Michnik en Donostia
Muy pocas personas en este fin de siglo combinan con tanta brillantez, valent¨ªa, honradez, lucidez y libertad radical como Adam Michnik. Muy pocos tan inteligentes son a la vez tan generosos con su talento y tan implacables en la disecci¨®n de las realidades. Por eso es todos los a?os un lujo compartir con ¨¦l una semana en los cursos de verano de la Universidad del Pa¨ªs Vasco, cita a la que no ha fallado nunca en los ¨²ltimos diez a?os. El a?o pasado fue testigo entusiasmado del levantamiento popular contra los asesinos de Miguel ?ngel Blanco. Este a?o ha asistido al incendio de la sede de la cadena SER, un d¨ªa despu¨¦s de que un juez considerara tener por fin las pruebas necesarias para emprender acciones contra el diario Egin por su implicaci¨®n estelar en la trama criminal de ETA y su entorno.Precisamente de venganza ha hablado Michnik este a?o en el curso de la Asociaci¨®n de Periodistas Europeos. De la venganza que no ha habido. Ha hablado del triunfo de la raz¨®n y el civismo y de la derrota de la cultura de la venganza en Centroeuropa. El fracaso de los voceros del odio y el resentimiento ha sido rotundo en Polonia y en Hungr¨ªa, en la Rep¨²blica Checa y en Eslovaquia. Cuando se van a cumplir diez a?os de la ca¨ªda del muro se puede ya extraer una conclusi¨®n de la evoluci¨®n de estos cuatro pa¨ªses de Mitteleuropa y es que aquellas sociedades han sabido negarse a toda tentaci¨®n de hacer del odio y del mito un motor de movilizaci¨®n social.
Pese a todos los agravios sufridos y su pasado plagado de terror y resentimiento, con mayor o menor ¨¦xito en las soluciones para construir unas sociedades libres y pr¨®speras, con todos sus problemas econ¨®micos y sociales, con sus problemas ¨¦tnicos y de minor¨ªas, todos estos pa¨ªses son hoy estados de derecho en los que nadie contempla la posibilidad de recurrir a la violencia por motivos pol¨ªticos y nadie la tolerar¨ªa.
Aqu¨ª, sin embargo, parecen evaporarse los ¨²ltimos vestigios de un consenso que hizo posible una transici¨®n por la que fuimos ejemplo para los pa¨ªses centroeuropeos. El respeto a las leyes y la confianza en la justicia son minados a diario sobre todo por quienes m¨¢s deber¨ªan defenderlos. Dirigentes de partidos democr¨¢ticos parecen pedir que se ignoren las leyes para no irritar a quienes tienen como objetivo declarado el destruirlas. No parece muy l¨®gico que el cierre de una marisquer¨ªa por traficar con hero¨ªna acabe siendo tachado de ofensiva contra los langostinos. Ni que un padre de la Constituci¨®n abogue por negociar con quienes s¨®lo tienen la autoridad que les confieren sus cientos de v¨ªctimas y su voluntad de asesinar a conciudadanos. Ni que un dibujante nos eche a todos la culpa de que un grupo de asesinos matara a Miguel ?ngel Blanco el pasado a?o.
Pero as¨ª estamos. Michnik vuelve a Donosti a hablar del milagro que ha sido una evoluci¨®n impensable hace diez a?os. Cuatro pa¨ªses han recuperado su soberan¨ªa y dignidad y todos han decidido construir sociedades normales en las que los individuos puedan buscar su felicidad personal en libertad. En todos ellos han acallado a quienes quer¨ªan enfrentarlos, a quienes quer¨ªan utilizar la mitolog¨ªa para generar odio y movilizar los peores instintos. Muchos m¨¢s ten¨ªan que escucharle aqu¨ª en Euskadi. No ya los asesinos, fuera del alcance de cualquier discurso. Sino aquellos que inventando el pasado intoxican el presente y quieren condenar el futuro.
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