Aires salmantinos en la Monumental
Louro / Moreno, S¨¢nchez, GallegoCuatro toros de Ernesto Louro, 2?, de Antonio P¨¦rez y 6? de Justo Nieto, desiguales de presencia y de poco juego, salvo el 3?. Manuel Moreno, nuevo en esta plaza: silencio en los dos. Andr¨¦s S¨¢nchez: aviso y silencio; silencio. Pepe Luis Gallego: oreja y aplausos. Plaza Monumental, 28 de junio. Un cuarto de entrada.
Los aires salmantinos de esta tarde torera han estado en dos diestros nacidos en esta tierra. No en el ¨²nico astado perteneciente a una vacada que pasta en aquellos pagos ganaderos, un feo y prestado ejemplar de AP, que dio muy poco juego. Los cuatro toros portugueses de Louro, desiguales en su presentaci¨®n, tuvieron genio el primero, nobleza el tercero y mansedumbre absoluta cuarto y quinto, despu¨¦s de los cuales parec¨ªa iba a salvarse de la quema el que cerr¨® plaza, aunque luego se quedase muy corto, andar¨ªn y tirando cornaditas.
De Salamanca han venido los aires toreros que han dado algo de tono al pl¨²mbeo junio taurino barcelon¨¦s. Aires que han demostrado qiue entre los modestos tambi¨¦n hay diestros que torean muy bien. Se trataba de Andr¨¦s S¨¢nchez y de Pepe Luis Gallego, ¨¦ste ¨²ltimo en sustituci¨®n de Rondino, que s¨®lo hab¨ªa toreado en la Monumental una novillada en 1993. Junto a los dos salmantinos, el veterano portugu¨¦s Manuel Moreno estuvo como invitado de piedra, desbordado y movido con el violento primero y con la excusa en el cuarto de tener delante un aut¨¦ntico marrajo.
Andr¨¦s S¨¢nchez estuvo importante con su primero, reserv¨®n, paradote y mansurr¨®n. Parece imposible que cuando se torea tan poco se pueda estar, ante un animal tan deslucido, con esa seriedad, esa firmeza y esa torer¨ªa. Alarg¨® algo la faena y el animal echaba la cara arriba a la hora de entrar a matar, por lo que S¨¢nchez fall¨® repetidas veces, perdiendo el bien ganado trofeo.
El quinto fue un aut¨¦ntico mulo, que hu¨ªa hasta de su sombra. No ten¨ªa un pase y Andr¨¦s S¨¢nchez lo liquid¨® con brevedad. Actuaci¨®n no de relumbr¨®n, pero propia de un buen torero, que sabe lo que se trate entre manos.
Pepe Luis Gallego fue una agradable sorpresa. Tuvo la suerte de que le tocase la ¨²nica res aprovechable del muestrario ganadero, el tercero, con el que comenz¨® la faena por estatutarios. No se acopl¨® inmediatamente, pero cuando lo hizo surgi¨® un toreo hondo y de mucho sabor. Los deseos de triunfo le hicieron perder en alg¨²n momento la deseable despaciosidad, pero la faena tuvo muy buen nivel. Adem¨¢s, acert¨® el primer envite con la espada, en una buena estocada y cort¨® con toda justicia una oreja, la ¨²nica de la tarde y la ¨²nica concedida a un matador de toros en este taurino mes de rebajas en Barcelona.
El sexto cre¨® muchas dificultades en el tercio de banderillas y Jos¨¦ Luis Gallego, que hab¨ªa toreado muy bien con el capote, crey¨® ver algo en ¨¦l, porque lo brind¨® al p¨²blico. Luego, la res fue a menos ostensiblemente y Gallego, a pesar del buen aire torero y su disposici¨®n no pudo conseguir el mismo lucimiento que en el anterior. Breve con el estoque, dej¨® deseos de verle otra vez.
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