El mundo diplom¨¢tico
Que los Sanfermines funcionen y el aeropuerto de Barajas no, tiene tela. Cosas de Celtiberia que el se?or Aznar no nos explica, si no es con la media sonrisa sorprendida de su carpetovet¨®nico bigote. Un bigote que derrocha simpat¨ªa. As¨ª de simp¨¢ticas las cosas, el Gobierno podr¨ªa repartir en el aeropuerto mesetario lo que el propio nombre de ¨¦ste indica, visto que all¨ª hay tela para largo y m¨¢s vale echarse al naipe. All¨ª, ni los jueves se produce el milagro, como antes era costumbre en la meseta. Paciencia y barajar. Por contra, en los Sanfermines, donde pintan copas, todo suele arreglase milagrosamente por la v¨ªa diplom¨¢tica. Fogosos mozos de las pe?as, pe?as arriba, en un mal pronto carpetovet¨®nico, recibieron en la tarde del domingo a un abanderado de les bleus como sol¨ªa estilarse en los corrales de comedias mesetarios en caso de cabreo s¨²bito: con una cerrada salva de hortalizas, pescados, ap¨¦ndices c¨¢rnicos, sand¨ªas manchegas y melones de Mataconejos. Aunque calurosa, no fue acogida muy cordial. A juzgar por aquello, alg¨²n cronista extranjero hubiera podido deducir que, en efecto, Espa?a sigue sin perdonar:perdonar a Napole¨®n, al que algunos Viriatos ven hoy al pie de la frontera, transmutado en jefe de un sindicato de agricultores. Pe?as arriba se podr¨ªa haber citado a un franc¨¦s seg¨²n el que, el problema del hombre de acci¨®n es que nunca sabe cu¨¢ndo hay que parar. A no saber parar a tiempo en Pamplona se le llama "hacer el pata". Pero lo milagroso de los Sanfermines es c¨®mo, frente al pat¨¢n, entra siempre en acci¨®n, al grito de "?San Ferm¨ªn, San Ferm¨ªn!", la diplom¨¢tica concordia festiva. La noche pamplonesa se rindi¨® sin condiciones a les bleus, los justos campeones, y alg¨²n franc¨¦s se ir¨ªa pregunt¨¢ndose c¨®mo hab¨ªa sido posible el milagro.
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