Cinco golpes francos zurdos

1. Al frente de la FIFA (no poca cosa: del f¨²tbol mundial) hay un tonto demag¨®gico llamado Blatter, probable hombre de paja de otro tonto demag¨®gico, su antecesor eterno, Havelange. El Mundial transcurr¨ªa sin grandes esc¨¢ndalos ni calamidades hasta que el t¨ªtere Blatter vio que una entrada com¨²n y corriente a Ronaldo quedaba sin amonestaci¨®n. Al d¨ªa siguiente dijo a sus ¨¢rbitros: "Quiero m¨¢s expulsados". Y los siervos, obedientes y sin criterio, han hecho casi imposible a partir de entonces que un partido termine con 22 jugadores, esto es, que haya partidos sin adulterar. En cualquier encuentro, pero a¨²n m¨¢s en los importantes, deber¨ªa ocurrir algo grav¨ªsimo para que se echara a un futbolista. As¨ª se conceb¨ªa antes. La expulsi¨®n era la excepci¨®n, lo raro, lo an¨®malo, lo llamativo, y ten¨ªa que haber una raz¨®n de peso, a la que nadie objetara. Ahora el mu?ec¨®n exige que se convierta en la regla, y que si no hay motivo, se invente. Est¨¢ claro que es alguien que no entiende de f¨²tbol. No comprende que 11 contra 10, o contra nueve, ya no es nunca un partido, sino un asedio o un arrasamiento, escenas que la gente no est¨¢ muy interesada en ver. El pelele, muy ufano, se ha permitido elogiar su propia orden: "Con estos criterios, Van Basten no se habr¨ªa retirado antes de tiempo". Los demagogos recurren siempre a los sofismas tontos. Una entrada dura puede lesionar a un jugador de por vida o darle tan s¨®lo un susto. Pisar mal el c¨¦sped sin el bal¨®n en juego puede tener id¨¦nticas consecuencias. Qui¨¦n puede saber si Van Basten, al siguiente partido del ¨²ltimo que jug¨®, no habr¨ªa pisado mal el c¨¦sped.2. Con estas medidas, y por si no bastara lo natural, se castiga a los equipos modestos. Jamaica, T¨²nez, Camer¨²n, tendr¨¢n que defenderse si se enfrentan a Argentina, Alemania o Brasil. Al defender -y no poseer el bal¨®n- hay m¨¢s probabilidades de cometer falta que al atacar -y poseer el bal¨®n-. Esos equipos quedan condenados a sufrir expulsiones, como as¨ª ha sucedido. Si en el f¨²tbol cab¨ªa siempre la mayor sorpresa, ahora casi dejar¨¢n de existir, un paso m¨¢s para acabar con ¨¦l, por parte de quienes le sacan m¨¢s provecho. (No hay que olvidar que un gran jugador lo es hasta para esquivar las entradas: ni Di St¨¦fano ni Pel¨¦ ni Puskas ni Charlton ni Beckenbauer padec¨ªan apenas lesiones. Y no era porque los adversarios los respetaran).

3. Camer¨²n nunca acaba con 11 y le anulan goles. A Marruecos lo elimina un penalty que nunca se habr¨ªa pitado contra Brasil en un partido de trascendencia para Brasil. Jamaica y Jap¨®n aguantan el cero a cero, hasta que los dejan en inferioridad. Al organizador, Francia, le toca un grupo sin el menor peligro y ahora le vendr¨¢ Paraguay, qu¨¦ alivio. Alemania pisotea yugoslavos, pero las nuevas reglas no van con los ricos. Los pobres agachan la cabeza, aceptan su sino, se van. Piensan que ya es mucho que los hayan invitado al aperitivo. Espa?a ni siquiera ha aprendido a hacer rentable el gesto del rico.

4. El gran Raymond Kopa, antiguo extremo franc¨¦s del Madrid, lo ha dicho con claridad: "Ronaldo deber¨ªa trabajar su estrategia; yo la encuentro a veces un poco borrica". Ronaldo no es un grande, pese a la brutal campa?a de su promoci¨®n universal. Tras tres partidos, ha marcado un solo gol, como Ra¨²l, s¨®lo que el de ¨¦ste fue m¨¢s espectacular. Ronaldo no ha deslumbrado ninguna vez. Es potente y veloz, chuta mucho y no siempre bien, pero s¨ª lo bastante a menudo para marcar con facilidad, en pocas ocasiones con genialidad. Tambi¨¦n le salen partidos horribles, no se le tienen en cuenta. El principal motivo por el que no es un grande lo ha se?alado Kopa: no es inteligente; o quiz¨¢ no piense, s¨®lo act¨²a. S¨®lo los papanatas lo pueden comparar con Di St¨¦fano, Pel¨¦, Cruyff o Maradona. O con Van Basten. O hasta con Romario. O hasta con Bettega, f¨ªjense bien, que casi nadie recuerda ya. Con los a?os, y sin tanta velocidad, podr¨ªa acabar pareci¨¦ndose m¨¢s a Juanito. A Juanito G¨®mez, s¨ª, pero en m¨¢s alto.

5. De todos los disparates soltados por Clemente tras la eliminaci¨®n, a su hip¨®crita y ciza?ero amigo radiof¨®nico que lo meti¨® una hora entera en un jard¨ªn, aprovech¨¢ndose de su anonadamiento y sin dejarle ni secarse el sudor, el m¨¢s iluso y demencial -y los hubo para avisar al loquero- fue el siguiente: "No acepto la palabra fracaso. No fracasan quienes han trabajando tanto". Si el f¨²tbol no es un arte, se le parece mucho. Y en el arte nada cuentan el esfuerzo ni la buena voluntad. A Mozart le sal¨ªan obras geniales sin molestarse apenas. A muchos aplicados les salen patatas. El ¨¦xito y el fracaso no dependen del denuedo, ni de la honradez, ni de la insistencia, ni de la tarea. Cuando alguien pone todo eso para hacer una pel¨ªcula o escribir un libro, y le salen muy mal, otro alguien deber¨ªa decirle a ese autor: "No pierdas el tiempo. A los que triunfan tambi¨¦n se les tiene man¨ªa, ¨¦se no es el motivo. Anda, prueba a dedicarte a otra cosa".