Los socialistas lusos renuncian a tramitar su ley del aborto en esta legislatura
Crisis en el PS tras la alta abstenci¨®n registrada en el refer¨¦ndum del domingo
El grupo parlamentario socialista acord¨® ayer por unanimidad suspender durante esta legislatura la tramitaci¨®n de la ley sobre la despenalizaci¨®n del aborto en las diez primeras semanas de embarazo, proyecto que hab¨ªa sido aprobado en el Parlamento a iniciativa de las Juventudes Socialistas. El fracaso del primer refer¨¦ndum de la historia democr¨¢tica de Portugal (registr¨® un 68% de abstenci¨®n y, por tanto, no es vinculante) desatar¨¢ una tormenta pol¨ªtica en el seno del Partido Socialista por su absoluta inhibici¨®n durante la campa?a electoral.
A pesar de que la consulta de este pasado domingo no es vinculante (se requer¨ªa un m¨ªnimo del 50% de participaci¨®n), la liger¨ªsima victoria del no -51,9% de los votos- ha provocado que los socialistas asuman falta de legitimidad para seguir adelante con el proyecto que lograron aprobar, en una primera fase, en la Asamblea de la Rep¨²blica.De esta forma, el proyecto despenalizador queda aparcado hasta la pr¨®xima legislatura -las pr¨®ximas elecciones est¨¢n previstas para octubre de 1999-, aunque los efectos del fracaso del refer¨¦ndum se har¨¢n sentir en las filas socialistas.
El dirigente del sector cr¨ªtico del PS, Manuel Alegre, critic¨® impl¨ªcitamente al primer ministro socialista Ant¨®nio Guterres, cat¨®lico practicante y opuesto a la despenalizaci¨®n, por el hecho de que la c¨²pula socialista fuera permeable a las presiones de la Iglesia. La conocida postura del primer ministro socialista provoc¨®, bajo el argumento de permitir la libertad de conciencia, la ausencia de una campa?a institucional del partido que, seguramente, hubiera variado por completo la participaci¨®n en la consulta y, tambi¨¦n, el signo de su resultado.
A juicio de Alegre, la ausencia de una posici¨®n oficial del PS y su desmovilizaci¨®n tuvieron una influencia decisiva en el resultado del refer¨¦ndum. Si el PS se hubiera involucrado en la campa?a el resultado habr¨ªa sido ciertamente otro.
Alegre reconoci¨® que no existe ninguna necesidad de convocar el refer¨¦ndum y extrajo del alto ¨ªndice de abstenci¨®n una lectura positiva: "Los ciudadanos no quisieron decidir. Hay una gran derrota del refer¨¦ndum. La Asamblea de la Rep¨²blica ten¨ªa toda la legitimidad para decidir y la consulta se hizo para bloquear una decisi¨®n leg¨ªtima de la Asamblea debido a las presiones de la jerarqu¨ªa eclesi¨¢stica".
La incoherencia del PS en este asunto le ha llevado hasta las m¨¢s altas cotas del desprop¨®sito, al borde del absoluto rid¨ªculo. Completamente sumiso ante la conocida postura de su l¨ªder, el PS abdic¨® de organizar una campa?a electoral y lleg¨® hasta el punto de que muchos de sus tiempos de antena en televisi¨®n se repart¨ªan entre el s¨ª y el no. Todo ello despu¨¦s de haber jurado ante lo divino y lo humano que no convocar¨ªa un refer¨¦ndum para despenalizar el aborto. Lo m¨¢s parad¨®jico lleg¨® una semana despu¨¦s de que el Parlamento aprobara el citado proyecto. Cuando la izquierda progresista saboreaba un ¨¦xito largamente deseado, el primer ministro acord¨® con el l¨ªder de la oposici¨®n la convocatoria del refer¨¦ndum, ante la incredulidad y la sumisi¨®n de los dirigentes de sus propias filas. Ninguno de ellos se atrevi¨® a cuestionar la decisi¨®n.
Silencios y convicciones
Incluso ahora, tras el rotundo fracaso del primer refer¨¦ndum de la historia democr¨¢tica portuguesa, los socialistas guardan silencio frente a la figura de su l¨ªder. Ni el propio Manuel Alegre se ha atrevido a criticar expl¨ªcitamente al primer ministro. S¨®lo ha hablado de la c¨²pula del PS. Lo mismo ha ocurrido con el l¨ªder de las Juventudes Socialistas y promotor del proyecto despenalizador, S¨¦rgio Sousa Pinto. El dirigente juvenil y diputado afirma ser el gran derrotado de esta consulta, y garantiza que no tomar¨¢ en el Parlamento ninguna iniciativa que pueda cuestionar el resultado de la consulta aunque no haya sido vinculante. Ni una palabra ha salido de su boca, al menos p¨²blicamente, sobre la ausencia de campa?a del PS y la expl¨ªcita oposici¨®n de Ant¨®nio Guterres al proyecto. A pesar de su prometido silencio durante la campa?a, Guterres aprovech¨® el ¨²ltimo d¨ªa para reiterar que el debate social no hab¨ªa alterado su convicci¨®n que es bien conocida por todos los portugueses.
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