La segunda parte de la Historia
Los expertos piden un consenso sobre la ense?anza de la asignatura al margen de la pol¨ªtica
El consenso gen¨¦rico sobre la ense?anza de la historia en secundaria que a finales de junio alcanz¨® la comisi¨®n de humanidades deber¨ªa dar paso a una segunda parte: un acuerdo m¨¢s concreto de historiadores y profesores sobre contenidos b¨¢sicos, criterios de enfoque y principios metodol¨®gicos. Es la posici¨®n de diversos expertos que en los meses de debate de las humanidades han estado a verlas venir y se han sentido arrollados por los pol¨ªticos y los medios de comunicaci¨®n. El objetivo es rescatar la asignatura del campo de batalla pol¨ªtico, en el que la convergencia es punto menos que imposible, como se ha visto estos d¨ªas con la pol¨¦mica del catal¨¢n. Una vez de vuelta al terreno educativo, los historiadores reclaman su participaci¨®n, incluyendo, como hace Javier Tusell, la celebraci¨®n de un congreso sobre qu¨¦ historia ense?ar y c¨®mo hacerlo.La mayor¨ªa de los historiadores y profesores consultados comparten tres ideas: las diferencias sobre la cuesti¨®n nacional no impedir¨ªan un acuerdo general de los profesionales; el acuerdo pol¨ªtico es imposible con las actuales reglas del juego partidista, y lo que de verdad importa, m¨¢s que las grandes palabras, es el trabajo de quienes escriben libros de texto y, por encima de todo, el esfuerzo de los profesores que cada d¨ªa explican a sus alumnos.
Tusell est¨¢ convencido de que ser¨ªa "mucho m¨¢s probable el consenso que el disenso" en un congreso como el que propone. "La historia no es una cuesti¨®n exclusiva de los historiadores, desde luego; pero digo yo que algo tenemos que decir. El ministerio y los gobiernos auton¨®micos deben saber que nos tienen a su disposici¨®n para seguir avanzando".
Miradas plurales
"La Constituci¨®n consagr¨® la pluralidad y una visi¨®n de la historia compartida. Si estudiamos el 98 con un enfoque castellano, lo entenderemos tan mal como si lo hacemos con un enfoque catal¨¢n. S¨®lo lo comprenderemos bien con un entrecruzamiento de miradas plurales", afirma Tusell.Carmen Iglesias, que ha participado en la comisi¨®n de humanidades, considera que un congreso ser¨ªa "una estupenda utop¨ªa y estar¨ªa muy bien llevarla a cabo, aunque no tenga fuerza legal vinculante". La historiadora tuvo serias dudas iniciales sobre la posibilidad de llegar a un dictamen consensuado, pero ahora estima que es la mejor opci¨®n "para empezar a andar" si se tiene en cuenta que "una reforma es imposible sin los profesores".
Santos Juli¨¢ cree que "una visi¨®n hist¨®rica uniforme no s¨®lo es imposible, sino indeseable. No hay verdades hist¨®ricas inconcusas. El consenso no deber¨ªa versar sobre el contenido, sino sobre criterios generales. Un congreso ser¨ªa ¨²til, pero no para acordar un programa espec¨ªfico, sino para debatir la producci¨®n historiogr¨¢fica de los ¨²ltimos a?os".
Juli¨¢ cree que el debate acabar¨¢ desplaz¨¢ndose de los pol¨ªticos hacia los historiadores y los profesores, "porque todo depende de quien escribe el manual o se pone frente a los alumnos. Lo contrario ser¨ªa adoctrinamiento y formaci¨®n de un determinado esp¨ªritu nacional". "Los historiadores deben descontaminar la historia de los intereses de los pol¨ªticos y ¨¦stos deben dejar en lo educativo cierto grado de indeterminaci¨®n para no cerrar puertas a profesores e historiadores". Para Juan Pablo Fusi, "ni la concepci¨®n de Espa?a ni el an¨¢lisis de los nacionalismos suscitan graves problemas entre los historiadores. El entendimiento entre expertos es m¨¢s que posible, aunque pueda haber diferencias, que, desde luego, no son insanas en absoluto". "Hace tiempo que no se produc¨ªa un clima de convivencia entre historiadores como el actual. Por profundos que sean los debates en nuestro ¨¢mbito, nunca revestir¨¢n la acritud de la lucha pol¨ªtica", asegura Fusi, qui¨¦n no oculta su escepticismo: "Como los historiadores utilizamos un lenguaje inteligible, muchos se creen que la historia es materia opinable sin mayor fundamento. No es as¨ª. Y me sorprender¨ªa que los pol¨ªticos, con este clima de apasionamiento, llegaran a reconocer la autoridad intelectual de los historiadores".
Antonio Romeu de Armas, presidente de la Academia de la Historia, se muestra preocupado por "los nacionalimos furibundos, que quieren dar la impresi¨®n de que Espa?a no es un pa¨ªs, sino una especie de Sociedad de Naciones ib¨¦ricas, o que la Reconquista fue una contraofensiva frente a los musulmanes". "La verdad es que provoca una gran tensi¨®n emocional luchar para que la historia no sea un panfleto. Ahora resulta que hemos pasado de aquellos tiempos en los que todo se hac¨ªa en el hotel Palace a otros en los que cada uno hace o deshace lo que le conviene", afirma.
Julio Valde¨®n, miembro de la comisi¨®n que elabor¨® el anterior proyecto de Esperanza Aguirre, afirma que las recomendaciones del nuevo dictamen son "razonables, sensatas e incluso obvias". Valde¨®n reconoce que la pol¨¦mica sobre el plan de Aguirre le result¨® traum¨¢tica y niega que se propugnara una concepci¨®n unitaria de Espa?a. "No calculamos es hasta qu¨¦ punto era pantanoso el terreno en el que que nos met¨ªamos, y quiz¨¢ nos excedimos al entrar en tanto detalle, como me dijo John Elliot, que se extra?¨® de un desarrollo tan extenso".
El consenso profesional lo considera Valde¨®n "mucho m¨¢s alcanzable que el pol¨ªtico", pero recuerda la necesidad de "contar con el profesorado, porque la historia en el aula de secundaria no es la misma que la del historiador universitario". A pesar del debate, el historiador estima que, "si se analiza el trabajo real en el aula, la situaci¨®n no es tan negativa como se piensa".
Encuesta nacional
Ram¨®n Villares, presidente de la Asociaci¨®n de Historia Contempor¨¢nea y ex rector de la Universidad de Santiago, coincide con Valde¨®n en desdramatizar el estado de la ense?anza de la historia, que, seg¨²n su criterio, "no es calamitoso, aunque s¨ª se deben armonizar los programas". "Lo que convendr¨ªa hacer es un libro blanco de las humanidades en secundaria, con una gran encuesta a profesores, historiadores, pedagogos, directores, y tambi¨¦n a los usuarios: a los alumnos. Y, a partir de ah¨ª, sacar conclusiones reales", propone Villares, para quien el lema "lectura, lectura y lectura" de Juan Antonio Ortega y D¨ªaz Ambrona, "si se aplicara bien en todas las materias, no s¨®lo en lengua, dar¨ªa lugar a una excelente pol¨ªtica educativa"."El m¨¦rito de Ortega ha sido conducir inteligentemente la transici¨®n desde una situaci¨®n de conflicto, que no pod¨ªa arreglarse con un ordeno y mando, a otra de expectativa. No estamos en la tierra prometida, pero hay cierta posibilidad de luz", afirma.
Antonio Dom¨ªnguez Ortiz, que trabaj¨® en el primer proyecto, da un voto de confianza a los gobiernos auton¨®micos, pero considera urgente que los ciudadanos asuman que la historia no debe ser un instrumento ideol¨®gico. "La proporci¨®n de profesores con un concepto elevado de la historia es mayor que la de pol¨ªticos", afirma Dom¨ªnguez Ortiz, lo que le hace suponer que un consenso profesional ser¨ªa viable. "Creo que las conclusiones de un congreso de ese tipo no ser¨ªan muy distintas de las que obtuvimos en la primera comisi¨®n", vaticina.
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