Cantes hasta el alba
"?Por la gente de mi pueblo, no hay m¨¢s que hablar!". Eran cerca de las cinco de la madrugada y la voz de Jos¨¦ Menese rompi¨® por soleares el silencio respetuoso de paisanos y visitantes que abarrotaban la Hacienda de la Fuenlonguilla, refugio sevillano del cante jondo en La Puebla de Cazalla. Los aficionados al cante, al toque y al baile flamenco se dieron en la noche del s¨¢bado al domingo un fest¨ªn de m¨¢s de siete horas. Pertrechados de tarteras, La Puebla se daba un homenaje: sus reuniones de cante jondo cumpl¨ªan 30 a?os estirando la noche para dar cabida al virtuosismo de artistas de toda Andaluc¨ªa. El escenario, cal blanca, romero, tomillo, albero, luz de farol y una ligera brisa era una invitaci¨®n al disfrute. En la reuni¨®n de este a?o, Jerez y La Puebla protagonizaron un intenso mano a mano. Las voces de La Elu y Juana Fern¨¢ndez atacaron con decisi¨®n los palos m¨¢s festeros. El baile por buler¨ªas de Antonio El Pipa y familia, en la que destaca la T¨ªa Juana, impregnaron de ritmos jerezanos las tablas y levantaron al p¨²blico.Del otro lado, el cante desnudo y desgarrado de Manolo Catato y Diego Clavel recuperaba, desde interpretaciones muy personales, las l¨ªneas maestras del flamenco seg¨²n La Puebla. Antes de que llegara Menese, otro maestro del cante, Chano Lobato, abri¨® un par¨¦ntesis en el duelo y puso toda su elegancia para recordar el legado de C¨¢diz. El de la Puebla, loco por salir a las tablas, jaleaba al de C¨¢diz desde una esquina del escenario. A las cinco y media, los cantaores iniciaban una ronda de martinetes, preludio de la fiesta final. Y all¨ª no se mov¨ªa nadie.
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