Los hermanos Dalton
Michael y Brian Laudrup conducen a Dinamarca a una aplastante victoria
![Santiago Segurola](https://imagenes.elpais.com/resizer/v2/https%3A%2F%2Fs3.amazonaws.com%2Farc-authors%2Fprisa%2Fe505581b-3596-4161-bc77-1816c8c68bf7.png?auth=d22627484165dfcb062103e8d1fdebeb92a54c13220f4fd6553111e786e168fa&width=100&height=100&smart=true)
En un partido descontrolado, a favor de obra, los hermanos Laudrup son los hermanos Dalton. Nigeria les ofreci¨® la noche perfecta. Se abandon¨® en el centro del campo, cedi¨® espacios asombrosos en la l¨ªnea defensiva y dej¨® a los Laudrup lo que m¨¢s quieren: la pelota y el sitio. Con eso, con el apoyo espl¨¦ndido del centrocampista Helveg y con el poderoso Moller para imponer su f¨ªsico, Dinamarca aplast¨® a Nigeria, que jug¨® seg¨²n el viento racheado que afecta a sus futbolistas. S¨®lo Okocha ofreci¨® una imagen consistente, neg¨¢ndose a la derrota con esfuerzo y clase. Dinamarca sali¨® con el 1-0 del vestuario. Esa ventaja imprevista se concret¨® en la primera jugada del encuentro, una acci¨®n que revel¨® las carencias de los defensas y la suprema habilidad de Michael Laudrup, que recibi¨® un pase largo desde el medio, lo baj¨® con un control perfecto y cedi¨® la pelota con un delicada toque de izquierda. Por detr¨¢s lleg¨® Moller, un tallo respetable que se destap¨® con un tiro espectacular: de zurda, con la badana exterior. Un gol irreprochable en su dise?o, aunque son cuestionables los recursos de una defensa que mir¨® y no marc¨®.Si se mira a Michael Laudrup se produce un efecto fascinante. Si se mira a su hermano Brian, tambi¨¦n. Es algo hipn¨®tico, provocado por la magia y la sorpresa de los jugadores que disponen de una relaci¨®n especial con la pelota. En el sentido m¨¢s t¨®pico de la palabra, son nigerianos. Les gusta el juego por el juego, sin las obligaciones que tanto se requieren en el f¨²tbol actual. Michael Laudrup es un jugador que desaparece literalmente del ecosistema del f¨²tbol. Por edad y por sus caracter¨ªsticas. Es ¨¦l y el bal¨®n, preferiblemente al pie. Todo lo dem¨¢s -el combate, la fiabilidad t¨¢ctica, los desmarques esforzados- no se lo pidan, y mucho menos ahora, cuando est¨¢ a pocos minutos de su retirada. Pero su poder de fascinaci¨®n permanece intacto.
Nigeria hizo todo lo posible por perder. Primero se desentendi¨® de los Laudrup, sin comprender que eso les traer¨ªa consecuencias terribles. Tampoco tuvo la actitud precisa para recuperarse tras los dos primeros goles de Dinamarca. Jug¨® con un aire mortecino, el peor de los defectos para un equipo con una tendencia natural al desorden. Sin vitalidad, Nigeria fue muy poca cosa. Acept¨® el resultado con una desgana escandalosa en varios de sus jugadores. El primero, Finidi. Su actuaci¨®n en este Mundial ha sido decepcionante, pero ante Dinamarca alcanz¨® un grado m¨ªnimo. No intent¨® nada, ajeno a un partido que desprestigi¨® a una selecci¨®n que hab¨ªa levantado un gran entusiasmo.
Lo m¨¢s probable es que Nigeria estuviera sobrevalorada. Con la voluntad de aceptar todos los t¨®picos -la naturalidad de sus futbolistas, el car¨¢cter ingenuo de su f¨²tbol, su falta de rigor acad¨¦mico- se hab¨ªa llegado a la conclusi¨®n de que Nigeria era una potencia. No lo es. Hay apuntes, datos de tal o cual jugador, pero la suma de las partes todav¨ªa es defectuosa. Se vio en este partido crucial, donde los ¨²nicos nigerianos -por volver al t¨®pico- fueron los Laudrup. Mientras pudo, Okocha se resisti¨® a la derrota. Lo hizo con destellos magn¨ªficos y con el valor que les faltaba a los dem¨¢s. Tampoco Kanu se arrim¨®. Dej¨® dos cositas, especialmente un taconazo que Okocha estuvo a punto de convertir en gol, pero hab¨ªa un aire indolente en todas sus acciones. Y as¨ª uno por uno. En este ambiente, no cab¨ªa otro ganador que Dinamarca, que maniobr¨® con el viento de cola. Se encontr¨® en la situaci¨®n ideal y la aprovech¨®. Aunque su calidad est¨¦ por debajo del resultado, y eso se comprobar¨¢ muy posiblemente frente a Brasil, su actuaci¨®n fue muy meritoria. Fuera del universo Laudrup, Helveg dio un curso en el centro del campo. El t¨ªpico futbolista inteligente e industrioso, conocedor del juego y comprometido con su equipo. Un tipo necesario para salvaguardar a Laudrup de cualquier funci¨®n desagradable.
Pero el h¨¦roe fue Brian Laudrup, que le hizo un roto a Babayaro. Laudrup entendi¨® la naturaleza del partido y las graves carencias de su marcador. Cada mano a mano fue una alarde del delantero dan¨¦s. En las condiciones en las que se mov¨ªa el partido, lo natural era la llegada de goles daneses. Se concretaron cuatro, algunos de ellos de forma maravillosa, como el pase de Michael Laudrup a Sand en el tercer gol, un sombrero por encima del central que nos devolvi¨® su imagen de jugador irrepetible.
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