Una ca¨ªda inesperada salva a Boardman
Cipollini, derribado por un compa?ero de equipo, no pudo disputar el 'sprint'
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El gui¨®n estaba perfectamente escrito, hasta en sus m¨¢s m¨ªnimos detalles. Mario Cipollini se hab¨ªa esforzado en el pr¨®logo lo suficiente como para quedar el primero de entre los sprinters y para tener el maillot amarillo al alcance de la bonificaci¨®n de 20s que le dar¨ªa la victoria en Dubl¨ªn. Simplemente necesitaba que sus rivales sprinters (Zabel, Blijlevens, Moncassin, Jalabert) no cogieran demasiados segundos en los sprints intermedios. Pero eso tambi¨¦n lo contemplaba el gui¨®n: una fuga de siete (entre ellos los espa?oles Ben¨ªtez y De los ?ngeles) se form¨® despu¨¦s del primer bonificado y dur¨® hasta despu¨¦s del ¨²ltimo. Zabel y los otros que estaban por la tarea de recolectar se quedaron con las ganas. Boardman, el l¨ªder del pr¨®logo, ya estaba resignado a perder su maillot cuando a falta de 20 kil¨®metros el pelot¨®n acab¨® con los ¨²ltimos fugados. Y, sin embargo, termin¨® la etapa y sigui¨® luci¨¦ndolo. Algo hab¨ªa fallado en el plan. No fue que Cipollini, el mejor sprinter, el hombre de las grandes ocasiones, el favorito, no estuviera a la altura de las expectativas, fue simplemente que Cipollini no lleg¨® al sprint dentro del pelot¨®n. Fue su segunda decepci¨®n del d¨ªa. La primera se hab¨ªa producido antes de salir. Intentaban los del Saeco correr con un maillot verde (color de la verde Irlanda) y un mensaje de apoyo al acuerdo de paz con el IRA, y un culotte con el s¨ªmbolo de la paz, pero el Tour no les dej¨®: el verde est¨¢ registrado para la regularidad. Aun as¨ª pudieron hacerse publicidad y recordar a los aficionados el drama de Irlanda en la salida.Cuando, el pelot¨®n agrupado, la meta a la vista de un par de rectas anch¨ªsimas, se pensaba que las ca¨ªdas se quedar¨ªan por fin excluidas de la pel¨ªcula de las etapas llanas del Tour (a la prohibici¨®n de los manillares suplementarios lo achacar¨¢n los de la UCI), lleg¨® el momento inesperado. A 8,5 kil¨®metros de la llegada, la m¨¢quina del Saeco ya en plan locomotora para su l¨ªder, uno de los componentes nuevos del equipo (Mori, un hombre que se hab¨ªa ganado el puesto en la Volta a Catalunya) sac¨® el pie del pedal. A m¨¢s de 50 por hora, eso no es una tonter¨ªa: al suelo, la locomotora destrozada, Cipollini, tambi¨¦n al suelo, alg¨²n otro r¨¢pido (Auger, Utschakov, Barthe), tambi¨¦n. Por fortuna, ninguno de los favoritos para el podio de Par¨ªs. Boardman, feliz: ganara quien ganara, nadie le podr¨ªa superar con los 20s de bonificaci¨®n.
La etapa se corri¨® bajo un tiempo belga (llovizna y viento racheado) y gan¨® un belga. Al sprint (59,600 kil¨®metros por hora de velocidad media en el ¨²ltimo kil¨®metro), claro. Gan¨® Steels, que remont¨® una salida cara al viento demasiado temprana de Zabel (mal colocado el alem¨¢n, dej¨® que sus lanzadores se agotaran sin haberles cogido la rueda). El acto de Steels tuvo el valor de una revancha personal y de una reivindicaci¨®n patri¨®tica. El campe¨®n belga fue expulsado el a?o pasado del Tour en Marennes por lanzar su bid¨®n contra Moncassin (el de los codos de aviador) durante el sprint. Tambi¨¦n tuvo sus m¨¢s y sus menos con Zabel. Todo olvidado: ambos, por detr¨¢s. "Los peligrosos no somos los sprinters", dijo ayer, "sino los que no tienen nada que hacer delante y se meten por medio". Justificaci¨®n de la lucha sin cuartel por todos los medios posibles: la ley del sprinter. La reivindicaci¨®n patri¨®tica llega del hecho de que hac¨ªa tres a?os, desde que Bruyneel se benefici¨® de la moto de Indur¨¢in en Lieja, que ning¨²n ciclista belga ganaba una etapa del Tour.
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