El piano de Chap¨ª
Tengo la suerte de pertenecer a una generaci¨®n con memoria retrospectiva. Agradezco profundamente a mis padres, a mis profesores, a mis amigos y a los pol¨ªticos honestos, que me dejaron un recuerdo constructivo y sensible, con cuyas im¨¢genes constru¨ª mi personalidad profesional y humana.Soy compositor de m¨²sica titulado y, por tanto, componente, desde el a?o 1934, de la Sociedad General de Autores de Espa?a con el n¨²mero 7.224 de asociado. He pertenecido al Consejo de Administraci¨®n y a la comisi¨®n permanente de dicha entidad durante cuatro a?os. He retenido en la memoria el final de una poes¨ªa de Eduardo Marquina, que figuraba en el vest¨ªbulo de la Casa de los Autores, hoy desgajada, y cuyo final rezaba: "...Somos hoy, porque ellos fueron antes...".
Muchas veces me he emocionado recordando las figuras hist¨®ricas de literatura y m¨²sica que nos fundaron y precedieron. Sin embargo, mi dolor y rabia impotente rebasa todos los l¨ªmites posibles de silencio, frente a una generaci¨®n de mandos olvidadiza, que cree haber descubierto, con la electr¨®nica, el ordenador y la probeta, el futuro de la creatividad art¨ªstica y vital. El maestro Ruperto Chap¨ª, compositor infinito de m¨²sica popular sinf¨®nica y creador con su talento, su esfuerzo y su riesgo econ¨®mico, frente a la barrera infranqueable de empresarios y editores, consigui¨®, en uni¨®n de otros autores notables, crear la econom¨ªa futura de sus compa?eros, los autores de Espa?a.
El maestro y sus herederos legaron el piano de trabajo, de donde salieron tantas notas importantes, a la entidad. Dicho inmortal instrumento (pieza de museo) ha figurado siempre dando categor¨ªa al despacho del presidente. Desde que la generaci¨®n de cantautores maneja la econom¨ªa y el prestigio de la sociedad, fue trasladado a la planta s¨®tano, arrinconado y, durante las obras, para protegerlo de los cascotes, cubierto con una s¨¢bana. Hoy est¨¢ en el mismo lugar, con los preciosos candelabros arrancados de cuajo.
?No se sonrojan ustedes?... A lo mejor esta reclamaci¨®n popular hace m¨¢s efecto de restituir el piano al despacho directorial que las voces en el desierto que llevamos dadas los socios numerarios. ?Dios lo quiera!- . Compositor. .
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