Un tribunal de apelaciones aplaza el testimonio de los escoltas de Clinton
Un inmenso y oscuro veh¨ªculo de vidrios ahumados llev¨® ayer de ida y vuelta a nueve agentes del Servicio Secreto desde la Casa Blanca a la no lejana sede del Tribunal Federal de Washington, donde desde el pasado enero se re¨²ne el gran jurado del caso Lewinsky. Como en las viejas pel¨ªculas de Hollywood, los agentes se salvaron en el ¨²ltimo minuto de prestar testimonio sobre la vida privada de su jefe, el presidente Bill Clinton. Un tribunal de apelaciones de EE UU decidi¨® aplazar su declaraci¨®n.
Pocos episodios del caso han tenido el dramatismo del ocurrido ayer. A las nueve de la ma?ana, a bordo de uno de sus cl¨¢sicos veh¨ªculos de transporte, Larry Cockell, el jefe del equipo de seguridad de Clinton, y otros ocho agentes del Servicio Secreto llegaron al edificio donde se re¨²ne el gran jurado del caso Lewinsky, en la esquina de las avenidas Constitution y Pennsylvania. Ten¨ªan que responder bajo juramento a las preguntas del fiscal independiente Kenneth Starr sobre lo que vieron y oyeron respecto a las relaciones entre Clinton y Lewinsky.Starr les hab¨ªa mandado citaciones despu¨¦s de una batalla legal de meses, en la que dos instancias judiciales -un tr¨ªo de magistrados y una juez- hab¨ªan dado la raz¨®n al fiscal independiente. Esas instancias hab¨ªan rechazado el argumento de la Casa Blanca de que la seguridad, e incluso la vida de este presidente y sus sucesores, pueden verse en peligro si se instaura el principio de que el trabajo de los agentes del Servicio Secreto no est¨¢ protegido por la m¨¢xima confidencialidad.
As¨ª que Cockell, el primer negro que dirige la seguridad del presidente y un hombre que dar¨ªa su vida por salvar la de su jefe, y sus compa?eros no tuvieron m¨¢s remedio que presentarse por la ma?ana en el edificio donde se re¨²ne el gran jurado del caso. Pero la Casa Blanca no daba la batalla por perdida y en esos mismos momentos la fiscal general, Janet Reno, presentaba un recurso de extrema urgencia ante un tribunal superior.
?ste resolvi¨® con rapidez y orden¨® el aplazamiento de la declaraci¨®n de los agentes hasta que el Supremo no resuelva definitivamente la cuesti¨®n de fondo: si tienen o no derecho a negarse a declarar como testigos de las actividades del presidente. A las 10.45 horas, Cockell y sus compa?eros abandonaron el tribunal de Washington y regresaron a la Casa Blanca. No hab¨ªan abierto el pico.
"Si triunfa la tesis de Starr, peligrar¨¢ la vida de los presidentes", dijo ayer Janet Reno. Seg¨²n Reno, los presidentes se negar¨ªan en el futuro a ser acompa?ados permanentemente por el Servicio Secreto si sus agentes pueden ser citados como testigos de sus actos. Starr replic¨® que la obligaci¨®n de proteger al titular de la Casa Blanca no implica que los agentes tengan que ser mudos y ciegos en el caso de que ¨¦ste cometa delitos.
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