La ONU acepta la prioridad del hombre sobre la mujer en la sanidad de Afganist¨¢n
Duras cr¨ªticas al acuerdo firmado entre Naciones Unidas y el r¨¦gimen de los talib¨¢n
La ONU firm¨® el pasado mayo un memor¨¢ndum de colaboraci¨®n con los talib¨¢n afganos en el que acepta que el acceso de las mujeres a la educaci¨®n y a la sanidad se lleve a cabo en "concordancia con las reglas isl¨¢micas y la cultura afgana" y se otorga a los hombres, de hecho, la prioridad para estudiar y recibir cuidados m¨¦dicos. El acuerdo, que ni siquiera respetan los islamistas radicales, ha provocado una oleada de cr¨ªticas por parte de algunas organizaciones humanitarias que operan en el pa¨ªs y de otras instituciones internacionales, como la Comisi¨®n Europea.
Con el aparente prop¨®sito de trabajar con un mayor margen de maniobra en un pa¨ªs cuyas autoridades hacen una interpretaci¨®n ultrarigorista de la sharia (ley isl¨¢mica), el coordinador adjunto de la ayuda humanitaria de la ONU, Martin Griffiths, suscribi¨® el 13 de mayo con el ministro afgano de Planificaci¨®n, Mohamad Qari Deen, un memor¨¢ndum que contiene m¨²ltiples concesiones a los islamistas radicales que gobiernan en Kabul.La comisaria europea de ayuda humanitaria, Emma Bonino, ha pedido a sus colaboradores que adviertan a la ONU de que se est¨¢ "dejando atrapar en una dif¨ªcil situaci¨®n en la que su independencia puede ser puesta en tela de juicio". "(...) El acuerdo da la impresi¨®n de que la posici¨®n de la ONU va a ser m¨¢s d¨¦bil despu¨¦s de su conclusi¨®n que antes porque ha cedido mucho m¨¢s que los talib¨¢n", se?ala una carta enviada desde Bruselas a la sede de Naciones Unidas en Nueva York.
Tras reconocer que "las dificultades econ¨®micas y las tradiciones culturales espec¨ªficas" dificultan el acceso de hombres y mujeres a la educaci¨®n y a la sanidad, el convenio firmado entre la ONU y los talib¨¢n a?ade: "En consecuencia, el acceso de las mujeres y su participaci¨®n en la sanidad y la educaci¨®n ser¨¢ necesariamente gradual". En claro, los hombres tienen la prioridad.
Otro aspecto criticado del memor¨¢ndum es que estipula que la ONU contratar¨¢ a sus empleados locales teniendo en cuenta, entre otros criterios, el "respeto a los valores isl¨¢micos y las tradiciones". Biograf¨ªas de los aspirantes a un empleo ser¨¢n entregadas por Naciones Unidas al Ministerio de Asuntos Exteriores afgano, que dispondr¨¢ de diez d¨ªas para pronunciarse sobre la contrataci¨®n. "Esto es abrir la puerta a la discriminaci¨®n religiosa o sexual", denuncia la carta de Bruselas, con tanta m¨¢s raz¨®n que los talib¨¢n rechazan que las mujeres ocupen un puesto de trabajo excepto en centros sanitarios oficiales que no atiendan a pacientes masculinos.
Advertencia
Griffiths se comprometi¨® tambi¨¦n, por escrito, a preparar los planes anuales de la ONU "consultando al ministro de Planeamiento". ?sta es la gota de agua que hizo desbordar el vaso y que incita a la Comisi¨®n Europea a formular una amenaza: "Se abre un interrogante sobre qui¨¦n va a pagar por los compromisos adquiridos, por ejemplo la rehabilitaci¨®n de hospitales, por la ONU. No ser¨¢ f¨¢cil para la Oficina Humanitaria de la Comunidad Europea y, probablemente, para otros donantes de ayuda, aprobar fondos para proyectos que deben ser discutidos con los talib¨¢n y cuyos trabajadores son elegidos por ellos".No ha bastado con haber hecho aquiescencia ante las exigencias de los ultrarradicales islamistas para que ¨¦stos depongan su actitud. Al contrario, a lo largo de este mes la han endurecido, suscitando una cascada de protestas de la ONU porque, asegura, no respetan la letra ni el esp¨ªritu del memor¨¢ndum. Sus recientes iniciativas "van a tener consecuencias devastadoras sobre el bienestar de muchas de las gentes m¨¢s necesitadas empezando por las mujeres y los ni?os", seg¨²n denunci¨® Naciones Unidas, el 17 de junio, en un comunicado publicado en Islamabad.
El Ministerio de Sanidad afgano complic¨®, el jueves pasado, un poco m¨¢s la existencia de las mujeres afganas al prohibir a los m¨¦dicos y personal sanitario atenderlas si no acuden a la consulta acompa?adas por alg¨²n pariente cercano que sea hombre. Las m¨¢s perjudicadas ser¨¢n las 30.000 viudas de guerra, muchas de las cuales carecen de familiares que puedan unirse a ellas para ir al ambulatorio o al hospital, y sus hijos peque?os no pueden desplazarse solos.
A lo largo del mes otras dos decisiones de los talib¨¢n provocaron ya tensiones con las organizaciones internacionales y las entidades humanitarias presentes en Afganist¨¢n. Maulvi Qalamuddin, el ministro de Promoci¨®n de la Virtud y Prevenci¨®n del Vicio, anunci¨® primero el cierre de todas las escuelas privadas y centros de formaci¨®n sanitaria para mujeres.
Estos centros, tolerados pero no reconocidos, constitu¨ªan la ¨²nica oportunidad de acceso a alg¨²n tipo de ense?anza para miles de mujeres. "(...) Algunos extranjeros participaban en actividades de propaganda contra los talib¨¢n", afirm¨® Qalamuddin para justificar la medida.
Paralelamente, la polic¨ªa antivicio, que depende de Qalamudin, prohibi¨® el 20 de junio a las mujeres trabajar para las organizaciones humanitarias, incluido en tareas de asistencia sanitaria, a menos que dispongan de un permiso especial de los talib¨¢n. Hasta la fecha no han concedido ninguno.
En claro, los ultrarradicales islamistas s¨®lo aceptan que las mujeres trabajen en centros sanitarios oficiales y les impiden echar una mano a las ONG a cambio de una remuneraci¨®n.
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