Odisea de reptiles
El Cocodrilo Park de C¨¢rtama recibe dos enormes ejemplares adultos de la variedad del Nilo
Una escena de pel¨ªcula: un hombre lucha contra un reptil gigantesco, armado s¨®lo con un cuchillo insignificante y consigue vencer. Pero no es lo que parece. Ni Hollywood, ni Tarz¨¢n haciendo de las suyas. Esta vez el hombre no intenta matar a la fiera, sino librarla de las ataduras para que salga de su caja y ocupe un lugar en el estanque que ser¨¢ su hogar a partir de ahora. Un lago artificial del Parque de Cocodrilos de C¨¢rtama, en M¨¢laga, donde llegaron ayer dos enormes cocodrilos del Nilo. Los animales viajaron en un vuelo ch¨¢rter especial para fieras salvajes. Son macho y hembra. ?l mide casi cinco metros, pesa 650 kilos, tiene los ojos verdes y ha cumplido ya setenta a?os, lo que para un cocodrilo es una edad de maduro interesante, porque estos reptiles suelen pasar del siglo. Su compa?era apenas alcanza los cuatro metros de longitud y s¨®lo -es un decir- pesa 400 kilos. A¨²n as¨ª impresiona: uno de los cuidadores dice con reverencia: "Nunca he visto una hembra igual". El viaje desde Capribi, en Namibia, a M¨¢laga, no result¨® un trayecto f¨¢cil. Los animales, sedados pero conscientes, fueron envueltos en una especie de sudario de arpillera. "Van fajados como momias, para que no gesticulen", explica Enrique Prieto, director comercial del parque. Tambi¨¦n les sujetaron el enorme morro dentado con cinta adhesiva, y les taparon los ojos, "para evitarles agobios. Adem¨¢s, si no ven, no saben d¨®nde tirar bocados". Cuando acabaron con esta mortaja, depositaron cada cocodrilo en una caja de madera y clavetearon cuidadosamente las tapas. El trayecto dur¨® casi cuatro d¨ªas, durante los cuales no pudieron moverse, as¨ª que los dos ten¨ªan razones para estar irritables. Cuando soltaron al macho resoplaba indignado y se revolv¨ªa, dando coletazos como un verdadero monstruo mitol¨®gico. Philippe Gu¨¦men¨¦, propietario del parque, lo trat¨® con toda familiaridad; deshizo el envoltorio del animal, le liber¨® las fauces, y le descubri¨® los enormes ojos. Para esta haza?a nada desde?able, cont¨® con la ayuda de un cuidador y con la nerviosa presencia de Carlos Garc¨ªa, vicepresidente de la Diputaci¨®n de M¨¢laga, que se atrevi¨® a tirar de la cuerda que destapaba la caja y mirar adentro. Este macho nuevo llega en sustituci¨®n de otro que muri¨® en combate. Lo mat¨® un compa?ero suyo, un hermoso cocodrilo de 400 kilos y cuatro metros de largo, que hasta hace tres meses med¨ªa cuatro y medio; los cincuenta cent¨ªmetros que le faltan se los arranc¨® el difunto de un mordisco en la cola. ?sa fue su ¨²ltima acci¨®n. Tanta violencia convenci¨® a los responsables del parque malague?o de que era necesario mantener separados a los machos adultos, que son extremadamente territoriales y celosos de su espacio. "Las hembras tambi¨¦n se pelean, pero menos", se?ala Gu¨¦men¨¦, un franc¨¦s que lleg¨® a C¨¢rtama procedente de Sud¨¢frica. All¨ª trabaj¨® en una granja de cocodrilos, un negocio com¨²n en ese pa¨ªs. En el sur del continente africano no se cr¨ªa a estos reptiles para preservar la especie ni para recreo de los visitantes, como en este caso, sino para vender su piel y su carne, muy sabrosa seg¨²n dice Philippe Gu¨¦men¨¦. El macho termin¨® cediendo al hostigamiento del franc¨¦s, que lo empujaba desde todos los ¨¢ngulos posibles e incluso desde algunos imposibles, y acept¨® entrar al agua a darse un ba?o. En pocos minutos nadaba rodeado de tres hembras curiosas. Pero su compa?era de viaje fue m¨¢s precavida y se neg¨® a acercarse al estanque, por lo menos mientras hubiese tanto movimiento alrededor. Philippe Gu¨¦men¨¦ est¨¢ seguro de que en breve "se convertir¨¢ en la reina".
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