Trisha Brown presenta en Aix un "Orfeo" emotivo y distante
Trisha Brown se plantea Orfeo de Monteverdi, que present¨® el martes en el Festival de Aix-en-Provence, como un punto de llegada tras sus incursiones coreogr¨¢ficas anteriores en torno a obras de Bach y Webern. La norteamericana desdobla la acci¨®n entre sus bailarines y unos cantantes que mueve en escena siempre con c¨®digos propios de la danza.No les exige la agilidad de los bailarines profesionales, pero los cantantes saltan, corren, giran, utilizan la expresi¨®n de los brazos y componen figuras pl¨¢sticas b¨¢sicas para que despu¨¦s los bailarines de Brown las desarrollen con su portentosa t¨¦cnica.
Unos y otros van vestidos exactamente igual, con un traje blanco de dise?o casi gal¨¢ctico y blusa negra. A veces se les confunde. Est¨¢ claro que la fuerza transmisora del baile pierde en esta necesidad de fusi¨®n, pero el intento tiene m¨¦rito. El espectador se deja llevar por el juego de una aventura a varias bandas que no acaba de cuajar como un todo unitario, tal vez porque hay demasiadas miradas dial¨¦cticas en torno a una idea. Los resultados de este intento son fr¨ªos, distantes a pesar de las apariencias brillantes. Los efectos dominan sobre los afectos.
Monteverdi
Dice Ren¨¦ Jacobs que Monteverdi es el autor italiano m¨¢s importante de toda la historia de la ¨®pera por su servicio a la palabra. Escuchando su versi¨®n de Orfeo al frente del extraordinario Concerto Vocale hay que creerle. Magn¨ªfico en cada acompa?amiento a las voces, en los efectos espaciales del sonido con los ecos o fanfarrias, en la tensi¨®n dram¨¢tica, en la vitalidad y empaste con que utiliza al estupendo coro Collegium Vocale.El bar¨ªtono brit¨¢nico Simon Keenlyside (Londres 1959), reciente Don Juan en la grabaci¨®n discogr¨¢fica de Abbado, hace un Orfeo integrador. En ¨¦l confluyen las intenciones musicales de Jacobs y las coreogr¨¢ficas de Trisha Brown. Su esfuerzo es colosal.
Tambi¨¦n destacan en esta obra el personaje de Euridice cantado por la colombiana Juanita Lascarro y el de la Mensajera que pone en pie Graciela Oddone, obligada a rodar por el escenario despu¨¦s de su intervenci¨®n anunciando la muerte de Euridice hasta caer en el foso de los m¨²sicos, donde unos brazos la esperan para sacarla de escena.
Nueve teatros e instituciones coproducen un espect¨¢culo que muestra, una vez m¨¢s, el inter¨¦s que suscita el barroco como campo de experimentaci¨®n para los creadores contempor¨¢neos. Los resultados suelen ser, como en este caso, brillantes, pero la emoci¨®n, el estremecimiento, el escalofr¨ªo, se perciben ¨²nicamente a trav¨¦s de la interpretaci¨®n musical y no de todo el conjunto.
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