La bofetada del Bundesbank
El jueves pasado el presidente del Bundesbank, Hans Tietmeyer, afirm¨® algo tan grave como que para bajar los tipos de inter¨¦s en Espa?a durante los pr¨®ximos meses, el gobierno debe llevar a cabo un recorte presupuestario considerable. Dicha menci¨®n significa una sonora bofetada a la pol¨ªtica presupuestaria y fiscal dise?ada por el gobierno para el pr¨®ximo ejercicio. Para que el ciudadano entienda lo que significa y la trascendencia de la advertencia conviene desarrollar toda la argumentaci¨®n. La entrada de la peseta en el euro y la desaparici¨®n del tipo de cambio significa que si los precios en Espa?a crecen por encima de la media comunitaria ya no disponemos del instrumento del tipo de cambio para corregir tales desviaciones. En consecuencia, las econom¨ªas deben vigilar constantemente la convergencia en tasas de inflaci¨®n (convergencia nominal), de lo contrario la p¨¦rdida de competitividad que implica una inflaci¨®n m¨¢s elevada se traducir¨¢ en una ca¨ªda de los beneficios empresariales, cierre de empresas y paro. En el momento actual, la econom¨ªa espa?ola ha visto como sus precios han repuntado ligeramente hasta el 2% mientras que la media comunitaria se sit¨²a en el 1,4%. Todav¨ªa m¨¢s grave, el sector servicios no ha reducido su tasa interanual por debajo del 3,5% y empieza a mostrar signos de aceleraci¨®n al abrigo de la reactivaci¨®n creciente de nuestra econom¨ªa. Esta resistencia a la convergencia de los precios espa?oles con los comunitarios, en parte motivada por la expansi¨®n de la econom¨ªa, justifica la opini¨®n de que nuestra econom¨ªa empieza a mostrar s¨ªntomas claros de cierto recalentamiento. Ahora bien, si la econom¨ªa muestra signos de recalentamiento, ?c¨®mo se pueden bajar los tipos de inter¨¦s a corto plazo del 4,25% actual hasta el 3,5%, que es la tasa a la que previsiblemente converger¨¢n los tipos del Banco Central Europeo en los pr¨®ximos meses? Es vital entender la respuesta. Una bajada adicional de tipos de inter¨¦s, como la que necesariamente deber¨¢ acometer el Banco de Espa?a en los pr¨®ximos meses, significa un aliciente adicional para la inversi¨®n y el consumo privado y, en consecuencia, un tir¨®n adicional a la demanda agregada de la econom¨ªa. Este empuj¨®n suplementario significa echar m¨¢s le?a al fuego de una econom¨ªa que no precisa en estos momentos de tales incentivos. El resultado ser¨¢ tensiones inflacionarias adicionales. Lo grave es que ya no vamos a contar con el tipo de cambio para corregir los problemas que se presenten y por lo visto nadie se ha dado cuenta de ello. Para estar en el euro no s¨®lo hay que converger, hay que saber mantenerse en la convergencia. La ¨²nica posibilidad que resta para que las piezas del rompecabezas encajen consiste en que el efecto dinamizador que puede acarrear la bajada del tipo de inter¨¦s en el consumo e inversi¨®n se compense con una reducci¨®n del gasto p¨²blico, tal y como van a llevar a cabo los restantes pa¨ªses centrales europeos anticipando y endureciendo los objetivos de d¨¦ficit p¨²blico en el nuevo Plan de Estabilidad y Crecimiento hasta situarlo en el 1% en el a?o 2000. La idea es muy sencilla, la bajada de tipos de inter¨¦s implica un incentivo adicional para las econom¨ªas perif¨¦ricas, por lo tanto, para mantener la estabilidad nominal deben aprovechar esta coyuntura para recortar el d¨¦ficit p¨²blico. En ausencia de pol¨ªtica monetaria propia la pol¨ªtica fiscal debe tomar el relevo y jugar un papel mucho m¨¢s activo que hasta el presente. En este caso, por ejemplo, el sector p¨²blico debe compensar el efecto dinamizador de la bajada de tipos de inter¨¦s, obligada por la convergencia, y evitar nuevos elementos que impliquen dosis adicionales de recalentamiento de la econom¨ªa espa?ola, mayores tensiones en los precios y creciente p¨¦rdida de competitividad. Ahora bien, este papel compensador de la pol¨ªtica presupuestaria choca frontalmente con los planes de reforma fiscal anunciados por el gobierno. La reducci¨®n de los tipos del IRPF puede suponer una reducci¨®n de la recaudaci¨®n de algo m¨¢s de 500.000 millones, si se compara con el escenario recaudador en el caso de haber mantenido los tipos. Estos 500.000 millones no son otra cosa que una inyecci¨®n adicional a las econom¨ªas dom¨¦sticas que se traducir¨¢n en nuevos incentivos al consumo e inversi¨®n privada, nuevos alicientes a la demanda agregada y a la inflaci¨®n. Exactamente lo contrario exigido por la coyuntura actual y reclamado por la ortodoxia del Buba. Por lo tanto, la reforma fiscal que se pretende aplicar no puede ser m¨¢s inoportuna, llega en el peor momento. Cabe otra alternativa, reducir los ingresos en 500.000 millones por la reforma fiscal y al mismo tiempo aprobar una disminuci¨®n del gasto de un bill¨®n de pesetas. El problema radica en que resulta muy dif¨ªcil reducir el gasto en esas magnitudes sin tocar las coberturas sociales significativamente. ?Llevar¨¢ el gobierno su pol¨ªtica fiscal hasta el l¨ªmite de o bien poner en peligro la estabilidad nominal o bien recortar el gasto social en una cuant¨ªa sin precedentes? La respuesta en septiembre. Quedan algunos problemas colaterales importantes. Alemania tiene en septiembre una cita electoral importante y en tales momentos los an¨¢lisis tienden a simplificarse y los mensajes directos son los que se reciben con mayor facilidad por los electores. La reforma fiscal que el gobierno quiere sacar adelante a toda costa puede suponer el argumento adicional que precisan los alemanes para rechazar su actual aportaci¨®n a los Fondos Estructurales. Los espa?oles reducen su esfuerzo fiscal y con ¨¦l sus posibilidades de inversi¨®n p¨²blica y tenemos que ser los alemanes los que con nuestros impuestos financiemos sus infraestructuras e inversiones p¨²blicas. Argumento sencillo y f¨¢cil de entender que, con su extrema simplificaci¨®n, puede suponer una carga de profundidad de grueso calibre a la supervivencia de los Fondos Estructurales.
Aurelio Mart¨ªnez Est¨¦vez es catedr¨¢tico de Econom¨ªa Aplicada.
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