Un acuerdo necesario
Los trabajos del Consell Valenci¨¤ de Cultura (CVC) para elaborar un dictamen que ponga fin a la pol¨¦mica ling¨¹¨ªstica han entrado en la recta final. Hoy mismo se celebran dos reuniones que pueden resultar determinantes para el ¨¦xito o el fracaso de las tareas que las Cortes Valencianas, a iniciativa del presidente de la Generalitat, Eduardo Zaplana, encomendaron al CVC. De un lado, los miembros de la ponencia que ha de elaborar el informe definitivo vuelven a encontrarse en un intento de encontrar una redacci¨®n que sortee los escollos que plantea una cuesti¨®n tan controvertida como es la del origen y filiaci¨®n de la lengua de los valencianos. De otro, el Institut Interuniversitari de Filologia Valenciana ha convocado a sus integrantes para fijar una posici¨®n sobre el pacto ling¨¹¨ªstico. Nos encontramos, pues, ante una fecha especialmente significativa. Qu¨¦ duda cabe que la pol¨¦mica que nos ocupa tiene unos or¨ªgenes sociales y pol¨ªticos. El debate, que durante a?os ha provocado enfrentamientos apasionados e incluso virulentos entre los valencianos, no tiene ning¨²n sentido desde el punto de vista cient¨ªfico y universitario. El valenciano es una variante dialectal del catal¨¢n y poco m¨¢s hay que a?adir al respecto. Pero enfocar la soluci¨®n al problema exclusivamente desde el punto de vista acad¨¦mico ser¨ªa tanto como ignorar, de forma consciente y premeditada, las confrontaciones que en los ¨²ltimos lustros han dividido a nuestra sociedad en dos bloques aparantemente irreconciliables: blaveros y catalanistas. La tarea que se ha impuesto el CVC implica la b¨²squeda de una f¨®rmula que respetando los criterios cient¨ªficos y filol¨®gicos pueda ser asumida por amplios sectores sociales, refractarios e incluso combativos a cuanto emana del mundo universitario. El descubrimiento de esta especie de piedra filosofal obliga, como se ha podido comprobar, a per¨ªfrasis extra?as que bordean el esperpento. Con todo, no es esto lo m¨¢s importante. Mucho m¨¢s significativo es que esa complicada y cuasi rid¨ªcula definici¨®n encierre la verdad cient¨ªfica. Dicho sea con m¨¢s claridad, que reconozca la unidad idiom¨¢tica existente entre la Comunidad Valenciana, Catalu?a y las Baleares. Y, por sorprendente que parezca, la afirmaci¨®n de que el valenciano "forma parte del sistema ling¨¹¨ªstico propio de los territorios hisp¨¢nicos de la antigua Corona de Arag¨®n" reconoce esa unidad. Vale decir, adem¨¢s, que tan rebuscada redacci¨®n parte de la propia Universidad de Valencia. El recorrido realizado desde que las Cortes encargaron al CVC la realizaci¨®n del dictamen no es despreciable. Por eso resultar¨ªa especialmente da?ino que justo en el ¨²ltimo recodo del camino, intereses personales y partidistas lograran hacer descarrilar un veh¨ªculo que tan trabajosamente avanza. En este sentido es especialmente importante la reuni¨®n del Institut Interuniversitari. El mundo acad¨¦mico tiene la obligaci¨®n de velar por el rigor cient¨ªfico de cuantos acuerdos pueda alcanzar el Consell Valenci¨¤ de Cultura. Demasiados precedentes abonan la desconfianza respecto de las buenas intenciones que pueda tener una derecha que ha hecho de la pol¨¦mica ling¨¹¨ªstica uno de sus principales activos pol¨ªticos. Aunque tambi¨¦n es cierto que nunca hasta ahora esa misma derecha se ha mostrado tan abierta a un acuerdo, por m¨¢s que sea de m¨ªnimos. Desaprovechar esta oportunidad con posiciones maximalistas supondr¨ªa cometer un error que implicar¨ªa unos costes imprevisibles. De ah¨ª la conveniencia de mostrarse flexibles en lo que no suponga una renuncia a la ra¨ªz cient¨ªfica y filol¨®gica y en la exigencia de un organismo normativo en el que la Universidad tenga una amplia presencia. Por otro lado, tambi¨¦n resultan comprensibles los escr¨²pulos de Esquerra Unida y de Uni¨®n Valenciana. De una manera un tanto torpe PP y PSOE han marginado a estos dos partidos en sus negociaciones bilaterales. Pero ello no es raz¨®n suficiente para impedir, por cuestiones partidistas, un acuerdo necesario y trascendental para los valencianos.
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