Lenguas
JULIO SEOANE Cuando transcurr¨ªan los a?os sesenta, los estudios que se consideraban progresistas y la facultad que aparec¨ªa como revolucionaria era la de Filosof¨ªa, en casi todas las universidades y tambi¨¦n en la de Valencia. En esa facultad y en esos estudios surg¨ªan y se extend¨ªan las nuevas concepciones, las visiones diferentes de la sociedad y del conocimiento, muchas de las cuales resultaban pol¨ªticamente sospechosas para las autoridades del momento. A finales de los setenta y parte de los ochenta, los estudios y la facultad que cogi¨® el relevo progresista, el reemplazo conflictivo y la moda revolucionaria, fue la de Psicolog¨ªa. La sociedad ya no estaba para nuevas concepciones ni orientaciones distintas, con una sola le parec¨ªa suficiente. La novedad estaba ahora en los comportamientos, en las conductas diferentes, en las distintas justificaciones de la acci¨®n individual. Y ah¨ª la psicolog¨ªa cumpl¨ªa su papel innovador y era un foco de atracci¨®n universitaria. En los noventa, ya en sus finales, la diversidad de comportamientos es una vulgaridad y su posible justificaci¨®n se limita a ser una obsesi¨®n decadente de humanistas y rom¨¢nticos trasnochados. Lo revolucionario ahora es el lenguaje, y no es que se piense todav¨ªa en que las palabras son armas, sino que se cree firmemente que son la varita m¨¢gica que construye, reconstruye, modifica y transfigura a la sociedad y a la realidad que le rodea. Ahora son las facultades de Filolog¨ªa y las relacionadas con las lenguas, las que se convierten en focos del conflicto, de la novedad y de la progres¨ªa intelectual. Sea cierto o no, parece que la realidad social se entiende actualmente como una inmensa negociaci¨®n colectiva que se realiza a trav¨¦s de la lengua y de los medios de comunicaci¨®n. Y esa construcci¨®n social de la realidad, por medio del idioma y de las lenguas, afecta sin duda alguna a la identidad de un pueblo. Pero, hay que decirlo tambi¨¦n y casi nadie lo hace, afecta igualmente o todav¨ªa m¨¢s al consumo de ese pueblo, principalmente al consumo de algunos servicios, es decir, al negocio editorial, a la educaci¨®n, al cine, a la televisi¨®n, a la prensa y a tantas otras cosas relacionadas con el idioma, que se consumen masivamente en la actualidad y que mueven cantidades ingentes de recursos y de dinero. Por eso, las discusiones sobre el idioma no est¨¢n libres de interpretaci¨®n empresarial. Por ejemplo, acaba de aparecer Windows 98, en este caso un idioma inform¨¢tico que va a estructurar, canalizar y configurar una buena parte de los negocios de los pa¨ªses occidentales y una gran cantidad de sus comunicaciones personales. Pues ya tuvo sus conflictos, negociaciones y pactos con el gobierno norteamericano. Y adem¨¢s nos llega personalizado, puesto que se vender¨¢ en castellano, vasco y catal¨¢n. As¨ª es como se construye y se negocia la realidad actual. Con la Filosof¨ªa nos preocuparon las grandes concepciones, mientras que con la Psicolog¨ªa nos enfrascamos en justificaciones individuales; y, ahora, con la Filolog¨ªa descubrimos la importancia de las lenguas, del idioma, para la construcci¨®n de la realidad, idioma que sin duda es cultura y es identidad, y muchas cosas m¨¢s, pero que tambi¨¦n es un inmenso negocio local dentro de la gran negociaci¨®n de la globalidad.
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