Memoria hist¨®rica
Me emplaza A. Elorza (De Mao a El Escorial, EL PA?S, 16 de junio de 1998) a que cuente c¨®mo y con qui¨¦n los estudiantes del 68 obtuvimos ?la victoria? en los juicios cr¨ªticos ?contra algunos de los mejores profesores?.S¨¦ que la memoria hist¨®rica sobre aquel tiempo contribuir¨ªa a explicar las evoluciones ideol¨®gicas y pol¨ªticas en Espa?a y, en consecuencia, reforzar¨ªa la democracia en la actualidad, pero exigir¨ªa no tratar los asuntos en pastillas concentradas y con inadecuadas mezclas. La tarea es a¨²n ingente; por ejemplo, no se ha hecho -mejor dicho, no conozco- ni siquiera una historia del movimiento estudiantil que se enfrent¨® a la dictadura desde los a?os sesenta. Del 56, Roberto Mesa y Lizcano algo escribieron.
Sobre aquel juicio cr¨ªtico a D¨ªez del Corral, Elorza formula una contundente sentencia. Explicarlo como victoria del mao¨ªsmo, por la sola invocaci¨®n de mi nombre, resulta excesivo, m¨¢xime cuando participaron personas del partido comunista y la Facultad de Ciencias Pol¨ªticas casi en pleno. ?l lo vivi¨® como profesor y le recuerdo que los ayudantes de D¨ªez del Corral ten¨ªan sobre nosotros una influencia notable. Fui ajeno a las repercusiones que aquel juicio pudo tener sobre el estamento docente de la facultad.
Los estudiantes de aquel curso tambi¨¦n le hicimos frente a Fraga, le recordamos su papel en el tratamiento informativo del asesinato de Ruano, y tuvo que dar sus clases protegida la puerta por la polic¨ªa. En su inextinguida prepotencia se permit¨ªa amenazarnos, incluso en el claustro de la facultad, al que yo asist¨ªa como delegado. El final de aquel a?o, los miembros de la cuasi extinta Junta de Estudiantes del SDEUM lo pasamos en Carabanchel; recuerdo, entre otros, a Fernando Noya y Mariano (de pol¨ªticas), a Paco Tovar (de econ¨®micas), a Dami¨¢n Tapia (de derecho), a Agust¨ªn D¨ªaz-Yanes (de filosof¨ªa). Es decir, hac¨ªamos m¨¢s cosas que juzgar a los mejores profesores.
Quiz¨¢ todo esto suene a chino a los lectores de hoy, o a cuentos de un tiempo de guerras perdidas, como dir¨ªa Caballero Bonald. Pero no sobra recordar que el ?mao¨ªsmo?, en aquel tiempo, m¨¢s que un grup¨²sculo, era una corriente poderosa de la intelectualidad de la izquierda europea asociada al antiburocratismo y antiimperialismo (tambi¨¦n al de la URSS que invadi¨® Checoslovaquia). La ORT naci¨® m¨¢s tarde y no le cuadra ninguna calificaci¨®n peyorativa. Quienes valoren que el r¨¦gimen de libertades que tenemos, m¨¢s que una concesi¨®n graciosa, es fruto de la lucha contra la dictadura, no pueden desmerecer -ni siquiera con los equ¨ªvocos que provoca mezclar demasiadas cosas- que el compromiso pol¨ªtico de las miles de personas que nos unimos en la ORT fue positivo para acabar con el franquismo. Ni recibimos ni pedimos nada a cambio. Como otros, hemos padecido las sombras rosas que proyectan las m¨¢s publicitadas versiones de la transici¨®n. Creo que en el ¨¢nimo de Elorza no est¨¢ dar lanzada al moro muerto. Y en todo caso hay una lecci¨®n que la memoria democr¨¢tica nos da: en la Espa?a de Franco no pod¨ªa haber muchos dem¨®cratas de toda la vida, pero todos pudimos hacernos dem¨®cratas en la lucha por la libertad. Unos lo hicieron. Otros, no. Entre los primeros quienes integraban la ORT, otros partidos desaparecidos y el propio PC.-
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