Burrera
JOSEP TORRENT Han vuelto. De nuevo. Una vez m¨¢s. Ya lo escribi¨® el Raimon: "Quan creus que ja s"acaba, torna a comen?ar". El hecho m¨¢s cierto es que nunca se marcharon, siempre han estado aqu¨ª presentes con su burrera, su incultura, su fanatismo y su putrefacto "mos ho volen furtar tot". Ahora le ha tocado a la iglesia, a la catalana -?ay!- di¨®cesis de Tortosa. Carlos Fabra, presidente de la Diputaci¨®n de Castell¨®n, ech¨® una colilla encendida en un monte reseco un d¨ªa de poniente a cuenta de Dios sabe qu¨¦ estupidez sobre los l¨ªmites pol¨ªticos y eclesi¨¢sticos de la provincia. Su inconsciencia no fue nada al lado de la de un portavoz de la di¨®cesis que acudi¨® con un bid¨®n de gasolina a apagar el fuego. Y cuando ya la cosa parec¨ªa que empezaba a estar controlada, aparece la brigada de pir¨®manos de Uni¨®n Valenciana y le prenden fuego a todo el bosque con el peor de todos los l¨ªquidos inflamables: la estupidez y el analfabetismo. Las divisiones eclesi¨¢sticas no tienen nada que ver con las administrativas, son mucho m¨¢s antiguas y responden a unas realidades que nada tienen que ver con la artificial divisi¨®n provincial del siglo pasado. Si los unionistas, adem¨¢s de ejercer de incendiarios, se tomaran la molestia de leerse unos pocos libros o, m¨¢s f¨¢cil, preguntarle a su presidente H¨¦ctor Villalba cu¨¢l es la realidad, dir¨ªan las mismas barbaridades con el agravante de que, al menos, sabr¨ªan de qu¨¦ va la cosa. As¨ª, instalados en su estulticia, desbarran desde la ignorancia absoluta. Una l¨¢stima, porque de lo contrario sabr¨ªan que la di¨®cesis de Tortosa y su prolongaci¨®n en el norte de Castell¨®n tiene su origen en la conquista del Reino de Valencia y entender¨ªan porqu¨¦ estuvo en Segorbe y no en Castell¨®n la sede diocesana de las comarcas del norte. Pero todo eso implica estudiar, pensar y quedarse sin discurso pol¨ªtico. Es m¨¢s f¨¢cil y m¨¢s c¨®modo instalarse en la dial¨¦ctica de la burrera, en la sinraz¨®n victimista y en el anticatalanismo m¨¢s cutre. Los de UV no cambian, pese a lo que digan. Es m¨¢s, no han vuelto. Nunca llegaron a marcharse.
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