Los ¨²ltimos de Carabanchel
La prisi¨®n madrile?a, conocido por muchos opositores a la dictadura, recibi¨® a sus ¨²ltimos ocho presos
La tristemente famosa c¨¢rcel de Carabanchel dej¨® ayer de recibir presos. Utilizada por el franquismo como morada de sus opositores, las entra?as de este m¨ªtico lugar de cautividad madrile?o recibieron el martes -subidos en un furg¨®n procedente de los juzgados de la plaza de Castilla- a sus ¨²ltimos ocho reclusos, siete acusados de robo y uno de estafa.Fue el comienzo del fin. El pr¨®ximo a?o, sus muros ser¨¢n previsiblemente derribados y el vasto solar que ocupa puede convertirse en otra zona residencial de la capital madrile?a. Sobre el solar que deje la excavadora tras demoler sus muros, levitar¨¢n las palizas y el sufrimiento de muchas personas.
A partir de ahora, y mientras la c¨¢rcel es derribada, las cancelas de Carabanchel s¨®lo se abrir¨¢n excepcionalmente para determinados presos que env¨ªen los jueces de la Audiencia Nacional. Eso s¨ª, Carabanchel dejar¨¢ de ser la principal prisi¨®n de internos preventivos (los que esperan la llegada del juicio) de la capital, destino que ya ha asumido otra prisi¨®n inaugurada hace un lustro en Soto del Real, a 40 kil¨®metros al norte de la capital madrile?a.
A diferencia de Carabanchel (ejemplo constante de hacinamiento carcelario), la prisi¨®n de Soto posee dos piscinas, pistas de padel y guarder¨ªa para los hijos peque?os de los internos. "Es verdad que la leyenda de Carabanchel es negativa, pero tambi¨¦n es cierto que su imagen hab¨ªa cambiado en los ¨²ltimos a?os: ha acogido espect¨¢culos -macrocon-ciertos, corridas de toros, grabaciones de discos... - que no se han hecho en ning¨²n otro centro penitenciario", evoc¨® ayer un portavoz de Instituciones Penitenciarias.
Los alrededor de 2.000 presos -unos 1.600 hombres y algo m¨¢s de 400 mujeres- que a¨²n albergan las rancias paredes de Carabanchel permanecer¨¢n en su interior hasta que sean trasladados a la futura prisi¨®n de Aranjuez, cuya inauguraci¨®n est¨¢ prevista para octubre o noviembre de este a?o.
El desmantelamiento de Carabanchel forma parte del llamado plan de amortizaci¨®n y creaci¨®n de nuevas c¨¢rceles en Espa?a, ya muy avanzado. Su finalidad, derribar las viejas prisiones y vender al mejor postor los terrenos para financiar las nuevas. Los internos de Carabanchel que arriben a la futura c¨¢rcel de Aranjuez se encontrar¨¢n con un centro penitenciario radicalmente distinto. Dise?ada por el anterior Gobierno, socialista, la c¨¢rcel de Aranjuez dispone de un m¨®dulo, con 70 celdas dobles, en el que habr¨¢ camas de matrimonio para parejas privadas de libertad.
Parejas que, adem¨¢s, podr¨¢n tener con ellas a sus hijos, de hasta tres a?os, ya que cada una de las celdas ha sido dotada con una cuna. Ser¨¢ la primera de Espa?a con celdas para matrimonios. Las m¨¢s de 400 mujeres que a¨²n permanecen en Carabanchel ser¨¢n enviadas a las instalaciones de la otrora prisi¨®n mixta de Alcal¨¢ de Henares. El complejo penitenciario de Carabanchel (que incluye tres c¨¢rceles, una de hombres, otra de mujeres y el viejo y ya extinto hospital penitenciario) comenz¨® a levantarse en la d¨¦cada de los a?os cuarenta, tras la guerra civil, con el trabajo y sudor de los propios presos, entre ellos muchos de los derrotados en la contienda.
Durante la dictadura, la c¨¢rcel cobij¨® a destacados izquierdistas y antifranquistas, como Marcelino Camacho y Sim¨®n S¨¢nchez Montero, frecuentes inquilinos de Carabanchel; y a socialistas que con la llegada de los vientos democr¨¢ticos ocuparon puestos de alta responsabilidad, como Enrique M¨²gica, ex ministro de Justicia, o Luis Solana, hermano del actual secretario general de la OTAN.
Intelectuales defensores de las libertades y opositores al r¨¦gimen franquista, de obra y de palabra (Basilio Mart¨ªn Patino, Javier Pradera, Juan Antonio Bardem... ) tambi¨¦n sumaron largas temporadas bajo la terrible e imponente sombra de estos muros, que tambi¨¦n escondieron palizas ilimitadas e historias de peque?os y grandes delincuentes, como El Lute, y de asesinos m¨²ltiples, como El Arropiero.
Ahora, el futuro de las vetustas rejas -testigos mudos durante el r¨¦gimen del general Franco de ejecuciones con el garrote vil- pasa por la piqueta. Su agrio recuerdo persistir¨¢
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