Gobierno a los tecn¨®cratas y confirmar¨ªa la anticipaci¨®n casi visionaria de Eduardo Teus.
Aceptemos, pues, los beneficios que se derivan del empleo de una t¨¢ctica sobre el terreno de juego, ya sea del f¨²tbol o de la pol¨ªtica, y descartemos la vigencia de la propiedad conmutativa en ambos campos. Veamos c¨®mo, seg¨²n se ordenen o desordenen los factores o los sumandos, ya sean futbol¨ªsticos o pol¨ªticos, se liberan distintas cantidades de energ¨ªa. Pero la observaci¨®n l¨²cida es insuficiente para modificar la situaci¨®n. Porque ya nos tiene advertidos Philippe de Schoutheete -v¨¦ase su libro Una Europa para todos, de inminente aparici¨®n en Alianza Editorial- acerca de c¨®mo los modelos de sociedad se distinguen, en primer t¨¦rmino, por la diferencia de las relaciones que en ellos se establecen entre el individuo y la colectividad, entre el inter¨¦s particular y el inter¨¦s general. Es aqu¨ª donde el modelo europeo es del todo diferente del de los pa¨ªses asi¨¢ticos, del mundo isl¨¢mico o de las sociedades africanas.
Y es en este punto donde el PP no acaba de europeizarse, porque, entre algunas de las gentes relevantes del partido del Gobierno, hay percepciones compartidas sobre d¨®nde radican las actitudes contraproducentes, sobre cu¨¢les son los comportamientos que anulan las ventajas esperables de unos ¨¦xitos excepcionales y que reducen a cero, cuando no invierten, el favor esperable en las intenciones de voto del electorado hacia el PP. Pero, despu¨¦s de la coincidencia en el an¨¢lisis y en la designaci¨®n de los responsables del desatino, todos los perspicaces declinan dar un paso al frente para elevar al l¨ªder las conclusiones. Prevalecen actitudes o temores impropios de una sociedad europea como la nuestra que no debieran atenazar a los mejores del PP.
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