La risa
BEGO?A MEDINA Dicen que la risa es tan sana que rejuvenece, y debe ser verdad; es una manifestaci¨®n de contento, de diversi¨®n, de regocijo, y por eso a todos nos gusta re¨ªr. Covarrubias, m¨¢s cr¨ªtico, opina que "el reyr mucho arguye poco juizio y liviandad del coraz¨®n. Y no hay cosa m¨¢s fr¨ªa que risa sin tiempo". Tambi¨¦n tiene raz¨®n, pues el sentido del humor del que hacemos gala los andaluces es una bendici¨®n cuando ingenioso, alegre e incluso cr¨ªtico, pero deja de serlo cuando se pasa de la raya en su acidez o resulta inoportuno. Seg¨²n Bergson, la risa comienza cuando una persona resbala con una c¨¢scara de pl¨¢tano, mientras dura el revoloteo por conservar el equilibrio, pero termina, creo, al contemplar a esa misma persona dolorida en el suelo. Se provoca la risa para mantener el inter¨¦s y conservar la atenci¨®n, sirve para animar a una reuni¨®n y para seducir, como arma ofensiva o defensiva y tambi¨¦n como recurso para salir de un trance sin perder la dignidad. A veces puede resultar desconcertante, tal como una carcajada que recuerdo en un circo, larga, sola, escandalosa e incomprensible mientras los equilibristas nos manten¨ªan a los espectadores con el coraz¨®n en un pu?o. Y a veces llama a otras risas como un consuelo; en un relato, por ejemplo, o una pel¨ªcula cuyo drama o violencia llega a ser tan catastr¨®fica que los asistentes se remueven en los asientos inc¨®modos y consternados hasta que alguien se r¨ªe ofreciendo la oportunidad de mirar u o¨ªr el desatino desde el punto de vista del rid¨ªculo. Le tenemos mucho respeto a la risa, m¨¢s que al llanto; te puede desarmar en un instante cualquier drama que te montes, y despu¨¦s est¨¢ tambi¨¦n el miedo a que te cojan in flagranti en una falta de sentido del humor. Por eso nos re¨ªmos a veces sin motivo justificado, porque toc¨® el momento de re¨ªrse y se r¨ªen los dem¨¢s, o, sencillamente, por error. Hace unos d¨ªas, varios interinos del SAS se quitaban la ropa en plan Full Monty, en la Avenida de la Constituci¨®n, como protesta por su situaci¨®n laboral. Tal como en la pel¨ªcula, provocaban la sonrisa para llamar la atenci¨®n sobre un hecho que nada tiene de c¨®mico. Sonre¨ªa quien se paraba a verles, pero hubo quien se tom¨® aquello por un espect¨¢culo complaciente y ech¨® de menos en voz alta la presencia de chicas. Algo similar ha debido ocurrir con el secuestro de los 130 pasajeros que salieron en avi¨®n desde Sevilla con destino a Barcelona. Creo que Justo Navarro tiene raz¨®n en no ver la gracia de provocar la angustia y la alarma de tantas personas, aunque sea el producto de un trastorno mental y se lleve a cabo a trav¨¦s de un enga?o tan elemental, y al mismo tiempo tan eficiente, como result¨® el mando a distancia de una televisi¨®n. A nadie de los que nos libramos nos hubiera gustado estar all¨ª, y no es precisamente por el sentido del rid¨ªculo. Alguna que otra risa al recibir la noticia del feliz desenlace se debi¨®, sin duda, al nerviosismo. En cualquier caso hay gustos para todo, para re¨ªr y para llorar. No hay m¨¢s que ver cu¨¢ntos han llorado el resultado del mundial de f¨²tbol.
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