Una juez de Los ?ngeles aplica 50.000 voltios a un acusado en plena sala
Los jueces de Estados Unidos son c¨¦lebres en todo el mundo, gracias a Hollywood, por ser puntillosos a la hora de mantener el orden en las salas de justicia que presiden. Pero Joan Comparet-Cassani, una magistrada de Los ?ngeles, ha ido demasiado lejos, incluso para los niveles norteamericanos. Enfadada porque el acusado, Ronnie Hawkins, la interrump¨ªa con frecuencia, la juez orden¨® que se le aplicara en pleno tribunal un zurriagazo el¨¦ctrico de ocho segundos de duraci¨®n. La descarga, de 50.000 voltios, no mat¨® a Hawkins, pero lo dej¨® mudo, sentado y descompuesto.El suceso, ocurrido el pasado 30 de junio pero difundido ayer por el diario Los Angeles Times, ha indignado a muchos juristas norteamericanos, empezando por Jacques Cain, un abogado que, aunque no tiene nada que ver Hawkins, estaba presente en la sala presidida por la juez Comparet-Cassani, a la espera de que le llegara el turno al caso del que ¨¦l se ocupa. "Hawkins", dice el letrado, "no estaba intentando escaparse, no estaba atacando a un funcionario, no estaba insultando a un testigo; tan s¨®lo estaba hablando cuando no le tocaba. Castigarlo f¨ªsicamente de un modo tan brutal es un esc¨¢ndalo". Hawkins, que hab¨ªa renunciado a un abogado y se defend¨ªa a s¨ª mismo, irrit¨® a la juez Comparet-Cassani por sus frecuentes interrupciones. La magistrada le replic¨® ordenando que se activara por primera vez en un tribunal de Los ?ngeles un controvertido artilugio llamado "cintur¨®n aturdidor REACT". Consiste en un cintur¨®n que se coloca bajo del uniforme carcelario y que, activado por un mando a distancia, lanza una descarga el¨¦ctrica a la altura del ri?¨®n izquierdo. Su uso, denunciado por Amnist¨ªa Internacional como un m¨¦todo de tortura, se ha generalizado desde hace cinco a?os en los tribunales y prisiones de EE UU.
La juez sab¨ªa que Hawkins, un ladr¨®n de poca monta, llevaba puesto el cintur¨®n aturdidor, as¨ª que orden¨® a los alguaciles que lo activaran de inmediato para hacerle callar. Testigos presenciales han informado al diario de Los ?ngeles que, aunque es cierto que el acusado interrump¨ªa a la juez, en ning¨²n momento lo hizo con gritos o insultos. Hawkins, seg¨²n esos testigos, quer¨ªa llamar la atenci¨®n del jurado sobre el hecho de que es seropositivo y de que si es condenado puede pasar hasta 25 a?os en prisi¨®n dado que ¨¦sta es la tercera vez que es juzgado por robo. No hubo ni una sola protesta en la sala cuando el alguacil apret¨® el bot¨®n y una descarga de 50.000 voltios sacudi¨® durante ocho segundos el ri?¨®n izquierdo del acusado, pero las est¨¢ habiendo ahora.
Laurie Levenson, decana de la Facultad de Derecho de la Universidad de Loyola, dice: "Creo que los jueces tienen derecho a mantener el orden y la seguridad en las salas de justicia, pero el empleo del cintur¨®n para acallar a un acusado me parece demasiado radical".
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