IGUALDAD EN EL TRABAJO La realidad de las mujeres ante el empleo
El acceso de las mujeres a la educaci¨®n y la posibilidad de decidir y ejercer sus derechos reproductivos han constituido elementos determinantes para alcanzar la llamada liberaci¨®n de las mujeres. De igual forma no puede olvidarse otro aspecto que determina la posibilidad de igualdad real en nuestras sociedades: el acceso a una actividad laboral que posibilita la independencia econ¨®mica y la autonom¨ªa. Se calcula que m¨¢s de medio mill¨®n de mujeres frente a 50.000 hombres se han incorporado al trabajo remunerado en la ¨²ltima d¨¦cada en Andaluc¨ªa. Todo esto ha sido posible gracias, entre otros factores, al aumento significativo de la formaci¨®n de las mujeres en todos los niveles. En los ¨²ltimos a?os el porcentaje de universitarias ha aumentado en un 80%. Estos datos positivos podr¨ªan hacer suponer que se est¨¢ consiguiendo la igualdad en el mercado laboral. Sin embargo, todos los an¨¢lisis confirman la persistencia de discriminaciones profundas que afectan directamente a las mujeres. Es cierto que se est¨¢ produciendo la incorporaci¨®n laboral femenina, pero se est¨¢ produciendo, sin duda, en condiciones de desigualdad. Existen varios factores que condicionan negativamente la presencia femenina en el mundo laboral. El primero de ellos es la sobrecarga del trabajo, con dobles y hasta triples jornadas. En este sentido, resulta evidente que las mujeres nos estamos incorporando al trabajo asalariado sin que nos hayamos liberado de ninguna de las responsabilidades familiares. En un informe de Naciones Unidas sobre la situaci¨®n de las mujeres se establece que ¨¦stas trabajan m¨¢s horas por semana que los hombres. En el caso de Espa?a, la relaci¨®n es de 64 horas para las mujeres y 41 para los hombres. Otro dato interesante es que la participaci¨®n de los hombres al trabajo dom¨¦stico aumenta al ritmo de un minuto semanal por a?o. Pese a esta realidad el debate sobre el empleo se est¨¢ produciendo sobre un fundamento te¨®rico bastante cuestionable: el de que el trabajo asalariado es la ¨²nica actividad considerada como trabajo. Nuevamente estamos ante una alternativa que no tiene en cuenta la realidad de las mujeres, ya que ignora buena parte de los trabajos que se realizan en nuestra sociedad. Por ello, uno de los retos fundamentales para avanzar hacia la igualdad laboral es incorporar dentro del debate sobre el empleo no s¨®lo el reparto del trabajo y la reducci¨®n de la jornada laboral, sino tambi¨¦n el reparto del trabajo dom¨¦stico. Otro factor importante que est¨¢ condicionando negativamente la incorporaci¨®n de las mujeres al trabajo asalariado es la maternidad, sobre todo a la hora de la contrataci¨®n y la permanencia en el empleo. La situaci¨®n de embarazo y la maternidad siguen siendo una de las causas m¨¢s importantes de discriminaci¨®n laboral. Esta realidad requiere de pol¨ªticas m¨¢s comprometidas con la protecci¨®n del derecho a la maternidad. Por un lado, habr¨¢ que tomar medidas m¨¢s eficaces para proteger a las trabajadoras de estos despidos improcedentes, en cumplimiento de la directiva comunitaria, apostando de verdad por lo que dentro del Plan Nacional de Empleo (PNE) se establece falsamente como el coste cero, es decir, eximiendo a los empresarios del coste de Seguridad Social de las trabajadoras en baja por maternidad. Y por otro, las sustituciones bonificadas de estas bajas por maternidad deber¨¢n ser cubiertas por mujeres, y no por hombres, como se?ala el mencionado plan. Otro factor condicionante es la segregaci¨®n laboral que provoca importantes discriminaciones salariales. Los datos demuestran que las mujeres perciben hasta un 30% menos de salario que los hombres, circunstancia que no s¨®lo no se est¨¢ corrigiendo, sino que se est¨¢ perpetuando. De hecho, en el ¨²ltimo acuerdo (de cobertura de vac¨ªo) entre gobierno, sindicatos y empresarios, donde se establece la valoraci¨®n de los puestos de trabajo: los trabajos ocupados mayoritariamente por mujeres han sido sistem¨¢ticamente infravalorados frente a los puestos de trabajo ocupados mayoritariamente por hombres. De tal forma que se est¨¢ incumpliendo tanto la directiva comunitaria como el Estatuto de los Trabajadores, que establece el principio "de igual salario por trabajo de igual valor". Es preocupante, por tanto, que no se tomen medidas para corregir estas discriminaciones. De hecho, sorprende el desconocimiento del que hace gala el PNE, que establece como ¨²nica medida, en este sentido, la modificaci¨®n del art¨ªculo 21 del Estatuto de los Trabajadores para introducir ese principio (igual salario para trabajo de igual valor), ignorando, lo cual es grave, que ese art¨ªculo fue modificado en 1994. Para corregir estas situaciones se requieren medidas claras de apoyo al empleo femenino, con la participaci¨®n ineludible de las propias mujeres, y con una inversi¨®n importante. La financiaci¨®n de las medidas actuales recogidas en el PNE s¨®lo representa el 0,2% del total de la inversi¨®n; con esta proporci¨®n dif¨ªcilmente se va a resolver esta realidad. Como dice Victoria Camps, "la crisis del mercado laboral puede ser un impedimento insalvable para la ocupaci¨®n de las mujeres si ¨¦stas no toman de alg¨²n modo las riendas del asunto y salen al encuentro de la crisis por donde m¨¢s pueda favorecerlas".
Carmen Olmedo Checa es directora del Instituto Andaluz de la Mujer.
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