Marroncillos
El concejal socialista y "moranista", De la Riva, ha dicho que Joaqu¨ªn Leguina est¨¢ centrando su precampa?a primaria en el destape de diversos "marroncillos" municipales y ha a?adido, el muy p¨¦rfido, que algunos de estos "marroncillos" sucedieron durante la etapa en la que el denunciante era presidente de la Comunidad de Madrid y por lo tanto gozaba de poderes e influencias para haberlos evitado. Apostilla que neg¨® p¨²blicamente el apostillado alegando que nunca tuvo competencias sobre tan escatol¨®gicas materias, al tiempo que puso sobre la mesa un nuevo "marr¨®n" sin diminutivos, invitando a los sabuesos de la prensa a que husmearan en ¨¦l, que para eso les pagan.Aunque es pese a sus frustrados adversarios, y sin embargo amigos, Leguina no parece dispuesto al intercambio de golpes con su rival primario y prefiere dirigir sus ataques contra el que ser¨ªa el aut¨¦ntico enemigo a batir despu¨¦s del engorroso tr¨¢mite de las primarias, el alcalde. La estrategia del candidato a candidato privar¨¢ esta vez a Jos¨¦ Mar¨ªa ?lvarez del Manzano de la satisfacci¨®n de ver, desde una c¨®moda silla de ring, c¨®mo se despellejan y se desgastan los aspirantes socialistas en los combates preliminares.
Incluso es posible que el sue?o nocturno del alcalde se vea turbado alguna vez, de ahora en adelante, por esos peque?os monstruos parduzcos y escurridizos, los "marroncillos", insaciables roedores que habitan en los bajos fondos de la Administraci¨®n y se alimentan de los derechos de la corrupci¨®n que les mantienen gordos y lustrosos en sus madrigueras, entre expedientes y legajos hasta que un funcionario los mata, o cree matarlos de un carpetazo y los sepulta en los archivos.
La caza del marroncillo municipal, una de las especies mejor adaptadas al terreno, no es muy popular entre los pol¨ªticos pese a la abundancia de piezas, porque los pol¨ªticos, antes de disparar sobre algo que se mueva, preguntan, negocian, pactan y conses¨²an, que es lo suyo, y ese lapso de tiempo lo utiliza el ¨¢gil y perspicaz "marroncillo" para desaparecer entre un bosque de papeles.
Los pol¨ªticos, adem¨¢s, est¨¢n advertidos sobre el grave peligro que corren si el tiro les sale por la culata y el presunto marroncillo ajeno se convierte en marronazo propio, o en punto de partido de una sangrienta carnicer¨ªa que pondr¨ªa en peligro a las dos especies, a los "pol¨ªticos" y a los "marroncillos" que morir¨ªan de inanici¨®n al desaparecer los primeros.
La veda del "marroncillo" se levanta, no mucho s¨®lo hasta la media veda, en tiempos de campa?a electoral, cuando los pol¨ªticos exhiben en los m¨ªtines sus trofeos con gesto orgulloso, suponiendo que cada pieza cazada y oreada en los medios de comunicaci¨®n restar¨¢ votos a la parte contraria.
Pero Joaqu¨ªn Leguina parece dispuesto a saltarse la veda y la media veda adelantando las fechas, sacando a los "marroncillos" de sus madrigueras como si fueran conejos que brotar¨¢n de la chistera del prestidigitador.
Esta facilidad cineg¨¦tica que tan oportunamente exhibe el ex presidente madrile?o ha creado ciertos resquemores entre la oposici¨®n "moranista" y creado la sospecha de que los "marroncillos", que Leguina exhibe ahora como frescos, pudieran ser congelados, haber estado a?os en hibernaci¨®n a la espera de una coyuntura propicia. Sea como sea, la caza de "marroncillos" parece una buena t¨¢ctica de acoso y derribo del Manzano enraizado en el Ayuntamiento, que es de lo que se trata, una t¨¢ctica que beneficiar¨ªa por igual a cualquiera de los dos candidatos socialistas.
La erradicaci¨®n de los "marroncillos" de la Administraci¨®n no es un "hobby" sino una oblicaci¨®n de los pol¨ªticos de cualquier signo que deber¨ªan velar en todo momento por los intereses de los ciudadanos y tambi¨¦n por la dignidad de su oficio.
Seguro que el concejal De la Riva, veterano conocedor del "coto municipal", podr¨ªa obsequiar a su candidato con una buena colecci¨®n de "marroncillos" de cosecha propia antes de gastar salvas en "fuego amigo" sobre sus propias filas.
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