Deuda y desarrollo
La Comisi¨®n sobre Derechos Humanos de Naciones Unidas, durante su ¨²ltima reuni¨®n anual, celebrada en Ginebra en marzo y abril de 1998, decidi¨® designar un ponente especial para que investigue el impacto de la deuda exterior en el desarrollo de los pa¨ªses subdesarrollados de renta baja. Aunque esta decisi¨®n no sali¨® en primera plana, tiene una importancia legal y pol¨ªtica considerable porque implica que los niveles de deuda actuales de muchos pa¨ªses tal vez violen el derecho inalienable de todos los individuos y de todos los pueblos al desarrollo. La deuda exterior total de los pa¨ªses subdesarrollados ronda los dos billones de d¨®lares, de los cuales 250.000 millones corresponden a los 41 "pa¨ªses menos desarrollados", unas condiciones que el Banco Mundial considera insostenibles. La crisis de la deuda heredada de la d¨¦cada de los ochenta sigue teniendo graves repercusiones para las poblaciones de los pa¨ªses en v¨ªas de desarrollo, sobre todo en el ?frica subsahariana y en el sur de Asia. Pero tambi¨¦n afecta a los pa¨ªses industrializados, que est¨¢n perdiendo oportunidades para el crecimiento en un momento en que los mercados se mundializan r¨¢pidamente.Los pa¨ªses pobres altamente endeudados son incapaces de movilizar los recursos que necesitan para romper el ciclo de pobreza, para desarrollarse y para integrarse en la econom¨ªa mundial. En 1995, Mozambique dedic¨® un 33% de su presupuesto al servicio de la deuda, comparado con un 3,3% para sanidad y un 7,9% para educaci¨®n. La deuda exterior de Nigeria alcanza casi los 1.600 millones de d¨®lares, y este pa¨ªs emplea cada a?o dos tercios de sus recursos nacionales en el servicio de la deuda. En el ?ndice de Desarrollo Humano calculado por el Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo, estos pa¨ªses se sit¨²an, respectivamente, en los puestos 166? y 173? entre un total de 174 naciones. La esperanza de vida en dichos pa¨ªses est¨¢ por debajo de los 47 a?os, mientras que en Canad¨¢ y Francia, pa¨ªses que ocupan los dos primeros puestos, es de 80 a?os. El secretario general de la ONU, Kofi Anan, ha descrito la deuda como "una cruz que ?frica lleva a cuestas" y que frena el desarrollo y el crecimiento econ¨®mico. No se puede permitir que el problema de la deuda persista. En el actual contexto de mundializaci¨®n, tiene que ser resuelto con el compromiso de toda la comunidad internacional.
El Fondo Monetario Internacional (FMI) y el Banco Mundial desempe?an un papel crucial en el tratamiento de la deuda exterior. Durante varios a?os, estas dos instituciones han recibido m¨¢s dinero del que han prestado a pa¨ªses seriamente agobiados por la deuda y suelen ser los primeros acreedores a los que hay que reembolsar. Sin duda, esto es una disfunci¨®n del metabolismo econ¨®mico. Hay que reestructurar la deuda para no dejar a los pa¨ªses pobres con lo justo para subsistir, sino con ingresos suficientes para reanudar el crecimiento. Ning¨²n tribunal de un pa¨ªs industrializado exigir¨ªa a un deudor particular plazos tan elevados que le impidieran disfrutar de un nivel de vida decente. Es una verg¨¹enza que los pa¨ªses m¨¢s privilegiados puedan negar a las poblaciones de los pa¨ªses pobres un derecho tan fundamental como es el desarrollo social. Es imprescindible que se reajusten los plazos de la amortizaci¨®n.
En muchos casos, se tiene que reducir, o incluso eliminar, la cantidad total de la deuda. Los pa¨ªses acreedores podr¨ªan inspirarse en los criterios aplicados en el Acuerdo de Londres de 1953 a la deuda acumulada de Alemania tras las dos guerras mundiales. La supervivencia econ¨®mica del pa¨ªs se antepuso a la amortizaci¨®n total de su deuda, lo cual le permiti¨® participar en su propio desarrollo, o, en este caso, en su propia reconstrucci¨®n. El prop¨®sito del tratado era evitar "trastornar la econom¨ªa alemana a trav¨¦s de repercusiones no deseadas para la situaci¨®n financiera interna o agotar indebidamente la reserva de divisas actual o potencial, y procurar no aumentar apreciablemente la carga financiera de cualquiera de los tres gobiernos". A Alemania se le alivi¨® considerablemente la deuda. Sin duda, ¨¦ste es un modelo que se podr¨ªa emular hoy. Tambi¨¦n hay que desligar la cancelaci¨®n parcial o total de la deuda de la situaci¨®n pol¨ªtica y econ¨®mica. Por su parte, los pa¨ªses deudores deben comprometerse a poner en pr¨¢ctica reformas que garanticen la transparencia y la responsabilidad en la gesti¨®n y administraci¨®n de su econom¨ªa.
Los que se oponen al perd¨®n total o parcial de la deuda alegan que equivaldr¨ªa a recompensar la mala gesti¨®n. Una soluci¨®n que propiciar¨ªa una buena gesti¨®n y que al mismo tiempo restituir¨ªa la capacidad y la dignidad a los pa¨ªses pobres con deudas elevadas ser¨ªa exigir a los pa¨ªses deudores que devolvieran el resto de la deuda y los intereses correspondientes, con la condici¨®n de que los pa¨ªses acreedores utilicen los reembolsos para financiar medidas para el desarrollo humano en los pa¨ªses deudores afectados. As¨ª, los gobiernos prestamistas que afirman que no pueden aumentar su ayuda oficial al desarrollo -que en 25 a?os ha ca¨ªdo hasta su nivel m¨¢s bajo- podr¨ªan incluir las amortizaciones reinvertidas como parte de su presupuesto oficial para la ayuda y acercarse m¨¢s al objetivo de la ONU del 0,7% del producto nacional bruto, reconocido durante m¨¢s de 20 a?os como lo m¨ªnimo.
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