Suma de errores
Saldo favorable. Se est¨¢ gestando una nueva cultura en torno a las infracciones. Llegar fuera de distancia y lastimando se castiga con independencia de la intenci¨®n. Una buena invitaci¨®n a medir los impulsos ante las pelotas divididas.Desailly. El¨¢stico, pr¨¢ctico, simple y con una invalorable capacidad de multiplicarse (dejar su hombre para respaldar al compa?ero superado ). Algo as¨ª como el exponente m¨¢s l¨²cido de la mejor virtud de Francia: su montaje defensivo.
Suma de preocupaciones. Thuram y Lizarazu tuvieron tiempo en la primera parte para ir desde Rivaldo y Leonardo, sus rivales m¨¢s cercanos, a tapar las subidas de R.Carlos y Caf¨². Tras el descanso, Zagalo decidi¨® crearles preocupaciones m¨¢s concretas, Bebeto y Denilson, y los laterales brasile?os encontraron oportunidad de sorprender. Los franceses ya no pudieron distribuir su atenci¨®n.
Mala f¨®rmula. La final se decidi¨® en dos jugadas de pelota quieta: virtud francesa, defecto brasile?o. Defender en zona estas situaciones supone dos riesgos. Que la pelota vaya a un lugar diferente al de los mejores cabeceadores propios. Peor si adem¨¢s alg¨²n rematador importante rival llega a ese sitio. Y tambi¨¦n que ocurra lo que en el 1-0: Zidane parte desde R.Carlos, que lo deja ir argumentando que el bal¨®n no va a su zona, y cabecea anticip¨¢ndose a Leonardo, que no percibe su llegada. Gritos equivocados. Determinadas cosas no suceden por ignorancia, sino por imposibilidad. Los jugadores no necesitan que su entrenador les recuerde el plan trazado cuando ¨¦ste no se concreta, sino que les diga por qu¨¦ no sale y de un recurso alternativo para que prospere. Los constantes impulsos verbales de Zagalo eran un fiel reflejo de su impotencia: sus jugadores no se hab¨ªan olvidado del proyecto, simplemente no pod¨ªan concretarlo.
M¨¢s errores. Los delanteros brasile?os, muchos y muy jerarquizados, han adolecido de dos graves problemas. Uno, que siempre vienen hacia la pelota y nunca alcanzan a girar -si alternaran sus descensos con desplazamientos profundos generar¨ªan dudas a quienes los marcan-. Dos, que no se mueven varios a la vez. O ninguno, o uno. Y la riqueza individual necesita del recurso de algunos h¨¢bitos preestablecidos. El exceso de ¨¦stos o la dependencia absoluta de la individualidad son igualmente nocivos.
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