Venturoso verano
Ya hemos entrado en el per¨ªodo vacacional. y al emp¨ªrico y agudo observador le tocar¨¢ anotar esas realidades que percibe con el oj¨ªmetro que se aproxima al dato estad¨ªstico, o a la fe del lector de encuestas. El que escudri?a los movimientos y las man¨ªas sociales con ojo de buen cubero y te da la respuesta te¨®rica a lo que uno, observador menos avezado, ya notaba de alguna forma. y te dice, por ejemplo, que el tr¨¢nsito general y los niveles de tr¨¢fico urbano, dependen mucho de las vacaciones de los ni?os. Y te da por reflexionar si los ni?os marcan las pautas del ritmo social, m¨¢s que ning¨²n otro segmento de la poblaci¨®n. En cualquier caso, ahora los ni?os mandan mucho. Cuando yo era ni?o y las criaturas eran envolturas de almas que se criaban para el cielo, y no para las listas del INEM, se dec¨ªa que los hijos ven¨ªan con un pan debajo del brazo. Refr¨¢n que nunca entend¨ª porque yo era de familia numerosa y no me sal¨ªan las cuentas viendo los hijos ¨²nicos, que si bien ten¨ªan tendencia a ser m¨¢s pijos, tambi¨¦n les era m¨¢s f¨¢cil meter algo m¨¢s en el pan que una onza de chocolate terroso para la merienda. Y necesitaban menos tiempo, fe y esperanza, para que la caridad y la benevolencia del amor paterno les surtiera de una bicicleta. Cuando yo era ni?o, dec¨ªa, no hab¨ªa problemas de tr¨¢fico, las vacaciones eran un tiempo de ocio y callejeo en el habitat cotidiano, salvo los afortunados que ten¨ªan pueblo y las vacaciones eran veraneo. Tengo a¨²n ese recuerdo, cuando el paro no exist¨ªa como problema, del cruce al mediod¨ªa en los bares de la plaza de mi pueblo, entre el que sub¨ªa de la f¨¢brica y se encontraba con el compa?ero, cuyo peinado sin descomponer, camisa limpia, pantal¨®n de mil rayas o azul de francesilla, alpargatas impolutas y peri¨®dico bajo el brazo, delataba como s¨ªntoma inequ¨ªvoco que estaba de vacaciones, y entablaban ese di¨¢logo afable y repetido: "?Qui¨¦n pudiera! ?A lo bueno se acostumbra cualquiera! ?No te quejes, que enseguida ser¨¢ al rev¨¦s! Aunque ahora los ritmos de los tiempos sean otros, ya entramos en el reparto del calendario vacacional, al menos para los que seguimos con la obligaci¨®n del fichar ma?anero. Y, a¨²n as¨ª, no sabemos si como dice el proverbio, somos recompensados por el Se?or al sacudirnos las lega?as a horas m¨¢s primeras. Pero el verano cumple tambi¨¦n en cierta forma, aunque no se sepa muy bien por qu¨¦, con los que gozan de la ausencia de la obligaci¨®n horaria laboral. Y el resultado de ese sortilegio, tras el solsticio de la noche con hogueras, es que tambi¨¦n para ellos parece per¨ªodo vacacional, aunque no tengan siquiera encomendada la tarea familiar tan acusada de cuidar nietos -el milagro espa?ol de todos los tiempos ha sido, se diga lo que se diga, la familia-. Ahora la oferta es amplia, y aprovecharla es lo inteligente. Pero en cualquier caso perm¨ªtanme desearles un venturoso verano. Inexcusablemente acechan las serpientes del est¨ªo- Y este a?o, con m¨¢s motivo. As¨ª mientras unos disfrutar¨¢n haciendo surfing, puentting, walking... o zapping, saltando de la patada futbolera al anuncio, y de ¨¦ste al pegote de silicona convertido en pechuga poderosa. Otros sortear¨¢n y saltar¨¢n de fiesta en fiesta, pues yo no cruzar¨¢n Missisipis, ni ir¨¢n teledirigidos de sorpresa en sorpresa. Incluso algunos pensar¨¢n que lo que necesitan en estos meses es amor, aunque ¨¦ste sea impreciso, inalcanzable o huido a ?qui¨¦n sabe d¨®nde? En fin, procuren ser felices, por aqu¨ª, o por esos mundos de Dios. Les recomiendo para ello hacer conjuros po¨¦ticos. "Sens¨¦ maya, la culebra se muri¨®", estilo Guill¨¦n, Nicol¨¢s, para despistar a los ofidios de verano y ahuyentar la enroscada en el hacha y las que se llevan este a?o de importaci¨®n irlandesa. En fin, intenten que la alegr¨ªa, si no pudieron antes, les acompa?e este verano. Si la patria, incluidos los considerados padres de la misma, tal vez no se lo merezca, usted probablemente s¨ª.
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