Un universo de deseo y violencia
En esta dur¨ªsima obligaci¨®n de redactar necrol¨®gicas de amigos artistas, nunca hab¨ªa sentido una tan profunda conmoci¨®n. Nada hay menos sorprendente que la muerte y, sin embargo, nada tan inasimilable. El ¨²ltimo ejemplo, el definitivo, nos lo dio el propio Antonio Saura, hablando de s¨ª mismo, cuando sinti¨® ¨¦l el acecho de aqu¨¦lla, como "artista terminal". Hace ahora un a?o se le declar¨® la enfermedad finalmente mortal y combati¨® contra ella o, mejor, a favor de la vida, con estoica elegancia, con serenidad, pero, sobre todo, manteniendo la ilusi¨®n por las mismas cosas que le hab¨ªan interesado siempre: el arte y lo que lo hace posible. Cuando no pudo pintar, dibujaba, y cuando no pudo dibujar, escrib¨ªa. O conversaba. O imaginaba. Estaba vivo, alerta, dispuesto. En las ¨²ltimas entrevistas se mostr¨® con una lucidez y una dignidad cuya rara belleza me atrevo a calificar como espa?ola. En su escritura, tambi¨¦n, con esa fant¨¢stica precisi¨®n de estilo, producto de la inteligencia y la pasi¨®n. Uno de los ¨²ltimos textos publicados por Saura estuvo precisamente dedicado a los momentos finales de Paul Klee y la profunda reflexi¨®n que hac¨ªa acerca del punto final del artista, de Klee y de otros, era una maravillosa confesi¨®n creadora personal, un canto de amor a la vida como s¨®lo sabe entonarlo quien ha dedicado toda su existencia al arte, sin restricci¨®n.
El Paso
Antonio Saura es uno de los m¨¢s relevantes artistas espa?oles del siglo XX, lo que significa asimismo ser uno de los m¨¢s destacados del mundo. Fundador y cabeza rectora del grupo El Paso (1957-59), Antonio Saura ha sido una figura clave de la vanguardia espa?ola de la segunda mitad de siglo, pero su proyecci¨®n tuvo siempre un alcance internacional. Ahora mismo, se acaba de inaugurar una importante exposici¨®n suya en un museo suizo y, desde hac¨ªa d¨¦cadas, era requerido por los mejores museos europeos y americanos, en cuyas colecciones es uno de los pocos pintores de nuestro pa¨ªs que tiene obra.Nacido el a?o 1930, desde fines de los cuarenta comenz¨® a interesarse por la vanguardia y por la pintura, dej¨¢ndose influir al principio por el surrealismo, algo muy espa?ol. Una vez en Par¨ªs, a comienzos de la siguiente d¨¦cada de los cincuenta, se interes¨® enseguida por la pintura informalista, pero nunca abandon¨® la figuraci¨®n, otro detalle muy caracter¨ªsticamente espa?ol. Liber¨® el gesto expresionista sin perder el hilo que une lo real y lo imaginario, la frontera del deseo. Con una paleta sobria, de pocos y esenciales colores, dio curso pict¨®rico a un formidable universo, poblado de criaturas monstruosas, mezcla de sensualidad anhelante, violencia, miedo, humor grotesco.
Antonio Saura rescat¨® lo mejor de la pintura tradicional espa?ola y mostr¨® su poder de renovaci¨®n. Con ello no hizo sino seguir el rastro iluminador de dos pintores que hay detr¨¢s de su obra Goya y Picasso, el de ese sentido transfigurador del arte que convierte la losa del pasado en un camino de futuro.
Antonio Saura pint¨® con apasionamiento, pero no conceb¨ªa la pintura como un encierro, ni una exclusi¨®n. Fue un intelectual que sigui¨® de cerca la actualidad y se comprometi¨® con ella. Nunca dimiti¨® de su facultad cr¨ªtica, aunque por ello, a veces, resultaba inc¨®modo. Mantuvo hasta el final un criterio independiente. Otro rasgo de su personalidad fue el de su enorme generosidad: generosidad para mantener su horizonte en los t¨¦rminos m¨¢s amplios, y generosidad para disfrutar con todo lo mejor del pasado y del presente. Se consideraba heredero de una tradici¨®n art¨ªstica, cuyos prototipos m¨¢s reveladores fueron Vel¨¢zquez, Rembrandt y Goya. Am¨® a Picasso y Mir¨®. Su capacidad de admiraci¨®n era ilimitada, como les ocurre a los mejores. Hace unos pocos a?os concibi¨® y llev¨® a cabo una exposici¨®n extraordinaria, en la que, a partir de Goya, reun¨ªa pasado y presente, trenzando una historia del arte con un sentido pleno. ?l mismo forma ya parte de esa historia, la del arte; desde all¨ª nos acompa?a y nos orienta. Antonio Saura no desaparece: su obra es, sin duda, interminable, no tiene punto final.
Fruto de sus muchas inquietudes, Antonio Saura trabaj¨® en muy diferentes campos art¨ªsticos, adem¨¢s del de la pintura, su dedicaci¨®n esencial. Entre estas actividades complementarias, estuvo la de el grabado, la ilustraci¨®n de libros, la escenograf¨ªa y el muralismo. Su pasi¨®n por la escritura hizo que publicase numerosos textos a lo largo de los a?os, formando el conjunto de todos ellos uno de los legados literarios m¨¢s ricos e interesantes entre los producidos por un artista espa?ol.
El perro de Goya
Uno de los ejemplos de esa profunda relaci¨®n con el arte a trav¨¦s de la escritura, nos lo proporcion¨® Saura al comentar sus preferencias art¨ªsticas en relaci¨®n con el Museo del Prado. Declar¨® que el cuadro por ¨¦l m¨¢s amado era El perro semihundido, de las Pinturas Negras, de Goya, y nos describi¨® as¨ª la conmovedora imagen: "El ser aparecido ha dejado de observar una desaparecida presencia fuente de hipn¨®tico terror, probablemente situada fuera de los l¨ªmites de la tela, oper¨¢ndose precisamente en ese instante la metamorfosis que altera su origen. Desde este espacio mental somos ahora contemplados. Permanecemos frente a la curvada zona de un antipaisaje -ni muro, ni roca, ni arenas movedizas- y la comunicaci¨®n establecida entre el prolongado aullido del espectro y nosotros mismos acaba por sustituirnos. Quiz¨¢s, la cabeza de perro asom¨¢ndose, siendo nuestro retrato de soledad, no es otra cosa que el propio Goya contemplando algo que est¨¢ sucediendo. El perro de Goya, para m¨ª, es el cuadro m¨¢s bello del mundo."Con este testimonio, Antonio Saura nos revela no s¨®lo el sentido de una de las im¨¢genes m¨¢s pat¨¦ticas de Goya, sino la hondura existencial con la que se plante¨® ¨¦l mismo el arte.
Babelia
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