A cargo del ¨¢nimo 150 animadores "alegran" el verano de los hoteles de la Costa del Sol
"De peque?o cantaba en el servicio, hac¨ªa muecas frente al espejo y los mayores me dec¨ªan que siempre estaba haciendo el tonto". Es una de las facetas que m¨¢s ha explotado Antonio Garc¨ªa, de 31 a?os, en el ¨¢mbito profesional. Pero sus cualidades de clown y su falta de sentido del rid¨ªculo no le han bastado para convertirse en jefe de animaci¨®n del Meli¨¢ Torremolinos en M¨¢laga. Habla tres idiomas -franc¨¦s, italiano e ingl¨¦s-, tiene don de gentes y es extravertido. El retrato robot del animador tur¨ªstico. "El animador tiene un perfil muy parecido al del agente comercial", asegura Javier Fructuoso, director de Investur, una consultora malague?a de servicios tur¨ªsticos. La funci¨®n de estos profesionales -unos 150 en la Costa del Sol, seg¨²n Fructuo-so- tampoco es tan distinta: "Conseguir que el cliente salga lo menos posible del hotel para que se gasten all¨ª el m¨¢ximo dinero posible"; o, traducido por Antonio en econ¨®micamente correcto: "que el turista encuentre en el hotel algo m¨¢s que una buena comida y un buen servicios de habitaciones". O por lo menos un tipo de turista. Los mismos que contemplan absortos la elecci¨®n de Miss bikini. Antonio pulsa el play vestido con un apa?o de ba?ador de principios de siglo. Suena machacona la m¨²sica disco. 15 cuerpos que han vencido la verg¨¹enza -y que no son los m¨¢s perfectos ni los m¨¢s j¨®venes- comienzan a desfilar por el borde de la piscina. Ensayan el caminar m¨¢s sexy que conocen. No es el ¨²nico mal trago. Despu¨¦s se untan crema solar con la ayuda de manos ajenas. Y para finalizar viene la ducha de agua fr¨ªa con cientos de ojos y de sonrisas pegados a la piel. "Si este hotel, en vez de ser un hotel familiar, fuese de parejas nos podr¨ªamos haber permitido m¨¢s", comenta Antonio. "En vez de Miss bikini, podr¨ªa haber sido Miss top less, y el trato con los clientes ser¨ªa tambi¨¦n distinto". Y es que el animador tiene que tener muy en cuenta el perfil y la edad del cliente que reside en el hotel para el que trabaja. " Ya no basta con coger un micr¨®fono y ponerse frente al p¨²blico", asegura. Todos ellos han realizado un curso de formaci¨®n. Las grandes cadenas hoteleras, como Sol Meli¨¢ , tienen su propia escuela, son las mismas que ofrecen este servicio durante todo el a?o. La duraci¨®n es variable, de dos semanas hasta dos meses. "De las 250 personas que entran en febrero, se suelen quedar con nosotros unas 150", dice Leonor Jim¨¦nez, secretaria de la direcci¨®n de animaci¨®n en la escuela de Palma de Mallorca de esta cadena. La ense?anza es variada: desde clases de canto, a deportes, juegos infantiles y nociones de escenograf¨ªa. "Los estudios que tenga la gente es lo de menos", asegura Jim¨¦nez. Lo que m¨¢s se valora es el car¨¢cter abierto y los idiomas. Muy pocos han pasado por las escuelas de tiempo libre reconocidas por la Junta, que no ofrecen la especialidad de animaci¨®n tur¨ªstica y cuya duraci¨®n oscila entre las 295 y las 1.000 horas. Y es que, como asegura Antonio, "aunque en el anuncio del peri¨®dico te lo pongan muy bonito, en plan "si te quieres divertir en verano...", no se puede olvidar que los que est¨¢n de vacaciones son los clientes". En cualquier caso, "tener animaci¨®n s¨®lo en verano es un error", dice el jefe de Investur. Las razones: "es justo entonces cuando tienes asegurado que el cliente se va a dejar dinero en el hotel".
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