Una ola de emoci¨®n invade Francia
Hoy se desplegar¨¢ una enorme bandera en la fachada de la Asamblea Nacional
Aunque en estos momentos de euforia desatada casi todos ceden a la avaricia, visto que el supremo trofeo se encuentra al alcance de la mano, el sue?o franc¨¦s de este Mundial se ha hecho ya realidad. La final con Brasil, el equipo que en la imaginer¨ªa del aficionado franc¨¦s representa la sublimaci¨®n misma de la magia futbol¨ªstica, colma cumplidamente el m¨¢ximo estadio de ilusiones con que los anfitriones iniciaron el campeonato. Lo dijo el primer ministro Lionel Jospin el pasado mi¨¦rcoles a la salida del Consejo de Ministros celebrado en el El¨ªseo, horas antes del encuentro contra Croacia: "S¨®lo puedo darles la esperanza de la victoria. El sue?o de todo futbolista y el de toda Francia es ver a nuestro equipo disputar contra Brasil la final del Mundial. Espero que ese sue?o vaya a realizarse". Tan distante tradicionalmente en esto del f¨²tbol, tan fr¨ªa, tan displicente y paternalista, incluso, en la observaci¨®n de las pasiones que este juego suscita en otras latitudes, Francia ha destapado sus emociones propias al calor de la exitosa trayectoria de su selecci¨®n. Al igual que tras la victoria contra Italia pero en un n¨²mero muy superior, medio mill¨®n de personas ocuparon las calles el mi¨¦rcoles por la noche dando rienda suelta a un fervor entusiasta que el f¨²tbol jam¨¢s hab¨ªa despertado en este pa¨ªs.Fue una marea humana gigantesca que cop¨® los Campos El¨ªseos en Par¨ªs y ocup¨® igualmente las grandes espacios urbanos en la pr¨¢ctica totalidad de las capitales con un estruendo descomunal de gritos, c¨¢nticos y bocinas. Esa oleada humana impulsada desde los extrarradios reuni¨® en los espacios m¨¢s emblem¨¢ticos de cada ciudad a una multitud de j¨®venes tan variopinta como la propia selecci¨®n francesa. Por una noche, los beurs (hijos de emigrantes magreb¨ªes), los negros africanos o antillanos, y hasta los orientales, comulgaron de la misma emoci¨®n general, e incluso del afecto fraternal que los jugadores se hab¨ªan dispensado en el campo en forma de m¨²ltiples y efusivos abrazos colectivos.
Las radios continuaron ayer recogiendo las declaraciones de los aficionados que no daban la fiesta por terminada. Entre tanto lugar com¨²n, destaca la idea de que el objetivo est¨¢ cumplido pero que no estar¨ªa mal que Brasil, que ya tienen unas cuantas copas, regalara esta ¨²ltima a Francia, y la an¨¦cdota de la embarazada que not¨® la primera contracci¨®n en el momento en que Lilian Thuram bati¨® por primera vez al enigm¨¢tico Ladic. "Es un chico, ahora estoy segura", anunci¨® la mujer. La alegr¨ªa fue tan desbordante, la juerga tan desaforada, que Francia pareci¨® otro pa¨ªs a lo largo de esa noche en la que el gigante Thuram fue entronizado como h¨¦roe nacional.
Aunque el efecto de esta catarsis colectiva resulta dif¨ªcilmente evaluable, parece seguro que la suma de las identificaciones que despiertan los Zidane, los Desailly, los Blanc, los Djorkaeff o Barthez, su convergencia en una objetivo compartido, contribuye a la integraci¨®n y la cohesi¨®n social de la que tan necesitada est¨¢ esta sociedad. La colorista selecci¨®n irrita a la extrema derecha del FN hasta el punto de que su l¨ªder, Jean-Marie Le Pen, no se ha cansado de denunciar que la mayor¨ªa de los jugadores desconocen la belicosa letra de la Marsellesa, supuesto delito del que participa igualmente la gran mayor¨ªa de la poblaci¨®n.
Los peri¨®dicos franceses abrieron ayer generalmente con portadas monogr¨¢ficas te?idas del color azul de su selecci¨®n. "La final so?ada", titul¨® Liberation sobre una fotograf¨ªa a toda plana que muestra a los jugadores amontonados sobre el autor de los dos goles. Le Parisien se sum¨® al clamor general: "Thuram, Thuram" subrayando el car¨¢cter hist¨®rico del acontecimiento. L"Equipe, tan aceradamente cr¨ªtico con el entrenador Aim¨¦ Jacquet, dedic¨® a los jugadores el t¨ªtulo de h¨¦roes, mientras Le Figaro, que no renunci¨® a su portada convencional, anunciaba "La final suntuosa".
Tambi¨¦n en Le Monde, que publica un cuardenillo diario dedicado al Mundial, el color azul escal¨® ayer hasta la portada con la figura del triunfador de la noche. En sus p¨¢ginas del suplemento, el articulista Pierre George indicaba que la selecci¨®n de Aim¨¦ Jacquet "ha matado por fin al padre, a todos los padres, Fontaine, Kopa, Platini, Tr¨¦sor, a todos aquellos que estuvieron a punto de, que habr¨ªan podido, habr¨ªan debido, lo hab¨ªan deseado tanto. Todos aquellos que hicieron del f¨²tbol el conservatorio de las haza?as memorables y de los lamentos eternos para terminar naufragando a la vista del puerto en la bah¨ªa de los gloriosos fracasados".
El cronista de Le Monde indicaba que, por el contrario, los jugadores actuales de la selecci¨®n francesa "han llegado a la final. Y la final de una Copa del Mundo es ese puerto extra?o, casi inaccesible, prohibido a los poetas y aficionados. Es un lugar m¨ªtico, una especie de para¨ªso sobre la Tierra que todo muchacho un poco rom¨¢ntico, en el m¨¢s grande de sus delirios, habr¨¢ esperado pisar un d¨ªa. Esto no es un final. Es el final del viaje so?ado", escribe el articulista.
Y un ejemplo final de la catarsis: hoy ser¨¢ desplegada una enorme bandera francesa en la fachada de la Asamblea Nacional, bandera que incluir¨¢ el mensaje "Allez la France", con el que se anima tradicionalmente a la selecci¨®n. Todo ello por orden del presidente del Parlamento, Laurent Fabius. Francia est¨¢ entregada a su selecci¨®n.
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