"Hay necesidades que no se pueden dejar en manos del mercado"
La fil¨®sofa Adela Cortina defendi¨® ayer en los Cursos de Verano de la UPV la necesidad de consolidar una "tercera v¨ªa" entre el engrosamiento indiscriminado del Estado del bienestar y las propuestas neoliberales para su reducci¨®n a la m¨ªnima expresi¨®n, y que se plasmar¨ªa en un modelo que garantice redes de seguridad econ¨®micas y sociales a los ciudadanos sin recursos. Catedr¨¢tica de Filosof¨ªa del Derecho, Moral y Pol¨ªtica en la Universidad de Valencia y autora de reconocidos ensayos como ?tica sin moral, o La moral del camale¨®n, Cortina intervino en el curso sobre Vigencia y futuro de la Declaraci¨®n Universal de los Derechos Humanos con una ponencia en la que expuso su teor¨ªa de la ciudadan¨ªa social ya perge?ada en su ¨²ltima obra, Ciudadanos del mundo. Pregunta. ?Por qu¨¦ cree que el Estado social de derecho puede representar un avance en el Estado del bienestar? Respuesta. Porque m¨¢s que el bienestar, que es un concepto ambiguo, hay que perseguir unos m¨ªnimos de justicia social. Sobre el papel, ya somos un Estado social de derecho en el que se protegen los derechos civiles, pol¨ªticos, econ¨®micos, sociales y culturales. Algunos de estos derechos se han ido plasmando a trav¨¦s del Estado de bienestar, interventor, que algunos tildan de confiscatorio, y en el que es mucho m¨¢s f¨¢cil la corrupci¨®n porque est¨¢ en contacto permanente con la econom¨ªa. Esta tendencia nos conduce a un Estado ineficiente, tanto por la corrupci¨®n como porque crea una ciudadan¨ªa cuyo voto se fideliza a trav¨¦s del subsidio, que se puede aplicar de muchas formas. P. En el otro extremo, est¨¢ el modelo norteamericano de Estado m¨ªnimo R. Los norteamericanos son totalmente eficientes porque no les preocupa nada esta cuesti¨®n: si no tiene usted un seguro que pagarse, pues mu¨¦rase, dicen. P. Equidistante entre los dos, usted plantea un modelo que garantice la ciudadan¨ªa social R. Se trata de que el Estado social lo sea de verdad, determinando cu¨¢les son los derechos sociales, culturales y econ¨®micos m¨ªnimos que est¨¢n vinculados a las necesidades b¨¢sicas de los ciudadanos. Parafraseando a Kant, el bienestar es el ideal de la imaginaci¨®n, en tanto que la justicia es el ideal de la raz¨®n. P. En materia de sanidad, por ejemplo, usted propone el dilema de si las intervenciones de cirug¨ªa est¨¦tica debe ser tener cobertura p¨²blica. R. Hombre, si una persona es tan horrorosa que ve dificultadas sus relaciones sociales, estaremos ante una necesidad b¨¢sica. La apariencia f¨ªsica puede ser hoy en d¨ªa un signo de exclusi¨®n para una persona. P. ?C¨®mo delimitar entonces la frontera entre necesidad y deseo? R. Es dif¨ªcil, pero por lo menos hay que intentar definirla. Cuando uno tiene la actitud de no dejar sin satisfacer ninguna necesidad, la situaci¨®n cambia y la distribuci¨®n de recursos ya no se realiza s¨®lo por razones electoreras, como sostiene Peter Drucker. Lo importante es que vayamos determinando qu¨¦ es lo m¨¢s b¨¢sico. No puede ser que se les cure el catarro a cincuenta ciudadanos y no el c¨¢ncer a una persona. Los recursos son escasos y es una cuesti¨®n de justicia que los distribuyamos atendiendo a necesidades. Igual no hace falta crear m¨¢s puestos de trabajo en la Universidad y s¨ª, por el contrario, en sanidad, donde las bajas laborales no se sustituyen por falta de dinero. Momento cr¨ªtico P. Sin embargo, la tendencia dominante es a rebajar la presi¨®n fiscal y, en consecuencia, a reducir los recursos disponibles para la redistribuci¨®n social. R. Tony Blair ha descrito el escenario actual de forma muy clara: o se privatiza todo, que es lo que con tanto entusiasmo quieren algunos, o se sigue con el Estado del bienestar tal cual est¨¢, que no tiene futuro. Frente a estas dos inercias, ¨¦l plantea una tercera v¨ªa -suena muy mal, pero es lo que termina haciendo todo el mundo-, que consiste en un modelo en el que todo el que no tenga recursos disponga de redes de seguridad. Hay necesidades que no se pueden dejar en manos del mercado. P. ?Cree que esta tercera v¨ªa tiene en Europa solidez suficiente como para contrarrestar la actual posici¨®n dominante del pensamiento neoliberal? R. Hay una serie de fuerzas muy interesadas en la desregulaci¨®n y estamos en un momento cr¨ªtico. Si quienes en su momento apostaron por la socialdemocracia tiran la toalla, la batalla est¨¢ perdida. Con todo, tambi¨¦n hay sectores que por una cuesti¨®n de inteligencia reconocen que el capitalismo salvaje, a largo plazo, no es bueno ni para el capitalismo salvaje, porque acaba depauperando de tal modo las redes de relaci¨®n mutua que no funciona ni el contrato. P. En nombre de la competitividad se est¨¢ alentando una precarizaci¨®n progresiva de las conquistas sociales de los trabajadores. R. No existe una alternativa radical al capitalismo, luego tenemos que intentar transformarlo desde dentro. Una empresa ser¨¢ m¨¢s rentable a medio y largo plazo si sus trabajadores se sienten integrados. No nos entusiasmemos con el modelo norteamericano, porque en Europa ya tenemos uno que, corregido, es muy bueno. El trabajador que se siente respetado en su dignidad ahorra costes de coordinaci¨®n en su centro de trabajo y asume una cuota de corresponsabilidad. P. Los arquitectos de la construcci¨®n europea (Alemania y Francia), una vez consagrados la unidad monetaria y el mercado, muestran s¨ªntomas de cierto reflujo nacionalista para que el Estado-naci¨®n no se vac¨ªe en las instituciones comunitarias. Hay una suerte de renacionalizaci¨®n. R. Hay un reflujo claro, pero la trasnacionalizaci¨®n est¨¢ dada. La globalizaci¨®n econ¨®mica, financiera e inform¨¢tica -y del crimen, como dicen algunos- es ya imparable. Frente a retos globales, el Estado-naci¨®n es impotente, no queda m¨¢s recurso que crear unidades trasnacionales para controlar los flujos de capitales, o la aldea global ser¨¢ una jungla global.
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