Ca?onazos en Tiananmen
Cuando la banda del Ej¨¦rcito Popular de Liberaci¨®n (EPL) comenz¨® a tocar el himno norteamericano, al que luego seguir¨ªa el chino, comenzaron a retumbar en la plaza de Tiannamen los 21 ca?onazos de rigor. Bill Clinton, en cuyo honor sonaban la m¨²sica y las salvas, pens¨® en lo que mismo que pensaron los miembros de la delegaci¨®n norteamericana y los periodistas occidentales."Hace nueve a?os, ciudadanos chinos de todas las edades levantaron sus voces a favor de la democracia", dir¨ªa luego en la conferencia de prensa conjunta con Jiang Zemin. "Creo que lo que ocurri¨® aqu¨ª, el empleo de la fuerza y la p¨¦rdida tr¨¢gica de vidas, fue un error. Creo que las libertades de expresi¨®n, asociaci¨®n y religi¨®n son un derecho de todos los pueblos, que deber¨ªa ser protegido por sus Gobiernos".
Pero a las nueve de la ma?ana de ayer, Clinton estaba en la entrada del Gran Palacio del Pueblo, en Tiananmen, justo frente al obelisco donde los manifestantes de 1989 levantaron su Diosa de la Democracia. No hab¨ªa tenido otro remedio que participar en la ceremonia de bienvenida a la capital china que all¨ª le hab¨ªa organizado Jiang. Negarse a pisar la plaza, como le hab¨ªan pedido los congresistas republicanos, hubiera sido terminar con la visita.
A excepci¨®n de las delegaciones oficiales, los periodistas y los marciales soldados del EPL, la plaza estaba vac¨ªa, m¨¢s inmensa y desangelada que nunca. Las autoridades, temerosas de manifestaciones populares, hab¨ªan bloqueado todos sus accesos.
Nadie sabe qui¨¦n era aquel joven de camisa blanca y pantal¨®n oscuro que se plant¨® frente a los tanques en 1989, pero su recuerdo sigue pesando en las relaciones entre EE UU y una China que es ahora mucho m¨¢s abierta que en 1989. Clinton se lo record¨® ayer a Jiang, pero ¨¦ste no se achant¨®. "Si el Gobierno chino no hubiera adoptado firmes medidas, nuestro pa¨ªs no podr¨ªa disfrutar de la estabilidad que tenemos hoy", dijo.
Clinton pas¨® el mal trago porque cree que, casi una d¨¦cada despu¨¦s de aquellos sucesos, ha llegado el momento en que la ¨²nica superpotencia y el pa¨ªs m¨¢s poblado del mundo establezcan una relaci¨®n que amorgig¨¹e los enfrentamientos potenciales.
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