Gato blanco
Zidane acaba en la final con el mito de futbolista perdedor
En el af¨¢n por desbaratar lo que es perfectamente explicable, por destruir de una manera infame la reputaci¨®n de un futbolista, la prensa italiana hab¨ªa comenzado a tirotear a Zinedine Zidane, un jugador maravilloso que no hab¨ªa ganado jam¨¢s una final. Un peri¨®dico deportivo le calific¨® ayer de gato negro, como si diera mal fario a sus equipos y no hubiera mejores explicaciones. Pero en el inter¨¦s por distraer se hab¨ªa llegado a la conclusi¨®n m¨¢s sencilla: culpable Zidane. ?Por qu¨¦? No se sabe. El caso es que el centrocampista franc¨¦s hab¨ªa perdido las dos ¨²ltimas finales de la Copa de Europa con la Juve y eso le hab¨ªa dado categor¨ªa de perdedor. Una nueva derrota le habr¨ªa colocado en una situaci¨®n insostenible frente a unos juicios tan ligeros. Fue el mejor de su equipo frente al Madrid en Amsterdam, el ¨²nico que estuvo a la altura de su reputaci¨®n, pero ning¨²n peri¨®dico se atrevi¨® con Del Piero.Como juego que es, el f¨²tbol tiene ganadores y perdedores. O mejor a¨²n, nadie gana todo y casi nadie pierde todo. Zidane ha ganado esta vez. Lo ha hecho en el nuevo coraz¨®n del f¨²tbol franc¨¦s, en el lujos¨ªsimo estadio de Saint Denis, un recinto que deber¨ªa cambiar su nombre. Estadio Zidane, en lugar de Estadio de Francia. En enero, en una noche terrible de fr¨ªo, Zidane marc¨® el primer gol en lo que se espera larga vida del campo. Zubizarreta fue su primera v¨ªctima. En este mismo lugar, vivi¨® uno de los momentos m¨¢s dram¨¢ticos de su carrera: su expulsi¨®n tras agredir a un defensa de Arabia Saud¨ª en el segundo encuentro de la primera ronda del Mundial. En Saint Denis reapareci¨® de nuevo, esta vez frente a Italia. Y en el estadio del futuro inscribi¨® su nombre para la historia, con dos goles frente a Brasil en la final de la Copa del Mundo. !Zizou, Zizou! La hinchada francesa no pod¨ªa contener el entusiasmo hacia su h¨¦roe, un hombre taciturno, contenido, casi inexpresivo en estos tiempos de futbolistas sobreactuantes. La expresi¨®n natural de Zidane es la dignidad, en el juego, donde act¨²a de manera irreprochable, con categor¨ªa, finura y soluciones. Fuera del campo, tambi¨¦n es un hombre digno. Lo ha sido desde sus dif¨ªciles comienzos en los secarrales de Marsella. Hijo de emigrantes de la Kabila argelina, de origen bereber, Zidane naci¨® en el barrio de la Castellane de Marsella, refugio de inmigrantes norteafricanos.
Fan¨¢tico del Olympique de Marsella, nunca pudo jugar en el equipo de su coraz¨®n, a pesar de su temprana fama. Fich¨® por el Cannes y despu¨¦s fue traspasado al Girondins de Burdeos, donde fue decisivo en la c¨¦lebre temporada que llev¨® al equipo franc¨¦s de la Intertoto a la final de la Copa de la UEFA. Hab¨ªa algo extra?o en aquel jugador siempre sereno, aparentemente fuera de onda en el hiperactivo f¨²tbol de hoy. Cruyff lo recomend¨® al Barca, pero finalmente firm¨® por el Juventus. Lleg¨® a Italia en medio de cierta desconfianza, producto de la antipat¨ªa que tiene el calcio hacia el tipo de jugador que representa Zidane: un futbolista poco excesivo, aparentemente lento, con un aspecto indolente, sin demasiado gol. Pero su trayectoria en Italia ha sido intachable. Ha ganado dos Ligas con la Juve y se ha consagrado como un jugador fundamental de nuestro tiempo. En realidad es un futbolista enga?oso: es m¨¢s r¨¢pido de lo que parece, su laboriosidad es indiscutible y su evidente hermetismo es m¨¢s gestual que otra cosa. En el campo se explica como nadie.
Marcello Lippi, su entrenador en la Juve, dice que Zidane escucha, atiende, aprende y no tiene delirios de grandeza. Su pasi¨®n es el f¨²tbol. Su equipo, el Ol¨ªmpico de Marsella. Su ¨ªdolo, el uruguayo Enzo Francescoli, ex jugador del club marsell¨¦s. En su honor llam¨® Enzo a su primer hijo. Poco m¨¢s se sabe de un hombre tranquilo que ha estado cerca de sufrir un calvario. Gato negro, se atrevieron a llamarle. Ahora es el h¨¦roe franc¨¦s, el futbolista que derrot¨® a Brasil en la final de la Copa del Mundo. Se acab¨® el mito: Zidane es gato blanco.
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