Las fidelidades de Rosa Aguilar
L a candidata de Izquierda Unida para la alcald¨ªa de C¨®rdoba es una mujer de ojos tristes que disfruta de muchas simpat¨ªas entre los periodistas. Es, quiz¨¢, la ¨²nica dirigente de IU que tiene buena fama entre los informadores y que mantiene buena relaci¨®n con todos. Su fama se la ha ido haciendo a base de cultivar su sentido de la lealtad, que los que la conocen destacan como la m¨¢s relevante de sus virtudes. Los periodistas dicen que es incapaz de mentir, por lo que todos la consideran una fuente fiable, que es lo m¨¢ximo que un informador puede esperar de un personaje. La fidelidad de Rosa Aguilar tiene adem¨¢s otros beneficiarios: su propio partido y Julio Anguita, que fue su mentor, la tuvo como concejal en el Ayuntamiento de C¨®rdoba y, posteriormente, la llev¨® a Madrid como portavoz del grupo parlamentario de IU en el Congreso de los Diputados. Pero Rosa Aguilar no se lleva bien con todo el mundo. Su desembarco en Madrid, hace cinco a?os, no fue f¨¢cil. No faltaron los chistes machistas como el que se cuenta que hizo por aquellos d¨ªas Felipe Alcaraz: "Ay, si mi madre supiera que a lo m¨¢s que he llegado ha sido a portavoz adjunto y teniendo por encima a una mujer...". Naturalmente, sus relaciones con Alcaraz dejan mucho que desear, aunque peores son todav¨ªa las que mantiene con Antonio Romero. La llegada de Rosa Aguilar a Madrid fue saludada por Romero con la difusi¨®n de una serie de chascarrillos -adem¨¢s, falsos- sobre supuesta vida sexual. El hoy concejal del Ayuntamiento malague?o adobaba la maledicencia con toda serie de detalles embusteros. Evidentemente, desde entonces Antonio Romero y Rosa Aguilar no son muy amigos. Rosa Aguilar logr¨® superar sin grandes traumas estas resistencias. No hay duda de que esta mujer de aspecto fr¨¢gil, es mucho m¨¢s firme de lo que aparenta y se siente pol¨ªticamente poco vulnerable. Es capaz de mantener sin disimulo algunas fidelidades que deben de estar bastante mal vistas entre sus compa?eros de partido, lo que no s¨®lo es muestra de lealtad, sino de fortaleza. Porque una de las personas por las que Rosa Aguilar siente lealtad es un viejo y valeroso dirigente comunista, que es hoy casi un proscrito. Una vez al mes, se ve con Sim¨®n S¨¢nchez Montero y no hace nada por ocultar su relaci¨®n con ¨¦l. A pesar de que el PCE e IU boicotearon el acto de la presentaci¨®n de sus memorias, Rosa Aguilar no s¨®lo fue la ¨²nica militante de ambas formaciones que asisti¨®, sino que, incluso, lo present¨®. Los que la conocen dicen que ha cambiado mucho en los ¨²ltimos a?os: ha adelgazado, ha mudado su peinado, cuida m¨¢s su forma de vestir y sonr¨ªe con m¨¢s frecuencia. Hay quienes achacan este cambio a razones personales y quienes ven causas pol¨ªticas en esta suave metamorfosis: intentar¨ªa estar m¨¢s presentable para representar mejor a IU, dicen unos. El buen humor, dicen otros, le habr¨ªa rebrotado una vez que desapareci¨® de la pol¨ªtica esa gran obsesi¨®n de IU que fue Felipe Gonz¨¢lez. Rosa Aguilar obedece al perfil de la progre de los a?os setenta. Su biograf¨ªa responde por completo a este perfil: en los ¨²ltimos a?os de la vida de Franco comienza a militar en grupos cristianos de izquierda y de ah¨ª pasa al PCE. Su apariencia f¨ªsica tiene bastante que ver tambi¨¦n con ese perfil de progre veterana. Su madre fue su primera -y, probablemente ¨²nica- asesora de imagen. Asist¨ªa a sus primeros m¨ªtines, criticaba su desali?o y no paraba de aconsejarle sobre c¨®mo deb¨ªa de comportarse en p¨²blico. Hija de una familia de clase media de C¨®rdoba, su vida cambi¨® cuando a los siete a?os muri¨® su padre, llev¨¢ndose, como se dec¨ªa entonces, la llave de la despensa. Estudi¨® a base de becas, hizo Derecho y compagin¨® trabajo y compromiso pol¨ªtico en la asesor¨ªa jur¨ªdica de Comisiones Obreras. Tan prematura orfandad explica, probablemente, algunos de los rasgos de su car¨¢cter, el fondo de tristeza de su mirada, su esp¨ªritu luchador, as¨ª como la fidelidad que guarda a su mentor, Julio Anguita, o el respeto filial, casi fervoroso, por el hist¨®rico S¨¢nchez Montero. No s¨®lo ha buscado padres pol¨ªticos, sino que tambi¨¦n ha jugado, sin querer, el papel de benjamina, a lo que contribuye bastante su aspecto algo ani?ado. Casi siempre ha sido la m¨¢s joven de entre todos los que la rodeaban. Cuando lleg¨® a Madrid, era tambi¨¦n la de menor edad de su grupo parlamentario, lo que no le impidi¨® hacerse con el control, a pesar de las zancadillas y los chascarrillos machorrones. Hasta que lleg¨® a Madrid, toda su vida pol¨ªtica se he desarrollado en C¨®rdoba, ciudad para la que ser¨¢ candidata a alcaldesa en las pr¨®ximas elecciones municipales. Periodistas que la han tratado en Madrid dicen que siempre consider¨® un par¨¦ntesis su residencia en la capital y que no dej¨® de alimentar la nostalgia por su ciudad natal. Con Julio Anguita, adem¨¢s de fidelidades -que est¨¢n por ver si se corresponden sim¨¦tricamente-, comparte una afici¨®n: deambular a solas de noche por la ciudad desierta. Nadie podr¨¢ negarle que, al menos, conoce C¨®rdoba muy bien.
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