El precio de la irresponsabilidad
Espa?a se despide del Mundial con una goleada inservible ante Bulgaria
Cu¨¢ntas lecturas de car¨¢cter moral para una goleada inservible. Espa?a, que deb¨ªa tener un papel protagonista en este Mundial, lo abandon¨® con detalles de lo que pudo ser y no ha sido. El equipo hizo tarde los deberes, abrumado durante dos semanas por un ambiente irrespirable. Nadie es m¨¢s responsable del fracaso que Clemente, un entrenador desbocado, sumido en un proceso destructivo que termin¨® por contaminar a los jugadores. Gener¨® un problema donde no lo hab¨ªa, se neg¨® a aceptar la realidad de sus errores, se mantuvo terco en pol¨¦micas desagradables y artificiales y no se enter¨® de que el Mundial es una cosa muy seria, que compromete al sentimiento de una naci¨®n. Pero emperrados en sus ruidosas menudencias arrastr¨® a todo el mundo, y a los jugadores en primer lugar. Nadie cort¨® una hemorragia que desestabiliz¨® a la selecci¨®n de forma irremediable. Debi¨® hacerlo Villar, pero nadie ha tenido noticias de este hombre. As¨ª cualquiera es presidente.Mientras llegaban noticias desalentadoras desde Toulouse, Espa?a arregl¨® pronto su partido. Luis Enrique entr¨® con decisi¨®n en el ¨¢rea, aceler¨® y super¨® a Iordanov, que meti¨® tarde y mal la pierna. Hierro convirti¨® el penalti, el mejor remedio posible a los problemas de ansiedad de la selecci¨®n. Cualquier duda sobre el contenido del encuentro se despej¨® enseguida. Aunque en estado convaleciente, Espa?a ten¨ªa la ventaja sobre los b¨²lgaros en todos los aspectos. En el futbol¨ªstico y en el an¨ªmico. A un equipo que sufre una inclinaci¨®n natural al desorden, no se le puede a?adir la falta de est¨ªmulos. Bulgaria tard¨® m¨¢s de media hora en decir algo, y eso s¨®lo ocurri¨® cuando entr¨® Penev, que se motiva m¨¢s que nadie contra los espa?oles.
Durante el primer tercio del partido, Espa?a record¨® algunas de las cualidades que se le supon¨ªan antes del Mundial. Por fin logr¨® encontrar por los costados donde Luis Enrique y Etxeberria estuvieron especialmente activos.La mejor noticia procedi¨® de Luis Enrique, que ven¨ªa de una fase de ofuscaci¨®n. Esta vez se pareci¨® al jugador que ha despegado en el Bar?a. Etxeberria le ayud¨® con su sentido intr¨¦pido y vertical del juego. Todav¨ªa est¨¢ en fase de aprendizaje, pero tiene dos virtudes important¨ªsimas a su edad: act¨²a con la calma de un veterano y, por lo tanto, es dif¨ªcil verle superado por la trascendencia de los partidos, y siempre desaf¨ªa a su marcador. Aunque probablemente sea delantero centro, se ha adaptado a las exigencias de los extremos. Busca y rebusca al lateral, sin darle tregua, con una obstinaci¨®n que suele producir excelentes resultados. El problema de Etxeberria reside en los largu¨ªsimos recorridos que se obliga a hacer en el 4-2-3-1. Acab¨® fundido y fue sustituido por Ra¨²l, justo cuando el partido recibi¨® el finiquito con el tercer gol.
El segundo tanto se produjo tras un pase interceptado por Etxeberria en el centro del campo. Sostuvo la pelota hasta que Luis Enrique sali¨® del fuera de juego, luego conect¨® con ¨¦l, hicieron la pared y Luis Enrique entr¨® como un bal¨ªn en el ¨¢rea. Su remate cruzado fue demasiado para Zdravkov. Desde ese instante, el partido entr¨® en una fase de indeterminaci¨®n que estaba relacionada con el peso del resultado y con la seguridad de que el destino de la selecci¨®n estaba en otro lado.
La deficiente actitud de Bulgaria merec¨ªa alg¨²n tipo de correcci¨®n: de su entrenador, que tom¨® medidas inmediatamente. Penev ingres¨® en el partido, con alg¨²n efecto estimulante para su equipo ,que realiz¨® dos llegadas interrumpidas por Zubizarreta: la primera, naci¨® de un fallo de Hierro, un taconazo de Stoitchkov y un tiro envenenado que desvi¨® Zubizarreta en una intervenci¨®n primorosa; la segunda fue una incursi¨®n de Kostadinov, derribado por Zubizarreta en el ¨¢rea, pero el ¨¢rbitro no lo vio, dej¨® la mayor y los b¨²lgaros se quedaron sin penalti.
Espa?a hab¨ªa sacado un buen rendimiento a su arranque en el partido y a un f¨²tbol menos agarrotado que en los dos partidos anteriores. Un juego potable para las condiciones en las que estaba un equipo sometido a demasiadas tensiones. El segundo tiempo evit¨® cualquier tentaci¨®n academicista y cay¨® en un descontrol considerable. Campo largo para un partido sin centrocampistas. El juego fue y volvi¨® de un ¨¢rea a otra, con Espa?a, con goles. Al tercer gol -concretado por Morientes con mucha propiedad- sigui¨® el tanto de Kostadinov en un tiro que sorprendi¨® a Zubizarreta. A los b¨²lgaros les entr¨® un ligero entusiasmo que no tuvo mayores consecuencias. Estuvieron m¨¢s cerca de despe?arse que otra cosa: cualquiera de los numerosos contragolpes de la selecci¨®n espa?ola parec¨ªa definitivo.
Morientes marc¨® el tercero y el cuarto, pero que ya importaban poco. Qu¨¦ importaba. Hierro mir¨® al banco y recibi¨® las peores noticias. Paraguay ganaba a Nigeria. Hierro mir¨® a Sergi, y ¨¦ste a Alkorta, que se dirigi¨® a Nadal. El abatimiento era terrible. Este equipo, con tantas posibilidades, se enter¨® muy tarde de que el Mundial es una cosa demasiado seria para dejarse llevar por la irresponsabilidad de un entrenador que gener¨® un clima intolerable, por la falta de madurez de unos jugadores que terminaron enredados en conflictos para los que no estaban llamados y por la incompetencia de los dirigentes de la Federaci¨®n Espa?ola, incapaces de actuar con rapidez y determinaci¨®n para cerrar un problema que comenz¨® de forma artificial y termin¨® de forma devastadora.
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