Sensatez en el Ulster
EL PROCESO de paz en Irlanda del Norte sigue avanzando. Tras las elecciones celebradas el jueves, los partidos moderados que hab¨ªan impulsado el acuerdo pueden contar con una mayor¨ªa suficiente para poner en pie las instituciones de autogobierno de la provincia. Y responder as¨ª a la reclamaci¨®n mayoritaria para que desaparezca el recurso a la violencia sectaria. Ha triunfado la sensatez. El gran ganador de estas elecciones ha sido John Hume, l¨ªder de los cat¨®licos moderados del Partido Socialdem¨®crata y Laborista (SDLP), arquitecto infatigable del acuerdo de paz, mu?idor de varias treguas del IRA desde 1994, y la persona que renunci¨® a la posibilidad de ser presidente de la Rep¨²blica de Irlanda para seguir luchando por la paz en el Ulster.David Trimble, previsiblemente, se convertir¨¢ la semana pr¨®xima en el ministro primero (first minister) del nuevo Ejecutivo. Trimble, con su moderaci¨®n y su apuesta por este proceso de paz, es el que m¨¢s ha arriesgado en t¨¦rminos pol¨ªticos. Una parte de su electorado le abandon¨® en el refer¨¦ndum del pasado 22 de junio sobre los acuerdos de paz, aprobado por un 71% de la poblaci¨®n. El respaldo fue abrumador entre los cat¨®licos, pero reflej¨® la divisi¨®n en el campo de los protestantes, sobre todo entre los partidarios de mantener los lazos con el Reino Unido. No fue una sorpresa, dado que la puesta en pr¨¢ctica del acuerdo significar¨¢, precisamente, cortar algunas amarras con Londres. Los resultados electorales han venido a confirmar que persiste este temor entre un sector de los unionistas.
No obstante, los partidos moderados gozar¨¢n de una c¨®moda mayor¨ªa para poner en pie las instituciones previstas. Con el objetivo de obligar a la cooperaci¨®n, el acuerdo alcanzado el pasado Viernes Santo estaba pensado para funcionar sobre la base de una estrecha colaboraci¨®n entre los partidos de Trimble y de Hume. Los dos, con sus esca?os y con los de otros peque?os grupos transcomunitarios partidarios tambi¨¦n de la paz, podr¨¢n, previsiblemente, gobernar.
Afortunadamente para todo el proceso, no parece que los protestantes radicales de Ian Paisley, que no han querido nunca o¨ªr hablar de un Gobierno compartido con los cat¨®licos y que no quisieron participar en las negociaciones previas, logren los 30 esca?os con los que podr¨ªan paralizar el funcionamiento de la Asamblea. Incluso aunque cuenten con el apoyo de otros partidos menores dispuestos igualmente a boicotear la paz. El relativamente buen resultado logrado por el Partido Democr¨¢tico Unionista indica, sin embargo, que Paisley representa no s¨®lo el pasado, sino una realidad presente en la sociedad protestante norirlandesa, y que a¨²n puede hacer mucho da?o en sus previsibles intentos de echar abajo cualquier iniciativa positiva. Y para ello pretender¨¢ entrar en el nuevo Ejecutivo, de 12 miembros.
El Sinn Fein, el brazo pol¨ªtico del IRA, ha logrado un buen resultado, aunque queda lejos del partido de Hume, lo que cuestiona su aspiraci¨®n de convertirse en el primer partido de los cat¨®licos norirlandeses. En todo caso, hoy por hoy, el Sinn Fein est¨¢ en una estrategia muy diferente a la de Paisley. Su l¨ªder, Gerry Adams, apoy¨® el acuerdo del Viernes Santo, pidi¨® el voto positivo en el refer¨¦ndum y aspira ahora a entrar en el Ejecutivo norirland¨¦s, a pesar de que nunca ha cruzado palabra con Trimble. Tendr¨¢ que prometer su renuncia a la violencia, algo que el IRA no ha hecho a¨²n, pero que pone en juego tambi¨¦n la liberaci¨®n de los presos.
El proceso de paz, como afirm¨® Trimble, sigue encarrilado. Todo el mundo es consciente, sin embargo, de que un accidente puede f¨¢cilmente sacarlo de la v¨ªa. Por ejemplo, el comienzo de la temporada de marchas desafiantes de grupos unionistas. Ayer hubo un aperitivo que desencaden¨® graves escenas de violencia, con cargas de la polic¨ªa contra grupos de cat¨®licos exasperados por una de estas comitivas. Incluso si se superan estos excesos, queda por desarrollar, y poner a funcionar, las instituciones y el desarme de los grupos paramilitares. Lo importante es que el deseo de paz haya penetrado profundamente en la sociedad norirlandesa, que, tras tres d¨¦cadas de violencia y 3.600 muertos, reclama ahora sensatez.
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