Catal¨¢n "only"
Haber comentado a su aire las inquietudes de la ministra de Educaci¨®n por la ense?anza del castellano en Catalu?a fue sin duda la gota que colm¨® el vaso. Y que acab¨® cost¨¢ndole el puesto al inefable, y olvidable, Miguel ?ngel Rodr¨ªguez. Pero si a punto estuvo de originar una crisis de no deseadas consecuencias entre los socios de la forzada coalici¨®n de gobierno, quiere decir que la gota, en s¨ª misma, era mucho m¨¢s importante de lo que el revuelo formado por la supuesta dimisi¨®n dej¨® entrever. La misma urgencia con que, de un lado y de otro, se le ech¨® tierra al asunto, negando que existiera base alguna para el desencuentro, no hace sino confirmar la trascendencia que, en realidad, ha tenido el caso. L¨¢stima que, para una vez que acertaron la ministra y el rabisuelto ex portavoz, se les obligara a recoger velas, y de qu¨¦ modo. En un reciente curso de verano de la Complutense, tuve ocasi¨®n de comentar con profesores de Norteam¨¦rica de origen hispano, que trabajan en escuelas biling¨¹es, un caso similar. El de English only, que el Estado de California intenta imponer, frente a la pujanza del espa?ol, que, como en otros lugares del coloso, se adivina segunda lengua de un futuro cercano. La similitud tiene otros muchos ingredientes, adem¨¢s del miedo a una cultura expansiva. A los andaluces, desde luego, ha de importarnos el hecho de que tanto en Catalu?a como en Estados Unidos la modalidad de castellano que m¨¢s se utiliza, y se combate, est¨¢ influenciada por la norma andaluza, por razones hist¨®ricas obvias. Tambi¨¦n sucede en Navarra y en el Pa¨ªs Vasco. No me refiero, claro est¨¢, al espa?ol que se escucha en las universidades, sino al de las zonas industriales y periurbanas. Igualmente, seg¨²n me informaban esos colegas, con preocupaci¨®n, es muy semejante cierto desapego de los descendientes de inmigrantes de habla espa?ola por el idioma de sus mayores, deseosos de pasar cuanto antes por nativos del lugar de acogida. (En Pamplona me aseguraban hace pocos meses que muchos de los v¨¢ndalos de fines de semana son descendientes de maquetos, es decir, de andaluces, extreme?os, murcianos... no quise creerlo). As¨ª, pues, la hidra nacionalista, ese engendro de la metaf¨ªsica y la religi¨®n, esconde su cabeza de peor aspecto, c¨®mo no, en el meollo de las clases sociales. Pues la guerra no es, en realidad, contra un idioma, sino contra los pobres que lo hablan; que, adem¨¢s, suelen ser los m¨¢s prol¨ªferos y, encima, votan. Se entiende perfectamente tanto inter¨¦s por la integraci¨®n ling¨¹¨ªstica, es decir, por desarraigarlos de su cultura y que acaben identificando a los partidos nacionalistas con la cosa m¨¢s natural y beneficiosa para ellos. Por ¨²ltimo, ocurre tambi¨¦n en todos esos territorios que ciertos pol¨ªticos oportunistas no hacen sino proclamar las excelencias del biling¨¹ismo, y aun del triling¨¹ismo. Para las clases dominantes, se entiende. Pues as¨ª es c¨®mo algunos tendr¨¢n el control de las relaciones exteriores, pol¨ªticas y comerciales. M¨¢s pronto que tarde, no lo duden, el castellano, junto al ingl¨¦s, ser¨¢ una asignatura muy principal en Catalu?a, pero s¨®lo en las encuelas de ¨¦lite. Los dem¨¢s, "catal¨¢n only".
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