Los chinos descubren el talante reformista del presidente Jiang Zemin
Jiang Zemin es el gran descubrimiento para el pueblo chino del viaje a su pa¨ªs de Bill Clinton. Pek¨ªn no hablaba ayer de otra cosa. Resulta que el presidente de la Rep¨²blica Popular China y secretario general de su Partido Comunista no es ese funcionario gris que se limita a leer mon¨®tonamente discursos que no cuentan nada nuevo. Jiang improvisa, bromea, acepta cr¨ªticas con tolerancia, contraataca con firmeza pero sin perder la cortes¨ªa y sazona con frases en ingl¨¦s el chino mandar¨ªn.
?sta fue la sorpresa que decenas de millones de chinos recibieron el s¨¢bado, al contemplar en directo en televisi¨®n la conferencia de prensa conjunta de Clinton y Jiang en el Gran Palacio del Pueblo, convertida en un debate entre los dos l¨ªderes sobre disidencia, derechos humanos, Taiwan y el Dalai Lama. "La gente no sab¨ªa muy bien qui¨¦n es Jiang, no se lo imaginaba tan abierto; siempre lo hab¨ªan visto muy serio en actos oficiales", dec¨ªa ayer un corresponsal pol¨ªtico de la agencia oficial Xinhua.De esa opini¨®n era James Sasser, embajador de EE UU en Pek¨ªn. "Jiang", dijo Sasser, "se arriesg¨® con la conferencia de prensa del s¨¢bado, y no s¨®lo ante el pueblo chino sino ante algunos de sus colegas del Gobierno. Es un hombre brillante y audaz, y disfrut¨® mucho durante su debate con Clinton. Los dos hicieron un buen trabajo. El pueblo chino s¨®lo habla hoy de lo visto en la televisi¨®n".
Jiang deseaba una larga visita de Estado de Clinton para reforzar ante el pueblo chino su imagen de l¨ªder prestigioso, reformista y abierto al mundo, para situarse a la altura de Mao Zedong, Zhou Enlai y Den Xiaoping. A¨²n faltan cinco d¨ªas para que concluya el viaje de Clinton, pero el objetivo parece cumplido.
Clinton, visitando ayer la Ciudad Prohibida, volvi¨® a elogiar el proceso de transformaci¨®n en China. "En los ¨²ltimos 25 a?os", dijo, "este pa¨ªs ha cambiado mucho". ?Lo suficiente?, le pregunt¨® un periodista. "Desde ayer (el s¨¢bado), me siento bastante mejor", respondi¨®.
La confianza de Clinton en su anfitri¨®n le llev¨® el s¨¢bado a hacer una apuesta personal. Despu¨¦s de discutir con Jiang sobre Tibet, Clinton dijo: "Voy a decir algo que quiz¨¢s sea impopular para unos y otros. He pasado tiempo con el Dalai Lama y creo que es un hombre honesto, y tambi¨¦n creo que si tuviera una conversaci¨®n directa con el presidente Jiang, los dos se caer¨ªan muy bien". Jiang ri¨® el comentario.
Una nube asfixiante de contaminaci¨®n cubr¨ªa ayer Pek¨ªn y, como en todas las ciudades chinas, la primera impresi¨®n para el visitante extranjero era la provocada por la cantidad de seres humanos. Pero una segunda mirada revelaba que todo el mundo vest¨ªa ropas occidentales -la mayor¨ªa de las chicas en minifalda- y que miles de hombres y mujeres llevaban a la cintura buscapersonas o tel¨¦fonos m¨®viles.
Salvo los edificios y s¨ªmbolos de la plaza de Tiananmen, Pek¨ªn tiene poco que ver con la imagen que transmit¨ªa en la ¨¦poca del mao¨ªsmo. Florecen los rascacielos, abundan los McDonalds, se consumen r¨ªos de Coca-Cola, se escucha hasta el hast¨ªo el tema de Titanic, se ofrecen conexiones a Internet... La capital china se est¨¢ incorporando a la modernidad tecnol¨®gica y consumista a velocidad de v¨¦rtigo.
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